Rydal Kenner

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Título: ❝Miedo❞.

Advertencia: Consumo de tabaco, recuerden niños fumar no es bueno para los pulmones (aunque suene como burla no lo es)

Personaje: __________ te extrañado rayis.

Número de palabras: 5,118.

Nota: Lxs he extrañado.
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Al crecer en el seno de una familia poco funcional encontró calidez y seguridad en Grecia, Atenas, un lugar bastante alejado de su ciudad natal: Brooklyn. Compró una cabaña pequeña alejada de las personas, pero cercana a la ciudad. Pasaba la mayor parte de su tiempo creando el arte que le ayudaba a desahogarse en soledad, las personas que la observan siempre tenían una mirada de rareza por las manchas de pintura que su overol siempre tenía aunque pronto esas manchas se convirtieron en una característica suya.

Sentada en el jardín observa la caída del sol que está dispuesto a descansar por el día de hoy. Mastica goma de mascar mientras siente al aire jugar con sus mechones sueltos, el aroma a flores se une al viento en pocos segundos al notar la diversión que tiene. Cierra sus ojos apreciando su soledad, no había gritos, llantos, solo había paz.

—¡Ey! —la voz que reconocería a kilómetros de distancia se filtro por sus oídos. Abrió los ojos, giro su rostro y ahí estaba él.

—Rydal —su voz fue duelce, levanta las comisuras de sus labios ofreciendo una sonrisa única y especial solo para él.

Rydal es un hombre de cabellos castaños, su tono de piel es bronceado por tantas horas que pasa guiando a gurpos de turistas por Atenas, el tono de sus ojos es el mismo que el interior de una girasol, su cuerpo no menos importancia parecía bien tallado por un artista.

—Toque tú puerta varias veces, pero nadie respondía —abrio la puerta pequeña de la cerca blanca empezando su andar hasta su amiga—, así que me pregunté «¿Dónde podrá estar _____?» —como un actor dramático colocó sus dedos en la barbilla fingiendo pensar—, y aquí estamos —sonrió de oreja a oreja arrugando su nariz y encogiendo sus ojos.

—Pensé que estarías trabajando a esta hora, según tú está es la hora en la que más clientas llegan —del bolsillo derecho de su overol sacó una cajetilla blanca de cigarros junto un encendedor.

Rydal observa durante su caminar como su amiga lleva delicadamente el cigarrillo a su labios, pone más atención de la que debería a sus labios; eran tentadores para él, siempre han sido tentadores si lo piensa con claridad. Toma un banquillo de la esquina de la cabaña, lo carga hasta llegar al lado de su amiga.

—Me regalarias uno —pide mirando el cigarrillo entre sus labios, ella extiende la cajetilla y el procede a extraer la posible causa de su muerte en un futuro—. Gracias, bella dama.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ¹ | Oscar Isaac Donde viven las historias. Descúbrelo ahora