Advertencia: Ninguna, puro amor por aquí, aunque recuerden el amor no lo cura todo (no teman esto solo es un mensaje de mi para ustedes jajajaja)
Personaje: _________.
Número de palabras: 1,811
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Siempre la escuchaba cantar en el bar, ella iba primero que él, cantaba como un ángel y merecía mucho reconocimiento, sin embargo ella lo hacía como un hobbit más que por querer ser una grande cantante. Llewyn se quedaba maravillado con el tono de su voz, debía admitir que era fascinante escucharla cantar; la joven poseía una belleza única o eso creía él. Las demás mujeres eran ignoradas cuando ella estaba presente, toda su atención siempre iba hacia la castaña.
—Llewyn —lo llama, movió su mano frente a su rostro; él se había perdido en sus pensamientos.
—Perdón —agito su rostro, parpadeo un poco y regreso a la realidad. La mujer que le había arrebatado el corazón sin querer estaba frente a él, con un vestido blanco de verano y un sombrero de tejido del mismo tono—¿Qué me decías?
—Te contaba que hay una propuesta al sur de Nueva York, podrías ir si gustas, pero el hombre es un dolor en el culo así que tú sabes si aceptas ir hasta allá —explicó observando al hombre que tenía tiempo conociendo.
Llewyn sonríe con dulzura, perdido entre los labios de aquella chica, no sabía que podía experimentar paz solamente con ver a una persona hasta que la conoció.
—Posiblemente vaya —dijo después de unos minutos, ella le regala una sonrisa y mentalmente él estaba a sus pies—¿Qué hará tú?
—Seguiré aquí, ya sabes que solo es un pasatiempo para mí —encogió sus hombros—, me encanta mi trabajo en la biblioteca aunque no lo creas y ganó bien.
—Si lo creo, el amor por los libros es evidente en ti —la risa de la chica fue el arma que terminó por asesinarlo, no entendía cómo es que con cosas tan simples podía hacerlo sentir emociones tan complicados.
—Bueno eso es cierto —lo confirma con un movimiento de cabeza, baja la mirada al reloj de mano que lleva notando la hora—. Ya voy tarde para tomar el autobús —levantó su cuerpo de la silla y acomodo la falda de su vestido, Llewyn también se levantó de su asiento.
—Te acompaño hasta la parada, la noche ya cayó y puede ser peligroso que estés sola —ella le agradeció con una sonrisa y eso era tan bueno para él corazón dolorido de aquel hombre melancólico.
Bajo la luna y las estrellas los dos amigos se encontraban caminando juntos, _____ envolvió el brazo de Llewyn y se pegó a él, por su parte él no se quejaba estaba gustoso de sentir ese contacto; ella desprendía una calidez que abrazaba a su frialdad.
