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Corría por los peldaños de la entrada del museo. Nuevamente se había quedado dormido, tenía una capa de sudor sobre su frente como consecuencia de correr detrás del autobús. Tomó aire antes de entrar por completo al museo, miró a JB en su teléfono seguramente mirando otro video de animales. Pero quién captó su atención fue la chica que se acercaba a él que portaba un pantalón de vestir oscuro y una camiseta de botones blanca.
—Hola Steven —lo saludo con una media sonrisa antes de pasar a su lado.
—Hola _____ —hablo en voz alta para que pudiera escucharlo, ella seguía su camino hasta afuera del museo para ir a comer algo.
La sonrisa que se dibujó en su rostro solo era digna de ver en personas enamoradas. Estaba claro que estaba enamorado de ella desde que lo defendió de Donna la primera vez que llegó al museo, después la comenzó a conocer y aunque en ocasiones era bastante cerrada podía decir a los cuatro vientos que la conocía muy bien. Temía que ella no sintiera su corazón acelerarse cuando él está cerca por lo mismo guardó sus sentimientos bajo llave.
Pero amar a alguien en silencio puede ser la cosa más ruidosa que alguna vez hagas.
Camina a un baño cercano con la esperanza de no encontrar a Donna aún. Limpia la capa de sudor de su frente mientras se mira al espejo pensando que podría mejorar para que aquella mujer que ama se fije en él. Suelta un suspiro al encontrar miles de imperfecciones en él. Dura unos segundos más hasta que por fin se aleja del espejo con la mirada fijada en el suelo.
Va a su lugar de trabajo poniéndose al día, muchas personas llegan con él comprando dulces o osos de felpa. Podría dar uno de sus muchos datos curiosos a aquellas personas sobre la mitología egipcia, pero ahora no tiene los suficientes ánimos para darlos. Pronto entra quien se convirtió en su luz, viene con una bolsa reciclada en mano caminando hasta él con una media sonrisa.
—Compre comida china y comida vegana aunque no se si te gustan las pizzas veganas —dijo cuando estuvo cerca de él dejando la bolsa sobre el mostrador, él parecía estar ausente de la realidad cuando encontró sus iris. Las mejillas se tiñeron de un color carmesí mientras movía su mano a unos centímetros de su rostro—¡Steven, Steven! —él reacciona después de unos segundos.
—Si la pizza es muy rica —le da una media sonrisa y todos los pensamientos malo de él se fueron porque en lo único que su mente podía concentrarse era en la chica frente a él—. Pero aún no es mi hora de comida.
