Preparativos fallidos
Amanecí muy feliz, cada vez el día que tanto esperé desde hace años y para el cual hice tantos sacrificios. Iba a ser el emperador más poderoso de la historia y tener de esposa a la mujer más bella del mundo. Realmente era un chico tan pero tan afortunado, todo iba en viento y popa. Si los cálculos no fallaban, atacarían a Oriente cuando menos se lo esperasen y sería una lucha letal para ellos de la que nunca escaparían. Imposible.
Mucho le debía a Afrodita, pago sus deudas casándola con él mismo ya que era el ser más perfecto que se enamoró de una mujer perfecta.
—Mckenna, quiero los preparativos para esta noche listos.—dijo Heinley.—También dile a Ergi que vaya a buscar a Afrodita, seguramente estará en algún lugar de la capital haciendo lo que fuera. Le dije que se relajara un poco estos días.
—Si, su majestad. Lo que usted desee.
—Bien, bien.
Miró tras la ventana al cielo azul, qué día tan bonito había puesto dios para él. La perfección que tanto ansió estaba frente a él, tan cerca pero tan lejos a la vez. Así estaba noche iba como lo previsto, ningún emperador en la historia tendrá o tuvo el poder que él tendría.
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No sabía a dónde ir a buscarla, ¿qué debía hacer para encontrar a una de las mejores espías que ha ocultado su rastro durante años a un gran imperio y encima ahora nadie la encuentra? Eran tontos si creían que la podía encontrar para esta noche, toda esta situación no era equivalente a sus dos vidas que pasaron o cuatro digamos por el maldito capricho de un joven emperador en ser el más fuerte, el mejor. Afrodita estaba bien viviendo su vida como hija de duques, o como la segunda concubina del emperador que fue un día su amigo de la infancia. Podría ha ser dado a luz hijos de él, vivir con un final feliz del que no se arrepentiría. Esto simplemente era basura, ni se molestaría en buscarla cuando sabría que no podía.
—Una cerveza.—le dijo al que estaba en la barra.
Se metió a una de estas tabernas, era recién de mañana y poca gente había. Claro, a estas horas la gente o estaba trabajando o simplemente no venían a esto lugares tan temprano.
—¿Qué hace que un hombre venga a una taberna a las diez de la mañana?—pregunto el barman.
—Mujeres, mujeres sobretodo.—contestó Ergi tomándose de un sorbo su cerveza.
—¿Otra más?
—Venga una más.
El hombre de pelos castaños, ojos verdes esmeraldas y con un aspecto que rozaba lo misterioso miraba atentamente a la escasa gente que había en esta taberna. Escuchaba las conversaciones de la gente, eran entre caballeros del ejército occidental. Todos ellos sabían de lo que pasaría esta noche, así que estaban bien preparados y entrenados para cualquier situación. También es que estaban de acuerdo con las acciones de su emperador, solo conocían la superficie del asunto no el fondo y todo lo que habi detrás de eso.
Los Occidentales siempre se sintieron inferiores a los Orientales ya que antes eran un reino y ellos un imperio, en términos generales era cierto que Oriente era mucho mejor que Occidente. El reino pudo ser un imperio desde hace tiempo pero nunca se proclamó como ellos porque los reyes estaban bajo la mirada de los emperadores orientales que verían eso como una amenaza a su poder realmente.
—¡Destrozaremos a esos bastardos!—exclamó un caballero ya borracho.
—¡Eso eso! Les enseñaremos que los occidentales somos mejore que todos esos niños ricos que no han sufrido en su vida.
Vitoreaban mientras hacían cantigas de cosas sin sentidos, no le gustó el ambiente tan festivo durante estas épocas y se marchó de nuevo a las calles de la Capital Occidental.
Al salir, una figura familiar pasó enfrente suya. A pesar de que fuera sólo un milisegundo, nunca se olvidaría de alguien tan reconocible e fuerte. Sus cabellos blancos y pupilas púrpuras, Afrodita. Corrió hacia esa persona, pero no era ella. La había perdido entre todo este mar de gente, ¿Cómo?
Sus sentimientos hacia ella eran claros, amistad que siempre pudo ser algo más. Pero ella nunca fue suya, estaba hecha para otro hombre que él ni Heinley era. La única diferencia fue que Ergi supo madurar y aceptarlo y Heinley hizo todo lo contrario a él.
—Eres un dolor de cabeza.—murmuró mientras daba una patada al suelo, manchando su zapato de tierra.
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La gente de su ejército marchaba, con antorchas algunos, otros con espada en mano y pocos con archons y flechas. Aquellos llevaban en grupo cañones hacia la ladera, tiendas de campaña habían sido puestas y cantaban todos muy alegremente esperando las órdenes de su gran emperador. El que traería la gloria a ellos y nunca los defraudó, esperaban de pie en aquella noche tan pacifica. En la que pronto una sangrienta batalla iba a suceder.
Lo habían llamado " Heinley I, el conquistador o el magnífico" No tenia obviamente la criteria para ser llamado así, ¿donde estaban esas hazañas de héroes o sus conquistas? Inexistentes simplemente.
Solo minutos después Heinley salió con su armadura bien reluciente, con su espada y se posicionó enfrente a toda su gente mirándolos a todos.
—¡Mis valientes soldados!—exclamó para atraer la atención a él.—Hoy, esta noche todos nosotros haremos historia en el mundo. Seremos los más fuerte de este continente y a más, nunca dejaremos que otro Oriental de mierda nos intimide o nos haga sentir inferior. No tendremos piedad con ninguno que no sea como nosotros, debemos luchar ferozmente y pensar inteligentemente.
¡A por todos!—¡Larga vida al emperador!—empezaron a cantar al unísono de escuchar esas palabras motivadoras.
En el momento en el que Heinley se montó en su caballo y cabalgó hacia delante, todo el ejército los esperaban. Muy confiado iban para delante sin marcha atrás, empezaron a quemar bosque pero de repente ataques empezaron a venir de la nada. Se supone que sería un ataque sorpresa, no debería de haber nadie por aquí según lo que habían sido informados. Sus soldados empezaron a caer uno por uno, el fuego consumiéndolos a ellos y al bosque. Mandó la retirada de cualquier tropa que le quedara en esos momentos, entró a su campaña furioso y echó al suelo cualquier cosa que tuviera en la mesa.
—¡Esa maldita mujer! Juro que la mataré cuando la vea.—gritó furioso.
Afrodita, todo fue obra suya.
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𝘼𝙁𝙍𝙊𝘿𝙄𝙏𝘼 𝘿𝘼𝙉𝘼𝙄𝙎 ✅
Fanfiction❝ 𝘈𝘧𝘳𝘰𝘥𝘪𝘵𝘢 𝘋𝘢𝘯𝘢𝘪𝘴 , era la personificación de la belleza y elegancia. Hija mayor del Duque Danais,fiel servidor de la familia imperial e Imperio. Considerada como el ideal de belleza para mujeres,encantaba a cualquier hombre que se lo...