El final que todos añoramos
Los días pasaron y la única noticia que quería no se hacía oír, también es que le dijo que tenía una probabilidad alta pero no completa. A medida que pasaban los días las esperanzas se le acababan, se miraba al espejo cada día para ver si algo pasaba. Dejó palacio algunos días para ir a su tierra natal, al ducado Danais. Uno de los más importantes y prósperos de Oriente, a un lado de la casa Osbert. Nada más llegar a la mansión, vio que la entrada había un gran parte del jardín llena de rosas. El símbolo de su familia, y las flores que tanto amaba.
—Laurene, quiero ir por el pueblo luego. Que preparen comida y todo para entregar a los necesitados que pueda haber, también visitar la fundación aquí de mujeres viudas.
—Si, señorita Danais.
Se adentró en esos muros que rodearon toda su infancia, seguían llenos de vida, de cuadros y retratos de sus antepasados y familia de antes. Sus sentimientos salieron a flote al ver la gigantesca pintura de sus padre y ella de infante en el medio de las escaleras que daban al segundo piso de dormitorios. Miró con admiración a su madre por quedarse lo suficiente con su padre, el tiempo necesario para que ella descubriera el manipulador y mierda de persona que realmente era. No vivió a sus expectaciones de ser un padre cariñoso, ¿cómo lo sería si la mandó de una a Occidente cuando tuvo la oportunidad de hacerlo?
—Qué estupidez.—se dijo a sí misma.
Nunca le gustó esto de la nostalgia, le parecía absurdo estar triste por cosas del pasado, porque lo estarías reviviendo todo eso toda tu vida. Lo que pasó en el pasado, se queda ahí para nunca volverse a hablar de eso. Aunque estando en el lugar que creció toda su infancia y una parte de su adolescencia, caminó hacia la habitación más grande. La de sus padres. De pequeña le estaba prohibido entrar ahí, tal vez porque era donde se desahogaba contra su madre pegándole. No era ningún secreto que tratara de ocultar a nadie, era muy obvio.
Se había dejado la habitación intacta, desde la muerte de su difunto padre no se movió absolutamente nada por su orden. No era buena que usurparan entre las cosas de los muertos, no traía buena suerte. Fue hacia el tocador de su madre, estaban todas las joyas ahí tiradas sobre la madera pero no le importó. En cambio, abrió uno de los cajones que le llamaba la atención por tener un pomo diferente a todos los demás. Solo había una pequeña caja de madera de un tono rosa y una carta, se preguntaba qué era.
—Es precioso...—era un collar de plata con una piedra preciosa morada tallada como una rosa.—Pero nunca le vi ponerse esto.
Dejó el objeto a un lado y empezó a leer la carta:
"Querida hija mía, soy yo tú madre quien te escribe esta carta. No sé cuántos años podrías tener cuando la leas pero espero que sea la vida que hayas vivido que hayas sido feliz. Tu padre antes no era así, era un buen hombre pero desde que unió lazos de sangre con el imperio se volvió misterioso y ambicioso. Son asuntos que son mejor no hablarlos, se que te deje con tu padre pero era por tu bien. Yo nunca quise esto, solo era mi deber. Uno que iba antes de ser madre y una esposa leal. Lo único que quiero que sepas es que te amé mucho, no quiero que me recuerdes como la madre que te abandonó o por cómo morí. Aunque tal vez me lo merezca, no duraré mucho bajo este palacio y con la emperatriz Amelia metiéndole tanta presión al emperador. Te deseo lo mejor de lo mejor, ese collar que probablemente hayas encontrado junto con la carta es para ti. Para que se lo pases a tu hija o hijo, como un reliquia familiar, ¿sabes?
Te quiero,
mamá"Enterró hace mucho tiempo a su familia, había tantas lagunas que quedaban por descubrir pero algo le decía que era mejor dejarlo vacío que encontrar la verdad. A veces encontrar la verdad está bien, ¿y si mo sabes cómo vivir con ella? ¿O qué hacer con ella?
Si algo había aprendido, que por algo alguien setomó tantas molestias para ocultar ese secreto y que ella no debería tomarse las otras molestias de destapar ese mismo secreto.Hizo la carta en pedazos, los tiró a la chimenea. No tuvo una buena madre, ni padre, no tuvo buenos padres que la protegieran de todo, que la ayudaran pero no pasaba nada. No guardaba rencores. Tomó la caja y la dejó donde la encontró, su deseo no era que el fantasma de su madre la persiguiera toda su vida.
El carruaje no tardó en llegar a la palacio, ahí estaba Sovieshu para recibirla de nuevo. Solo que en ese momento, sin razón aparente todo su mundo se volvió negro al segundo y cerró los ojos.
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Volvió a abrir sus ojos, se sentía un tanto mareada. No sabía lo que le estaba sucediendo, encontró a Sovieshu dormido a su lado sosteniendo su mano mientras dormía tan pacíficamente.Se despertó nada más ella al mover la mano, parecía tan feliz. Se preguntaba qué le sucedía para tanta felicidad que hasta ella podía verlo.
—¿Qué pasó? Te ves muy contento.
—Tú también deberías estar feliz Afrodita.—hizo una pequeña pausa.—La razón por la que te habías desmayado antes, es que estás embarazada. Funcionó.
—¿Enserio?
Podía sentir como sonreía involuntariamente y miraba a su barriga, iba a tener un hijo del mejor hombre que conoció en su vida y gracias a su mejor amiga. Poco después vinieron el médico, a revisarle un poco y decirle que necesitaba descansar en la cama. Cuando el médico se fue la habitación, Navier entró tan alegre por la noticias. Normalmente si fuera otra concubina no se lo habría tomado muy bien que digamos, pero era su amiga así que debía estar feliz por ella.
Los meses fueron pasando, tuvo mucho cuidado con su bebé.Hizo todo lo que se le dijo para tener un embarazo exitoso, hasta que pasaron los nueve meses rápidamente.
—Pronto podré tener a mi hijo o hija en brazos, es un bendición gracias a ti realmente.
—No era nada, yo podía ayudarte y lo hice.
Estaban hablando y de la nada, Afrodita rompió aguas y entró en labor de parto. Fue uno largo y difícil para ella, sus gritos se escuchaban en todo palacio pero después de unas cuántas horas de parto dio a luz a un hermoso príncipe. El lloro del bebé al nacer cesó los gritos de su madre, el emperador entró de golpe para ver a su amada.
—¿Qué es?—preguntó emocionado.
—Es un niño.—dijo la exhausta madre tras el parto mientras cargaba a su bebé.— Esto no parece real.
—¿Cómo lo llamaremos al bebé Afrodita?
—Elián es un nombre bonito.
—Pues Elián será su nombre, uno muy bueno por cierto.—en ese momento ella le dejó cargar al recién nacido.— Tiene el cabello negro como yo.
—Espero que tenga los ojos púrpuras.
—Si yo también, ¿sabía que te amo?
—Yo también te amo.
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𝘼𝙁𝙍𝙊𝘿𝙄𝙏𝘼 𝘿𝘼𝙉𝘼𝙄𝙎 ✅
Fanfiction❝ 𝘈𝘧𝘳𝘰𝘥𝘪𝘵𝘢 𝘋𝘢𝘯𝘢𝘪𝘴 , era la personificación de la belleza y elegancia. Hija mayor del Duque Danais,fiel servidor de la familia imperial e Imperio. Considerada como el ideal de belleza para mujeres,encantaba a cualquier hombre que se lo...