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¿Idear un plan?

Sí, lo habían hecho.

¿Era bueno?

No sabrían decirlo.

Danica y Gregg estaban decididos a buscar respuestas para confirmar su loca teoría.

¿Era posible entrar a un videojuego?

Eso parecía.

¿También era posible salir?

Sí ya entraron no debería ser problema, ¿verdad?

Los chicos caminaban por el denso bosque lleno de coloridos y numerosos árboles. De lejos se podía notar lo irreal que se veía todo eso.

Las aves cantando felizmente. El cielo de un hermoso azul. Las hojas cayendo de aquellos árboles seguidamente.

Parecía a esas películas animadas que mostraba la televisión, donde todo era alegría y felicidad.

—Entonces... buscaremos a tu hermana, que no tenemos ni el mínimo rastro de ella y luego... —habló Gregg un poco confuso—, ¿no crees que esto es un poco descabellado, ojos oceánicos?

—¿Más descabellado que entrar a un videojuego? —preguntó confusa, ya se había resignado a que la llamara así.

—Bien, esto de entrar a un videojuego suena como una locura. Todo esto es una gran locura —alzó los brazos y los movió exageradamente señalando a todo el lugar—. Pero no tenemos ni idea de qué hacer al encontrar a tu hermana, no, mejor dicho. ¡Ni siquiera tenemos idea de cómo encontrar a tu hermana!

—¡Lo sé! ¡Sé que todo esto es confuso! —gritó cansada de todo el parloteo de Gregg—, ¡Sé que es raro e inentendible! ¡LO SÉ!, ¡NO TIENES QUE RECORDARMELO CADA DOS SEGUNDOS!

Gregg se calló y apretó los labios. La verdad era que estaba nervioso y cuando lo estaba no dejaba de hablar.

Danica estaba cansada de él, sobre todo porque no se callaba, y prácticamente estaba tratando de contenerse para no enterrarle una flecha en su cráneo.

Danica iba a hablar pero Gregg la interrumpió.

—¡Cuidado! —y seguidamente la empujó a un lado.

Una bala.

Era una bala lo que casi atraviesa el cráneo de la chica.

Los dos quedaron con los ojos muy abiertos, viendo la bala que había impactado contra el árbol tras ella.

Aún cuando estaban asimilando lo ocurrido, escucharon pasos acercándose a su posición.

Los dos voltearon casi simultáneamente y vieron como unas tres personas se acercaban a ellos, cargaban trajes parecidos a los que ellos tenían, en comparación que los de aquellos cubrían todo su cuerpo y portaban un arma cada uno.

Tardaron unos segundos para procesarlo pero sus piernas se movieron justo a tiempo. Los dos empezaron a correr y se escondieron cada uno en un árbol distinto, no muy separados uno del otro.

Danica no esperó más y sacó su arco para tomar una flecha de su espalda y apuntarla a uno de los atacantes. Apunto y lanzó. No fueron más que centimetros los que separaron al agresor de la flecha, la chica bramó y lo volvió a intentar.

Gregg solo se mantuvo tras el otro árbol, viendo a la pelinegra lanzar las flechas y quedó un poco perplejo al ver que la segunda sí estrelló justo en la cabeza de uno de ellos.

—¿Sí sabes usarlo? —preguntó confuso.

Ella lo miró por un segundo, incrédula ante sus palabras.

Cuidado con caer [Libro 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora