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4 minutos antes...

Jake aún estaba deslocado. La sonrisa de Sarco se extendía con cada palabra de Miss Jane, mientras que la reina portaba una cara de indiferencia, cosa que la hacía ver como una completa extraña ante los ojos de Jake.

Pero no era una extraña, era su herm... su creación, era su creación. La conocía a la perfección.

—¿Qué tienes para decirme? —preguntó ella luego de un rato en silencio.

—Yo... —no tenía ni idea de por qué Sarco no le había dicho nada, pero tampoco sabía si negarlo o aceptarlo, ¿tenía que seguir con su juego?

—¿Tendrás el descaro de mentirme? ya sé toda la verdad, no tienes oportunidad. Tu atentado no sirvió de nada.

—Yo... —repitió, no tenía ni idea de qué decir.

Sarco al notar esto negó divertido y segundos después el chico notó sus pupilas del mismo color verde que mostraban sus venas. Estaba usando sus poderes, pero, ¿con qué?

Jake entreabrió los ojos cuando notó como lo que parecía que eran sus manos, las cuales las seguía sintiendo a su lado, reposando, volaron hasta el cuello de la reina.

Ella se echó para atrás al sentir como apretaban su cuello. Jake no podía creerlo pero, podía ver como una persona exactamente igual a él la estaba asfixiando justo en frente.

—¿Pero qué...? —desvió su vista a Sarco, quien veía muy fijamente a Miss Jane, y ella trataba de safarze del agarre de la copia del rubio—. ¿Tú estás haciendo esto?

Sarco no respondió, solo se dedicó a observar como la reina estaba siendo asfixiada exitosamente.

—¡NO! —gritó Jake y corrió hasta Sarco para empujarlo.

Grande fue la sorpresa cuando tanto el doble de él como Sarco desaparecieron de repente.

—¿Qué? —incredulo, desvío su vista a Miss Jane y la observó tratando de levantarse mientras trataba de volver en sí.

Jake no supo qué hacer. Sabía perfectamente que para poder salir de ahí había que asesinarla, pero una parte de el no se atrevía a hacerle daño, no podía.

—¡Jane! —la voz alegre de Sarco se hizo presente al entrar.

El rubio fijó su mirada en la puerta, viendo perplejo a Sarco entrar con una sonrisa, detrás de él venía Danica y... ¿Gregg?

Entreabrió los ojos al ver a Gregg pasar por la gran puerta blanca, con los ojos abiertos y respirando.

¿Qué demonios...?

—Veo que estás un poco mal, ¿necesitas de mi ayuda? —esquivó un golpe que la reina trató de darle y rió.

—¿Me estás traicionando? —preguntó al estar de pie por fin.

—¿Pero quién me crees? —fingió sorpresa mientras ponía una mano exageradamente en su pecho—. Querida Jane, pero si nunca estuve de tu parte.

Ella lo observó con la peor mirada que se le puede dar a alguien y él volvió a reir sonoramente.

—Eres un... —no terminó su frase porque intento abalanzarse hacía Sarco pero este no lo permitió, tirandose a un lado.

—Ahora ya no eres nadie.

—¡Guardias! ¡¿Dónde están mis guardias?!

—¿Ellos? Uhm —fingió pensar por un momento—. Creo que están de mi lado.

—¡¿Qué?!

—Resultó que eres un desastre como reina y todos ahora me quieren a mi como rey —sonrió—. ¿A que no es genial?

Ella lo observó por unos pocos segundos para bufar sonoramente y correr a una de las puertas y salir. Danica la observó y corrió tras ella preparando el arco y flecha.

Sarco suspiró.

—Al fin, solo hombres aquí. —sonrió inmediatamente.

Jake todavía seguía embobado observando a Gregg, algo que el chico no notó ya que su vista estaba fija en el lugar por el que Danica había desaparecido hace segundos.

Sarco al ver tan penosa escena del rubio, no pudo evitar reír.

—¿Es que nunca viste a alguien regresar de la muerte?

Ante aquellas palabras Gregg volteó y observó a Jake, quien apartó la vista de inmediato.

Gregg solo negó, no tenía tiempo para esto, Danica podía estar en peligro. Y así, salió por el mismo lugar en el que habían desaparecido las dos anteriores.

—¡Vamos, Jake! No me quiero perder la diversión. —pero el rubio no se movió, de hecho, parecía que no siquiera lo había escuchado—. ¿Jake? ¡¡JAAKEE!! ¡HOLAAAA! —Sarco movió su mano frente a el rubio, quien reaccionó lanzandole un manotaso para alejarlo.

—Déjame.

—Joder, y yo que creía que el demente aquí era yo. —negó y se encaminó a la salida a paso tranquilo, poniendo sus manos en los bolsillos de su traje.

El rubio se levantó de pronto y empezó a correr tras él.

Escucharon pequeños ruidos en la sala del trono, allí se encontraban, y la escena no le gustó nada al rubio.

Miss Jane tenía amenazada a Sharon —quien ya no estaba dormida—, con su brazo rodeando su cuello. Ella trataba que la fuerza de el brazo no le apretara lo suficiente el cuello con sus delgadas manos al rededor.

Danica apuntandoles con el arco y Gregg desde otro ángulo con una mano tocando el cuchillo guardado en su traje, atento ante cualquier movimiento.

—¡Oh, se unieron a la reunión! que lindo. —Miss Jane dio pequeños pasos al frente con una Sharon cada vez más pálida—. Ustedes tal vez tomaron algo para que mis poderes no les afectaran, pero sé que ella no lo hizo, por lo cual, piensen muy bien qué hacer si no quieren que pague las consecuencias.

—Es a nosotros a quien quieres, ¡suéltala! —Gregg estaba a punto de perder la paciencia.

Sarco dio un paso al frente, y otro, y así hasta tener a Miss Jane a escasos metros.

—Escuchame...

—¡Me traicionaste!

—Jane —mostró una sonrisa, ¿comprensiva? ¿Era ese el mismo Sarco de siempre?—. ¿Recuerdas de lo que hablamos hace unos días? necesitas descanso, yo te puedo ayudar con eso y lo sabes, ¿recuerdas lo que me comentaste?

Ella no artículo palabra alguna por lo que Sarco siguió hablando.

—Que manejar todo este lugar tu sola te consumía demasiado, ¿recuerdas que me lo dijiste? —habló mientras daba unos pocos pasos más hasta ella—. Quiero ayudarte, es lo que siempre he querido. Vamos, me conoces, te conozco. Tenemos que ayudarnos unos a otros, como los compañeros que somos.

Jane lo observó por unos segundos con los labios semiabiertos, parecía tan sincero, sus palabras por alguna razón sonaban diferentes, tan...

No, él no era así, era una farsa.

Fue ahí, de un segundo a otro, cuando Miss Jane movió a Sharon a un lado, bloqueando lo que se le acercaba.

Sharon dejó escapar un pequeño gadeo al sentir como un metal frío atravesaba su vientre.

Sarco había tratado de manipular a Miss Jane para clavarle la daga, pero la reina se dio cuenta a tiempo y se protegió con el cuerpo de la chica, la cual, fue la que sufrió la herida.

Sarco al notarlo dio varios pasos hacia atrás, deshaciendo el cuchillo que hacía poco había creado para atentar contra la reina.

Sharon cayó de rodillas mientras se tomó el vientre para detener lo más posible el sangrado.

La herida era grande y se estaba desangrando con rapidez.

¿Esto era todo?

¿Moriría también?

¿Ese lugar de fantasía cobraría a otra víctima?

Cuidado con caer [Libro 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora