•30• (final)

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¿Cuántas personas podías ver morir en un día sin volverte completamente loco?

De pronto la audición de Jake se había vuelto nula.

Solo vio como Gregg corrió hasta Sharon para socorrerla. La flecha de Danica impactando contra el hombro de Miss Jane y a Sarco empuñando el cuchillo en su estómago por fin.

Fue tan de prisa que no supo cómo reaccionar.

Pero fue tanta la sorpresa al ver que ante eso, la reina no mostró ningún signo de dolor, si no que, con sus pupilas marcadas en dorado, se dirigió a Sarco, quien al verla en ese estado dio un paso atrás, inconscientemente, pero no pudo evitar lo que se le avecinaba.

Por primera vez, el miedo invadió el rostro de aquel ser mágico. Apretó la mandíbula mientras retrocedía, con los ojos bien abiertos y una de sus manos en frente.

—¿Creyeron que con eso me vencerian? —fingió una sonrisa—. Me dan pena.

Los ojos de Sarco tomaron el mismo color que los de Miss Jane poseían en ese momento, dorados, y de un segundo a otro echó la cabeza para atrás y entreabrió la boca pasmado.

—A mí nadie me traiciona y se sale con la suya. —pronunció mientras que Sarco se retorcía del dolor—. Ni siquiera tú.

Miss Jane elevó las comisuras de sus labios mientras observaba como Sarco temblaba, aún de pie y con su cara contraída por el dolor.

—Confié en ti. —negó lentamente—. Te convertí en mi aliado para... ¿esto? que desperdicio de mi tiempo.

Jake estaba plantado en el mismo lugar, por alguna razón sus sentidos fallaron y se dedicó a observar nada más. No sentía sus piernas, ninguna parte de su cuerpo reaccionaba, era como si estuviera dormido. ¿Miss Jane le había hecho algo?

Mientras tanto Danica y Gregg trataban de socorrer a Sharon, quien cada vez palideció más y la sangre no paró de salir, si no hacían algo pronto, moriría.

Todo era un caos, y nada parecía cambiar para mejor.

Miss Jane tenía el poder de la situación, y lo sabía, que era lo peor.

Hasta que...

Pum.

El sonido de un disparo alerto a todos.

Sarco cayó al suelo con un golpe seco, pero no había sido él quien recibió el disparo si no...

La mancha roja cada vez aumentaba más y más manchando así el elegante vestido blanco de la reina. Su mirada recayó sobre aquella mancha en su pecho, justo en el corazón.

Antes de caer al suelo desvío su vista al rubio, a quien le temblaban las manos con las que sostenía el arma.

Él había disparado.

La reina al verlo entreabrió los labios, a punto de decir algo pero lo único que se escuchó fue el golpe seco de el cuerpo de Miss Jane contra el suelo.

Hubo silencio por unos segundos.

—¿Qué dem...? —Gregg quedó atónito al notar como de repente, la herida de Sharon desaparecía, junto con la sangre derramada.

Danica dio un paso atrás y observó con perplejidad como sus manos, antes llenas de sangre, estaban completamente limpias. Gregg en cambio, se mantuvo con Sharon observando la escena con los ojos bastante abiertos.

Sarco abrió los ojos de repente, observó a todos lados, aún con la cabeza en el suelo y tomó una gran bocana de aire. Nunca había sentido un dolor tan grande como ese.

Al inclinarse pudo notar el cuerpo inerte de Miss Jane tirado frente a él y desvío su vista a Jake, quien había tirado el arma al suelo y miraba al cuerpo sin vida con algo parecido a miedo.

—¿Tú disparaste? —preguntó con algo parecido a sorpresa.

Jake no dijo nada, ni siquiera se movió, volvió a estar en el mismo estado de sumisión de hace unos segundos.

Fue un impulso nada más, cuando notó todo el caos a su alrededor su mano viajo a la parte en donde escondía el arma que se había llevado del búnker, y sin tan siquiera pensarlo, se levantó, con las manos sudorosas le apuntó, quitó el seguro y apretó el gatillo.

Justo en su corazón.

No hubo tiempo para arrepentimientos, por lo que al ver a quien parecía ser su hermana cayendo al suelo entendió lo que había hecho. La había matado.

Y el estaba asustado.

—¿Está... muerta? —preguntó Sharon observando el cuerpo con terror.

—Si una bala en el corazón no la asesino, nada lo hará —Sarco dio pequeños pasos hasta la reina y llevó su mano fría a su cuello para buscar el pulso—. No hay nada, esta muerta. —comprobó.

Todos en la sala guardaron silencio, pensando qué hacer a continuación.

Esto era todo, ¿no? Ya podrían volver a casa.

—¿Entonces...?

—Han ganado. —felicitó Sarco levantándose de sus rodillas y observandolos con su carateristica sonrisa macabra—. Hemos ganado.

—Iremos a casa —Sharon entreabrió los ojos y tomó a Gregg (quien era el que tenía al lado)—. ¿En serio iremos a casa?

—¿Y ya está? —preguntó Danica quien veía a Sarco con un poco de desconfianza.

—¿Quieres algo más? —Sarco negó divertido—. Ustedes irán a casa y yo estaré aquí gobernando Wrengel. Y ya está.

—No confío en ti.

—¿Crees que ahora te mataré? —resopló divertido—. No gracias, no me apetece. Solo... espero volverte a ver.

Danica volteó los ojos con hastío y caminó hasta Sharon y Gregg, para ayudar a levantarla del suelo.

—¿La asesiné?

—Ay miren, sí habla. —se burló Sarco al escuchar al rubio, pero al observar su expresión puso los ojos en blanco—. Jake, esa no era tu hermana, ni siquiera era una persona real, esa sangre que ves ahí —señaló al charco de sangre que se estaba creando bajo el cuerpo Miss Jane—, ni siquiera es real. Solo hiciste lo que tenías que hacer para salir de aquí. Eso fue todo. —pronunció hastiado, como si no fuera la primera vez que se lo dijera.

El rubio seguía observando el charco de sangre, hasta que, de un momento a otro, tan de repente, Jake levantó su vista y observó a Sarco con el ceño fruncido.

—Yo te eliminé. —susurró lo suficientemente alto para ser escuchado por todos en la sala.

Sarco rió secamente y desvió su vista unos segundos para volver a observarlo.

—Cuando decidiste que nada podía matarme, con eso firmaste mi existencia hasta el final. Por lo que nada podrá hacerlo, ni siquiera un estúpido intento de eliminación. Así que, muchas gracias. —pronunció lo último con sarcasmo.

—Eso no es...

—¿Posible? —rió—. No sabes el poder que tienes en tus manos, Jake. Creaste todo un imperio que podías haber tenido para ti, si tan solo asi lo hubieras deseado.

Jake no quiso decir más, mejor dicho, no puedo, de repente sintió como un brillante humo dorado lo envolvía. Observó al resto, quienes también tenían el humo dorado a su alrededor.

Sarco los observaba con una pequeña sonrisa.

—Fue un enorme placer conocerlos. Espero verlos, muy pronto. —de repente, la sonrisa desapareció y observó al rubio directamente—. Muy pronto —repitió en un susurro el cual nadie escuchó.

Era hora de volver a casa.

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Y ahora sii, ¡aquí el final!

Cuidado con caer [Libro 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora