Un arco y flechas.
Un hacha y suficientes dagas guardadas en diferentes partes de su cuerpo.
—¿Estás segura que sabes usar eso? —preguntó Gregg, tratando de romper el hielo.
Danica había optado por utilizar el arco y flechas, se veía intimidante con él, es decir, ya en su expresión siempre mostraba estar segura de si misma y justo ahora con ese arco encima sobre ella fue lo necesario para verla como alguien poderoso.
Gregg, en cambio, se había ido por las dagas, y un hacha que cargaba en su mano derecha.
Luego de tomar las armas y cambiarse de ropa, el salón desapareció, haciéndole caer un gran bosque en medio de la nada, no tenían idea de lo que estaban haciendo por lo que solo caminaban sin rumbo deseando encontar algo que los ayudara a saber qué hacer.
—Sí, bueno, tengo un tiempo sin usarlas, pero no es tan difícil —pronunció luego de unos segundos en silencio.
Gregg asintió lentamente sin saber qué hacer a continuación. La realidad era que no le agradaba para nada lo que estaban haciendo, no tanto eso de caminar sin rumbo, si no el no haber cruzado muchas palabras, eso lo tenía al borde de la locura. No le gustaba estar con alguien que en la vida había visto y ni siquiera presentarse, claro que el miedo lo había helado por un tiempo y ahora era que estaba volviendo en sí.
—Soy Gregg —habló finalmente—, por cierto.
Ella asintió sin tan siquiera voltear a verlo, algo que hizo incomodarle mucho más al chico.
—¿Me dirás tú nombre? —preguntó inquieto, pero Danica lo ignoró completamente.
El castaño suspiró pesadamente luego de no obtener respuesta alguna.
Ella se le había adelantado unos pocos pasos, por lo que ni siquiera podía verlo por el rabillo del ojo y no se molestaba en tratar de detallarlo en ningún momento.
—Tus ojos son tan azules como el océano. Ojos oceánicos —estaba buscando cualquier excusa para que hablara antes de que los nervios y el cabreo llegaran, pero esta chica ni se inmutaba—. Ya que no me quieres decir tu nombre te diré así, ojos oceánicos.
Después de estarlo ignorando por demasiado tiempo, desvió su vista al chico en cuanto él terminó de decir aquello. Su expresión irradiaba incredulidad.
—¿Ojos qué? —preguntó entonando los ojos en su dirección, confusa.
—Ojos oceánicos —repitió con una media sonrisa, por lograr que hablara.
—¿Lo escuchaste de alguna canción o...?
—De hecho sí —asintió—. De varias la verdad, y me pareció lindo.
La chica bufó y la sonrisa del castaño se ensanchó.
—No quiero que me llames así —habló en un tono seco.
—No me quieres decir tu nombre, por lo que es la única forma de llamarte —se encogió de hombros.
—¿Es tan importante mi nombre? —preguntó con hastío.
—De hecho sí —respondió obvio
La chica volteó y le dedico una mirada malhumorada, rodó los ojos con hastío y dio una risa amarga.
—Idiota —bramó
—¿Por qué te caigo tan mal? A penas y llevamos media hora conociéndonos —se apresuró en decir.
—Por tu irritable forma de ser...
—¿Irritable? —preguntó incrédulo, mientras fruncía el ceño
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Cuidado con caer [Libro 1 y 2]
FantastikDespués de llevar años construyendo un videojuego que lograría introducir personas en él. Jake, el chico nerd, egoísta y malhumorado que nunca quiere salir y ver la luz del sol, se da cuenta del gran daño que eso causaría. Su misión ahora es tratar...