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Día soleado. Al parecer todos los días en ese lugar de fantasía eran lo suficientemente soleados como para ver todo con absoluta claridad.

La gran cueva se encontraba completamente iluminada por los rayos del sol y los chicos ya estaban preparándose para el plan, el cual, Jake aún no había contado.

Formaron un pequeño círculo mientras comían un par de frutas para pasar los segundos en los que esperaban por el rubio, quien no dejaba de repasarse lo que haría cada uno.

Cuando de repente recordó algo importante al ver a Danica rascar su oreja.

—Ustedes, Imantes —les llamó él, los dos chicos voltearon casi enseguida—. En su oreja derecha tienen un pequeño aparato, ¿cierto?

Los dos asintieron, sin entender.

—Perfecto —de un segundo a otro Jake se avalanzó a Gregg (quien era al que más cerca tenía) y apretó el pequeño botón que cargaba en su oreja.

Casi de inmediato un casco —perfectamente a su medida— apareció en la cabeza del castaño.

Le protegía la cara y gran parte trasera de la cabeza, era negro decorada con pequeñas franjas grises, solo sus orejas quedaban al descubierto. La parte de sus ojos era protegida por vidrios que no dejaban ver en su interior.

El chico se sobresaltó al sentir como su rostro era enmascarado.

—¿Siempre se pudo hacer esto? —preguntó el castaño luego de unos segundos, mientras tocaba la máscara, incrédulo.

Jake asintió a lo que Gregg resopló.

—Si hubiera sabido esto antes me habría ahorrado un gran golpe por culpa de Sarco —niega mientras aprieta el botón y la máscara desaparece.

—Yo quiero intentar —comenta Danica y lleva su mano al botón de su oreja, logrando aparecer aquel casco en ella.

—Esperen... ¿Sarco? —pregunta Jake, confuso y Gregg asiente extrañado ante la actitud de este—. Eso no puede ser posible, yo lo eliminé del juego.

—Pues... al parecer no fue así, y tengo un gran golpe en la cabeza que lo demuestra.

El rubio negó, incrédulo, estaba seguro de haber eliminado a Sarco luego de no gustarle su idea de él, no podía estar aquí, era imposible.

—Estoy seguro de haberlo eliminado.

El resto quedó callado ante la actitud de Jake, quien se levantó del suelo dirigiéndose a la salida, aún con una gran duda en él. Su boca entreabierta y su ceño fruncido no era una buena señal.

—No puede estar aquí. —habló más para él que para el resto.

—Pero, ¿por qué te pones así? ¿Tan peligroso es? —pregunta Cole extrañado por su actitud.

—Él... Miss Jane no se compara a el poder de Sarco... él, es invencible.

—Nada es invencible. —niega Danica.

—En serio —se voltea al resto—. En serio es invencible. Literalmente invencible.

—No entiendo.

—Sarco tiene la habilidad de crear ilusiones. Él... con tan solo estar dentro de Wrengel, él puede saber tu ubicación, tus movimientos, tus pensamientos. Todo —suspira en derrota.

Ahora los Imantes entendían todo eso que Sarco les había dicho, las piezas estaban empezando a encajar.

—¿Por qué dices que es invencible? eso no lo hace indestructible. —comenta Sharon, uniéndose por primera vez a la conversación.

—No lo entienden. Nada puede acabar con él. Nada, así lo programé. Y si está de lado de Miss Jane... —niega asustado—. No los venceremos jamás.

—Tiene que haber alguna forma...

—No la hay —le interrumpió—. Estoy diciendo que es un ser indestructible, yo lo creé, y lo conozco a la perfección.

Esas palabras quedaron suspendidas en el aire ya que ninguno se atrevió a decir algo más. Jake parecia asustado, muy asustado, había palidecido de pronto y su respiración se encontraba agitada.

¿Cómo lograrían salir ahora?

El pecho del rubio subía y bajaba con anormalidad mientras caminaba de un lado al otro.

Tres pasos a la derecha.

Tres pasos a la izquierda.

Por más que trataba de maquinar algo, le era muy difícil. Sin Sarco de su lado ganar sería imposible.

—Encontraremos alguna forma —Sharon fue la que dio un paso hacia el rubio, quien no dejaba de caminar de un lado al otro—. Pero si nos alteramos, no lograremos nada, ¿se entiende? de nada vale alterarse, no es más que un juego, un tonto videojuego. He jugado muchos y todos los he vencido, este no será la excepción.

Sharon se detuvo a una distancia prudente en la que el rubio no pudiera tropezar con ella, ya que parecía no tomar en cuenta a nadie a su alrededor, de verdad estaba alterado.

—Jake —lo llamó ella, pero siguió sin responder, aunque por lo menos, ya no daba más pasos y estaba parado viendo a la selva—. ¡JAKE!

Jake dio un respingo, al igual que el resto, al escuchar a la rubia quien tomó una bocana de aire para seguir hablando:

—¡Todos nosotros estamos asustados, nerviosos, no eres solo tú! ¡Todos queremos salir de aquí! ¡Si esa cosa Carso, Sirco —trató de acordarse de el nombre unos segundos mientras movía las manos de forma dramatica, pero no dio con él—, no me importa su nombre ahora, si esa cosa es tan peligrosa como dices ya nos hubiera atrapado y vuelto sus malditos prisioneros! ¡Pero no lo ha hecho! ¡Y no lo hará! ¡¿Sabes por qué?! ¡¿Lo sabes?!

Pero Jake no pronunció palabra alguna, de hecho, quedó petrificado en cuanto la chica empezó a gritarle.

—¡No nos hará nada porque nosotros somos más peligrosos que él! ¡Somos mas peligrosos que todo este maldito lugar! ¡Un estúpido psíquico no hará que quiera esconderme, porque saldré de aquí! ¡Todos saldremos de aquí con vida! —pronunció la última palabra casi en un aulido, recordando a Eliza.

Fue ahí cuando sintió una mano varonil acariciar su hombro, para voltear y encontrar a su novio observándola con una media sonrisa en su rostro.

—Esa es mi chica. —la jaló para que volviera a sentarse junto con el resto.

Al voltear notó la expresión de los Imantes. Danica no mostraba mucho en su expresión, pero para ser ella, se le notaba sorprendida. Mientras que Gregg portaba el ceño fruncido y los labios ligeramente separados. Se les podía notar su asombro.

Jake, por otra parte, al pasar unos cuantos segundos desde los regaños de la rubia, reaccionó pestañando para asimilar lo ocurrido.

Sacudió la cabeza para borrar el momento y se dedicó a inhalar y exhalar para encontrar su calma. Algo que con el pasar de los segundos logró conseguir.

Necesitó un poco más de tiempo para idear un plan, el anterior ya no serviría, no ahora contando con Sarco, necesitaba ser rápido, necesitaba...

—Ya tengo un plan —anunció luego de varios minutos en silencio. Todas las miradas cayeron sobre él.

Era el momento.

Cuidado con caer [Libro 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora