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La aldea de Wrengel era exactamente igual a la de los cuentos. Con casas hechas de madera, suelo arenoso, pequeñas tiendas en todas partes y gente caminando de un lugar a otro.

La comida en las tiendas era gratis, todo lo que estaba a la venta era completamente gratis ya que Jake no quería gastar de su tiempo buscando dinero a la hora de necesitar algo.

Cada wreneliano se paseaba con una sonrisa en su rostro. Al estar ahí te podías dejar llevar por sus niños jugando felices, las aves cantando, las personas saludando con amabilidad a cada sitio que llegabas. Era un lugar increíble en el que cualquiera quisiera vivir.

Jake sabía que Miss Jane nunca bajaba a la aldea por lo que podía pasear sin cuidado por la zona, aunque de todas maneras, Sarco ya sabría de su estadía por esos lares.

Caminaron junto a un grupo de pequeños que por ahí se paseaban, para repasar el plan. Antes de llegar, uno de los niños, una niña para ser exactos, se plantó frente a Gregg, quien apenas la notó, paró y quedó observandola con atención.

—Hola —su pequeña voz estaba cargada de emoción, por alguna razón, Gregg no pudo evitar sonreír.

No tendría más de dos años, era castaña de ojos verdes —con los mismo rasgos de Gregg—, cargaba un pequeño vestido color crema y su cabello era adornado por una linda cinta dorada.

—¿Quieres jugar conmigo?

Gregg no encontró palabras. No entendía qué le ocurría, pero ver a esa niña frente a él le revolvía el estómago de una manera... nerviosa.

Sus grandes ojos observaban al castaño mientras la sonrisa en su pequeño rostro no desaparecía. Gregg abrió la boca para gesticular alguna palabra pero fue interrumpido.

—Gregg, sigamos —Danica posó su mano con mucho cuidado en el hombro de el chico—. Gregg...

Se había quedado tan abobado observando a la niña frente a él que no notó los llamados de Danica para que reaccionara.

—¡Gregg!

Volteó de manera inmediata al escuchar el grito de su compañera, cuando volvió a observar al lugar en donde la niña se encontraba, se llevó la sorpresa de que no había nadie ahí, se había ido.

—¿La viste?

—¿A quien?

—A la niña que estaba hace un momento aquí —señaló el lugar—. ¿La viste verdad?

—Gregg, solo te vi a ti viendo a un punto fijo, pero no había nada ahí —Danica negó.

Gregg frunció el ceño al escucharla, estaba seguro de haberla visto.

—No, he...

—¿Qué tanto hacen allí? —preguntó Jake, impaciente, mientras los esperaba al otro lado del círculo de niños.

Gregg cerró los ojos tratando de olvidar aquello y se encaminó al lugar en el que el rubio los esperaba. Danica le siguió, luego de quedarse ahí parada unos segundos pensando en lo recién ocurrido.

Al llegar los Imantes, Jake suspiró y los observó, preparándose para hablar.

—Okey, ya lo saben, los Imantes irán por una de las vías a la derecha del castillo mientras Sharon y yo distraeremos a los guardias por el otro lado. No hay fallas, los guardias de aquí no están alertas porque nunca hay peligro, pasarlos no será difícil —admitió—. Cuando logren entrar esperen dentro del gran salón, traten de que Miss Jane no los escuche mientras que yo despistaré a Sarco.

—¿Y como lo harás?

—Haré que solo me vigile a mí, se como hacerlo. Vamos, vayan.

Los Imantes asintieron y se fueron a la posición indicada mientras que Jake jaló suavemente a Sharon del brazo para empezar su parte.

Se fueron a la plaza de la aldea, que era donde más guardias paseaban.

Eso contado no era para nada el verdadero plan, Jake sabía que Sarco escucharía sus conversaciones así que buscó otra manera de poder transmitirle el plan a los demás.

Mientras daba indicaciones auditivamente, escribió en el suelo el verdadero plan, el cual era enviar a Sharon al castillo como nueva "prisionera" por incumplir alguna de las tantas ordenes de la reina. Los Imantes esperarían cerca de la entrada del castillo a que abrieran la puerta principal cuando llevaran a Sharon para entrar discretamente.

Mientras tanto, Jake distraería a Sarco con todo tipo de pensamientos para adentrarse al castillo, estaría tan ocupado observando en la cabeza de Jake que no le prestaría atención al resto.

Antes de llegar por completo a la aldea, habían pasado por una cabaña cerca para buscar la ropa necesaria y así poder hacer pasar a Sharon como una pueblerina más.

Al llegar a la linda y decorada plaza se escondieron tras una de las paredes de las pequeñas casas a su alrededor.

—¿Ves a esos guardias que estan ahí? —el rubio señaló a un pequeño grupo de hombres altos y fornidos, con trajes aparentemente fuertes, negros con franjas doradas. Ella asintió—. Con tan solo dirigirles la palabra sin pedir permiso te pieden enviar a prisión.

—¿Estas bromeando? —preguntó ella frunciendo el ceño.

—Ojalá, pero aquí las reglas son demasiado estrictas, si no pides permiso primeramente, no les puedes dirigir la palabra, y romper una regla significa la muerte —ella lo observó con cara de espanto—. O bueno... eso al final lo define Miss Jane.

—¡¿Por qué demonios lo hiciste así?!

—¡Porque me pareció interesante! Vamos, no podemos perder más tiempo —le dio un pequeño empujón para que se encaminara hasta los guardias.

Sharon bufó pero aun así empezó su camino hasta los hombres con cara de matones.

Estaba nerviosa, pero trató de no demostralo demasiado, no quería algún fallo.

A unos pocos metros para llegar hasta los grandulones paró e inspiró lentamente, luego dejó salir el aire, y así una y otra vez. Sus nervios estaban a punto de ganarle.

Jake observó como no seguía caminando y maldijo en voz baja, tenía que apresurarse, no podría retener a Sarco por más tiempo.

—¡Oye tú! —la voz de Sharon le hizo levantar la cabeza de golpe y vio como corría hasta uno de los guardias y le plantaba un golpe en su mejilla.

Jake entreabrió los ojos al ver la escena, fue todo tan rápido. El hombre tumbado en el suelo junto a otro socorriendole, Sharon siendo tomada a la fuerza por uno de sus compañeros y llevada al carruaje.

El primer impulso de cualquier otra persona habría sido ir a socorrer a Sharon, pero él quedó plantado observando todo mientras asentía, estaba ocurriendo todo como debía ser.

Bien, no fue así como se lo imaginó, tuvo que admitir que estuvo un poco dramático, pero por lo menos la primera parte del plan estaba hecha.

Ahora seguía lo difícil.

Cuidado con caer [Libro 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora