Cap XXIV

582 133 41
                                    

—Lo lamento —Yanli se inclina ante el dueño de la posada y las siervas que están ocupadas en las cocinas—. Tenemos que ajustar el banquete para mañana. Tuvimos algunos inconvenientes y necesitamos coordinar algunos detalles. Por favor, cubriremos todos los gastos que se han hecho el día de hoy al doble y si hay alimentos hechos, pueden llevarlos a sus respectivos hogares para que no sean desaprovechados.

Yanli tiene que coordinar muchas cosas para el banquete. Wei Wuxian jamás le aclaró la condición de su hermano, tampoco que está cansado con un hombre y que ese es precisamente Zewu-jun. Ante esa falta de información, los regalos están mal. Y además Lan Qiren pidió esperar para que Lan Wangji también pudiera estar en la celebración. Eso implica ajustes que hacer: tanto en número de invitados, como de habitaciones y los regalos que entregar.

Las túnicas que compró para su hermano deben ser ajustadas para su tamaño y para su pareja pues... Zewu-jun no entrará en esa ropa de mujer.

Bueno, estas son preocupaciones menores. Lo importante es que su hermano está a salvo, a-Cheng está con vida. Suspira porque a pesar de la felicidad que debe sentir, hay también un gran rastro de arrepentimiento y vergüenza. ¿Cuántos dolores pasó su hermano mientras los estaba esperando?

Prefiere no pensarlo.

Se despide de la servidumbre y sube las escaleras de la posada, abrazándose a sí misma y su pequeña barriga. Quizás es su estado, pero las ganas de llorar han permanecido en ella desde que vio a A-Cheng y no sabe si podrá dominarlas más tarde.

—A-Li —susurra su esposo cuando lo encuentra en el pasillo. Zixuan la mira con dolor, como si no supiera qué hacer para aliviar su preocupación. Ella intenta sonreir, pero el esfuerzo flaquea cuando sus labios tiemblan y nuevas lágrimas envuelven sus mejillas.

Él la abraza. Ella se deja cubrir por él mientras se siente tan indefensa y tan sola. Si en vez de arrodillarse frente a Meishan Yu y de Lanling Jin, hubiera buscado a su hermano en cada pueblo de Yunmeng: ¿hubiera podido hacer alguna diferencia? ¿Lo hubiera salvado de lo horrible que tuvo que pasar? Tiene miedo de preguntar: de preguntar cómo le quitaron sus piernas, de qué le hicieron, de cómo sobrevivió sin ella, porque cada palabra que pudiera decir la haría sentir menos merecedora de tenerlo de vuelta.

Zixuan entiende eso porque acaricia su espalda suavemente y derrama pequeños besos en su cabello, aún si están en medio del pasillo. El decoro es lo que menos parece importarle y eso la llena de calidez ahora.

—Esposa... deberías descansar. No es bueno para nuestro hijo o hija que estés así.

—No puedo, A-Xuan, no hasta hablar con él.

—¿Por qué no esperas hasta mañana? Han sido muchos sobresaltos.

—Esperé mucho... esperamos mucho. —Ella sube su mirada y sus ojos se encuentran con los de sus esposo. Él parece comprender el mensaje y solo asiente—. Esperame en la habitación... iré, hablaré solo un momento con él.

—Bien, está bien.

—¿A-Ling dónde está?

—Con Wei Wuxian en la habitación de tu didi. —Ella se sorprende con eso—. No deja de hablar de su maravilloso jiujiu.

—¡Oh! —en medio de las lágrimas no derramadas, se forma una sonrisa de incredulidad—. ¿Estás bebiendo vinagre, cariño?

—No, por supuesto que no. —E infla adorablemente sus mejillas y ella ya quiere pincharlas.

—Le ganaste a A-Xian en tiro al arco en el camino y A-Ling no dejó de hablar de lo maravilloso que eres. Dale un poco de crédito a A-Cheng.

A-Xuan no responde nada, pero mira a ambos lados del pasillo como si se asegurara que nadie estuviera cerca, antes de acercarla y besar sus labios. Suavemente acaricia sus mejillas mojadas y con delicadeza se encarga de secarlas hasta que separa sus labios.

Dos viejas vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora