Cap XXXIII

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Wei Wuxian no va a dejar que nadie le quite el derecho de ver a su hermano. Así que llega al pueblo, alquila una habitación en una posada más cerca al borde de Yunping y se dirige hasta el lago donde debería estar su hermano pescando. Al no encontrarlo allí, se dirige directamente hasta la casa, sin importar si pidió permiso o no a Meng Yao y se sorprende al encontrar a su hermano ladrando órdenes mientras que una construcción se levanta.

Será una casa grande, una donde la actual que tienen será apenas una habitación. En este momento, están levantando las columnas, después de enterrarlas en tierra con maderas muy gruesas que fueron sacadas de árboles cercanos de madera maciza. También encuentra a jóvenes que están trabajando mientras arman el piso de madera. Uno se encarga de crear las tablas, otros está trabajando duro manteniendo las tablas en su sitio y allí, está Jiang Cheng, con el pantalón sucio por todo el esfuerzo, la espalda bañada del sol y sudor, fuerte como una montaña, mientras martilla la madera del piso para mantenerla en orden en la estructura elevada que está creando para soportar una inundación.

Si no supiera que es su hermano, Wei Wuxian podría decir que le coquetearía. Bueno, también puede hacerlo como broma.

—¡Qué buena vista hay aquí!

—¿Wei Wuxian? ¿Qué haces aquí?

—¿Cómo qué hago? ¡Visitando a mi didi! Fui a buscarte al lago, pero no estabas allá, así que vine a acá.

—Se supone que tenías que avisarle a a-Yao —dice su hermano, mientras seca el rastro de sudor de su frente. Wei Wuxian se acerca y mira como un par de ojos se alejan de una pequeña parcela que está siendo maniobrada por un par de niños.

—¿Por qué tengo que pedirle permiso para ver a mi didi? vine a visitar a mi familia.

—Si vas a venir a molestar, entonces aquí hay trabajo qué hacer. —Wei Wuxian gira el rostro al notar la invitación a quedarse de Jiang Cheng, quien señala el piso de madera que está armando.

En respuesta, sonríe con todos sus dientes.

Los niños corren hasta él y hasta su padre en poco tiempo. Feng-er está eufórico explicando que tiene una nueva misión de a-die por días: esta es hacer un jardín. Su primera tarea fue quitar las malas hierbas y en eso demoró todo el día de ayer, aunque Wei Wuxian imagina que eso fue quitar una hierba, correr, quitar otra hierba, correr. De todos modos, exclama con asombro y alaba la fuerza del niño. A-Jun, en cambio, se ha mantenido lejos, con esa expresión gruñona que le duele el corazón.

Se parece tanto a Lan Zhan. Y él arruinó todo con Lan Zhan.

—Feng-er, A-Jun, vengan a saludar a bobo —la forma en que su hermano llama a sus hijos a saludarlo le duele el corazón.

Es... hermano mayor de papá. Quiere llorar.

—¿Bobo?

—Sí, Wei Wuxian es su bobo.

—¿Bobo, me ayudas a terminar el jardín?

—No, bobo va a ayudar a a-die con el piso. Feng-er es grande y puede ocuparse del jardín con a-Jun.

Y hablando de a-Jun, el niño está ignorándolos deliberadamente mientras mete una rama en la tierra. Wei Wuxian ríe desde el fondo de su estómago al verlo, mientras traga su propia pulsada.

Decide darle el tiempo al niño, mientras ayuda a Jiang Cheng en lo que puede. Le sorprende que Jiang Cheng esté ocupando sus propias manos a esta empresa, más al saber que su hermana le debió haber dejado dinero suficiente para comprar su propia casa. Pero él está allí martillando y habla de que hizo su propio bosquejo para la casa, una grande, con varias habitaciones para que sus hijos tuvieran donde quedarse y para recibir visitas. Habla de un granero para las sequías y un jardín para que su esposo pueda disfrutar en los buenos días. Se ve tranquilo, Wei Wuxian al verlo no puede notar un rastro del hombre que casi se ahoga dos veces frente a él por el peso de la guerra.

Dos viejas vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora