Cap XXI

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Zhou retoma su trabajo después de la siguiente mañana. Antes de partir, cuando aún estaba atrapado en los brazos de su esposo, A-Huan le preguntó si consideraba buena idea invitar a su shufu hasta la casa para presentarle a sus hijos. Zhou podría unirse después. Su respuesta fue sí, un sí inconforme y nervioso, que A-Huan agradeció con un largo beso en la cama.

Ciertamente, se ocupará la mayor cantidad de tiempo para no tener que enfrentarse tan pronto con el hombre que Lan Huan llama su padre, aunque fuera su shufu. También tendrá que pensar en no ensuciarse demasiado para cuando esté de regreso (o pedirle a A-Yao que le diera espacio en su casa para lavarse antes). Por si acaso, se llevó una ropa de cambio y mientras espera que la red se llene, con Pelusa descansando bajo su brazo, piensa en qué llevar para cocinar.

Esto es como recibir el suegro en la casa y, sabiendo quien era Lan Huan, el suegro de un chico rico. Tiene que dejar una buena impresión.

Está también la conversación que tuvieron la noche anterior, cuando sus hijos dormían. Zhou veía, intentando quedarse dormido, a a-Jun removiéndose y subiéndole la pierna a un tranquilo Feng-er mientras reposaba quieto en la estera. Su esposo se acomodó contra su espalda de forma mimosa, dejando a veces besos sobre su espalda desnuda como si repasara algunas de sus viejas cicatrices.

—Cariño... deberíamos tener una habitación aparte. —Eso dijo. Zhou abrió más los ojos y toda intención de sueño se despejó.

—¿Otra habitación?

—Feng-er y Jun-er están creciendo... y extraño tus gemidos.

Dios, para que Yue dijera eso antes era... y ahora este Lan Huan...

—¿Solo para eso?

—Ellos necesitan su privacidad, nosotros también. ¿Podríamos pensarlo?

—Una nueva habitación... —suspiró e intentó pensarlo en ese instante, hasta que los dedos de Lan Huan bajaron al costado de su estómago y dejaron caricias ascendentes y descendentes que lo erizaron—. ¿Qué más quieres? ¿Cortinas de sedas? ¿Bañeras con aceites? ¿Alfombras, escritorios, caminos de piedra y carruajes?

Lan Huan rió suavemente contra su cabello y dejó un beso allí.

—De momento, una habitación para nosotros, para poder abrazarte desnudo, para hacerte el amor y que me hagas el amor sin tener que escondernos o asustarnos porque Jun-er se movió en la cama.

—De momento...

—Podemos ir obteniendo una cosa a la vez.

—Una habitación... con bañera.

—¡Ahh...! Mi esposo me consciente tanto.

Mirando el lago y las leves ondas que se abren con el paso de su embarcación, Zhou frunce el ceño mientras que Pelusa se remueve y golpea su muslo con la cola.

—Una habitación y una bañera. De hecho dos habitaciones y una bañera. —Su perra ladra, contenta, como si estuviera satisfecha con su decisión—. Nunca me has visto construir una casa, ¿verdad? Ahora me verás, pequeña.

Porque a-Huan le dijo que no irá a ningún lugar sin él, y si él no se va de la casa, entonces A-Huan se quedará. Hará que quedarse valga la pena, que jamás se arrepienta de escogerlo a pesar de su secta. Le construirá dos habitaciones a su casa, una bañera para ellos, hará más grande su hogar y hará que la sala tuviera una separación de la cocina y se verá más arreglado todo. Si bien, siempre desdeñó de los muchos muebles para que A-Huan no tuviera problemas al moverse dentro de la casa, también es cierto que A-Huan se adapta muy bien a su entorno. No tendrá problema para eso. Sonríe al pensarlo.

Dos viejas vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora