Mingjue se siente asfixiado en esa casa que apenas es la mitad de su propia habitación. Pensar que XiChen ha vivido allí con Jiang Wanyin y sus hijos es tan incorrecto que todo lo que quiere hacer ahora es llevarlos a Reino Inmundo. Aunque Wanyin esté construyendo una casa más grande, también es cierto que la extensión que está previendo apenas es suficiente para ocupar la habitación que él usa, la de su hermano y un almacén pequeño de Reino Inmundo. Es pequeña, es...
Está lejos de lo que alguna vez fue XiChen. Lejos de lo que merecía Lan-zhongzhu o Zewu-jun.
Pero allí está su amigo, bien, en apariencia, jugando con su hijo menor mientras el mayor apila las tazas para servir la sopa que Wanyin ha preparado para todos. Sonríe a ese hombre pequeño que está a su lado y Wei Wuxian solo hace bromas estúpidas con su hermano, como si todo lo que está aquí es normal.
Nada es normal. Todo está mal. Mingjue siente el familiar enojo moviéndose en sus entrañas. Respira porque es lo que debe hacer. No va a provocar otra situación como la que tuvo temprano, ni a asustar a la familia por su falta de control. Se mueve hasta caminar fuera del patio, bajar de la madera hasta la tierra y avanza hasta que está cerca de los troncos de los árboles. Ve los ojos amarillos de la perra negra de la casa, acurrucada bajo el árbol. Apenas alza la cabeza antes de bostezar y reacomodarse.
—¿Por qué no te unes a la celebración? —escucha la voz de Wen Qing al acercarse. Está abrazada a sí misma, apretando el manto que trajo con ella para el frío, aunque el clima es más benévolo aquí que en Reino inmundo.
—Debería hacer la misma pregunta, mujer.
—No tengo nada que celebrar —dice, sin más. Mingjue la observa con más atención a pesar de que hay poca iluminación allí afuera.
No va a decir «lo siento», porque ese chico que era su hermano y salvó a XiChen sigue siendo un Wen y recibió su merecido. Aún si hizo lo correcto, hacer lo correcto le costaba la muerte porque fue un acto de traición a su secta. Así que calla y mira como Wei Wuxian sale corriendo con los niños hasta la parte que están construyendo y se sube a la plataforma con ellos para ubicarse en su cena improvisada. Huaisang también sale a unirse al grupo y XiChen aparece en la puerta con una sonrisa calma que llena su rostro. Apenas se escucha la voz de Wanyin al parecer reclamando algo. No presta atención a lo que hablan.
—No deberían estar aquí —dice Mingjue en voz alta. Wen Qing resopla—. No deberían vivir así, no deberían estar en esta situación. Todo esto... es injusto.
—¿Tiene idea de lo que daría por haber encontrado a mi hermano al menos así? —pregunta ella. Mingjue la mira de reojo—. Mi vida... daría mi vida para que mi hermano al menos estuviera así, feliz al lado de alguien que lo ame, con una familia, no importa si no tiene los recursos que teníamos. No importa si ya no tuviera cultivo.
—Lo que estamos viendo, mujer, es solo lo superficial. No me vas a hacer creer que los Wens los dejaron salir ilesos. Él mismo Wanyin lo dijo —reprime la rabia que intenta subir en su garganta—: hicieron con él lo que pudieron hacer después de quitarle el núcleo. Con XiChen...
—Que sobrevivieron es quizás todo lo que deseamos. Honestamente, hasta me conformaría ahora por tener a mi hermano como un cadáver andante. —Mingjue arruga el ceño ante las palabras de Wen Qing, pero ella da media vuelta—. Regresaré a la posada. Procura no morir.
Lo último que ve es a Wen Qing dirigiéndose hacia la parte donde dejaron a sus caballos. Mingjue resopla y se endereza cuando escucha los pasos de XiChen acercándose. Él le sonríe con amabilidad, sus ojos siguen siendo los mismos de antes, aunque no pueda ver. Camina con tanta firmeza que no pareciera que fuera ciego y, por un momento, Mingjue quisiera creerlo.
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Dos viejas vidas
FanfictionLa guerra acaba después de cinco años, pero los herederos de Yunmeng Jiang y Gusu Lan siguen desaparecidos. Después de una extensa búsqueda: Lan Zhan y Wei Ying encuentran a sus hermanos sin núcleos, viviendo una vida de campesinos. Pero si ellos es...