Cap LI

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Fue una mala noche. El invierno más fuerte ha llegado a Gusu y las enormes pilas de nieves está llenando la tierra verde. Sus hijos habían recibido la nieve con júbilo, pero desde la mañana la tos de a-Jun se hizo más fuerte y para la noche estaba prendido en fiebre. Metieron a todos en la casa mientras un grupo de médicos Lan observaban y atendían al pequeño heredero de Gusu Lan. Jiang Cheng no se apartó de él, preocupado y angustiado por la progresión de a-Jun, no dejó de hablarle y de pasar paños tibios para bajar la fiebre.

No quedó nada más que esperar.

Lan Huan también estaba preocupado, pero tuvo que hacerse a cargo de Feng-er y de Jingyi quien se la pasaba escapando de la casa de los niños y de las clases para estar con ellos. Ya parecía haberse adaptado a su pequeña familia y él y Jiang Cheng ya hablaron de la posibilidad de llevárselo con ellos a Muelle de loto. Un niño más, por supuesto que les gustaría.

Eso significó que tuvieron una muy mala noche, con a-Jun llorando por el malestar de no poder respirar por la nariz, tosiendo con su pecho apretado, Jiang Cheng controlando su propio dolor de piernas por el frío con el objetivo de tener mejor arrullado a A-Jun y Lan Huan despertándose cada hora por cualquier movimiento de su hijo y de su esposo. Para cuando llegó la mañana, la fiebre bajó, a-Jun está dormido y ambos padres se sienten cansados.

Obviamente, no esperan una visita. Lan Huan reprime el quejido de malestar cuando la puerta se tocada.

—A-Huan, ¿cómo sigue a-Jun? —la voz de A-Yao suena preocupada, pero Lan Huan siente que no solo por la salud de su hijo.

—Mejor, supongo que en un rato llegará el médico para revisarlo nuevamente, pera ya no tiene fiebre y está durmiendo por fin.

—Lamento que hayan pasado una mala noche, pero... —A-Yao suspira—: Jin-zhongzhu está aquí. Ha pedido una audiencia con A-Cheng.

—¿Qué? ¿A qué ha venido?

—Parece molesto porque no se le haya considerado en el acuerdo con Baling Ouyang.

Lan Huan suspira hondo. Tiene un dolor de cabeza persistente por no haber podido dormir bien, la preocupación y el frío, su esposo no está mejor, de hecho aunque no lo haya dicho sabe que ha estado tolerando el malestar de sus muñones desde hace días. Lan Huan toma una decisión porque sabe que es necesario que su esposo descanse, no cree poder tolerar en ese momento con su hijo enfermo las artimañas de Jin Guangshan, y es consciente que, si él fuera el líder de secta, al menos que fuera una emergencia no recibiría a nadie que no se hubiera anunciado con anticipación.

—A-Yao, sé que es una posición incómoda la que te pediré tomar, pero en este momento no tenemos el ánimo para hablar temas de sectas no anunciados. Por favor, dile a Jin-zhongzhu que podremos recibirlo mañana. Le pediré a a-Zhan que lo mantenga cómodo hasta entonces.

—No te preocupes, estoy seguro que entre Lan-zhongzhu y yo, podremos entretenerlo hasta mañana.

Meng Yao sale de la casa tras ver desde la pantalla de privacidad a a-Jun durmiendo y a Jiang Cheng revisando de nuevo la temperatura de su hijo.

—¿Qué ocurrió? —Jiang Cheng pregunta, sentándose por fin en la mesa para desayunar mientras Feng-er y Jingyi ya recogen sus tazones.

—Nada. Jin-zhongzhu quiere tratar asuntos de sectas con Yunmeng Jiang, pero le dije que lo haremos mañana. Tienes que descansar, a Cheng. Y hace mucho frío afuera, no creas que no me he percatado de tu malestar.

Lan Huan ya estaba preparado para persuadir a su esposo de dejarle encargarse de esto, pero para su sorpresa, Jiang Cheng accede sin hacer demandas. Eso lo sorprende y le hace notar lo muy cansado que debe estar su esposo o lo poco preocupado por la visita de Jin Guangshan. Él nunca llegó a hablar con él, solo participó de oyente en pocas reuniones al lado de su shufu, no obstante, tiene los recuerdos claros de la clase de persona que es y preferiría evitarla. Sobre todo, considerando el maltrato que le dio a A-Yao.

Dos viejas vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora