Cap XXXI

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Han pasado dos semanas desde que toda la familia se fue. La normalidad regresó al pueblo casi al instante, cuando los rumores de la gente elegante que vino a buscar a Zhou se desvaneció ante el escándalo de la esposa del carnicero arrojando a su marido fuera de la casa después de encontrarlo gastando sus ahorros en el burdel. Eso fue lo suficiente jugoso para que el pueblo entero se olvidara del resto.

Meng Yao observa la tranquilidad con una extraña nota de pesar. La forma cómo terminó esa reunión fue caótica. Zhou casi se desmaya por la falta de aire y el ataque que tuvo los asustó a todos. En respuesta a la preocupación, Jin Yanli también casi se desvanece en los brazos de su esposo debido a la conmoción. A-Yao vio como se volvía cada vez más pálida al notar a su hermano sin poder respirar.

Fue triste... aunque una parte de él siempre tuvo temor de quedarse atrás, ver cómo todo se materializaba ante sus ojos se volvió triste. La evidente falta de control en sus deseos y las expectativas que tenía cada uno hacia su familiar chocaron y colapsaron allí. No puede decir que no entiende, de hecho escuchando cada punto de vista podía darle la razón a algunos de ellos. Ciertamente el gran problema fue que seguían en el camino que le advirtió a Wei Wuxian en el pasado: no saber volver sin traer el pasado a su presente.

—¡A-Yao! ¿Qué te parecen estas? —Huan muestra un set de cojines cómodos para decorar.

—Esos están muy bien. Su tono es un azul oscuro, como el manto de medianoche. Son buenos para que A-Jun y Feng-er no los ensucien tan pronto.

Huan, a pesar de todo, está contento con el regreso de la normalidad. Más cuando su familia antes de partir había dejado suficiente dinero como para redecorar su casa y no preocuparse por comida en meses. Desde que Zhou volvió a recuperar el ánimo y decidió no seguir pescando de momento, ha estado trabajando en la remodelación de la casa con un grupo de cinco jóvenes que ha contratado como ayudantes, usando el dinero que le dejó su hermana. No pesca porque está todo el día en la construcción de la casa, ampliando las habitaciones y creando un granero para guardar en caso de escasez.

—Entonces será esto. La cama ya está en construcción, será mi regalo por nuestro nuevo año de casados.

—¿Tres años ya? —A-Yao dio señal para que la encargada envolvieran los cojines y de paso seleccionara sábanas que fueran a juego que seguro Huan apreciaria—. Yo no estuve allí en la boda.

—Bueno, estabas ya en camino. ¿Recuerdas? Él me sorprendió con eso cuando fuimos a dejar una ofrenda al templo Guanyin, solo... solo necesitábamos sentirnos juntos. Quería hacer eso de nuevo frente a nuestro salón ancestral en Gusu Lan, pero...

La voz de Huan se desvanece antes de negar con la cabeza rígidamente. Toda la confusión que se creó por pensar que ir a Gusu Lan significaba vivir en Gusu Lan, había provocado todo el repentino cambio de planes.

—Quizás después —dice en cambio, dibujando de nuevo una sonrisa esperanzada—. Quizás después podamos renovar nuestros votos con nuestra familia acompañándonos.

—Me pondré de tu lado porque dudo que Wei Wuxian me deje quedarme en su lado de la mesa.

Huan ríe.

—Wangji tampoco parece satisfecho de que te llame hermano, es celoso, pero al menos no dirá nada al respecto.

—Puedo con su silencio. Por cierto, ¿crees que haya pasado algo con lo de la bañera?

—No lo sé. Le preguntaré a Wangji cuando regrese. Le pedí un mes de descanso, afortunadamente me lo ha respetado.

Lan Huan recibe las compras en sus manos y agradece con una inclinación la atención prestada. Meng Yao sale con él todavía con la sensación de que las cosas no están tan bien como lo considera Lan Huan. Sin embargo, con esa felicidad tranquila que él emana, Meng Yao no se atreve a decir palabra alguna. Aún cuando sabe que si Zhou llega a recordar de nuevo sus pisos se removerán inevitablemente.

Dos viejas vidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora