Capítulo 21

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Mi regreso a la oficina no es ni de cerca tan glamuroso como te hacen ver en los programas de televisión. A penas habían notado mi ausencia, y, de hecho, para algunos de mis compañeros, que quieren escalar en los puestos de trabajo como hice, mi ausencia de un par de días no resultó para nada un motivo de preocupación. Estoy completamente segura de que si hubiera faltado un poco más, habrían tirado las cosas de mi escritorio y buscarían la manera de convencer al señor Clifford de darles mi puesto.

Sin embargo, y para mi buena suerte, el jefe me tiene un poco de aprecio. De hecho, cuando llegué a la oficina más temprano, dejó un muffin sobre mi escritorio antes de entrar al suyo. Es uno de los gestos más amables que he recibido en días… Claramente, gestos que no tengan que ver con Eslay y la bratva. Necesitaba esto, necesitaba volver a mi vida normal, el contacto con las demás personas. Hablé con Cassie, y Chase terminó pasando un rato por aquí en su hora del almuerzo, así que pudimos hablar, aunque a escondidas, mientras mis demás compañeros en el piso iban a tomar su turno para almorzar.

Ambos nos disculpamos, nos abrazamos, y decidimos que, aunque a ninguno de los dos nos agrade la situación en la que me encuentro, es lo que es y se debe enfrentar como se pueda, y de una forma más madura. Aunque, me pregunto si eso podrá suceder; Eslay dejó en claro sus intenciones de empujar los límites de mi hermano, y Chase es demasiado volátil como para simplemente quedarse quieto en su lugar.

Después de que dejó la oficina, y terminé la gran parte de mi trabajo, programé una videoconferencia con uno de mis nuevos clientes y preparé mis cosas para cuando Eslay pasara a recogerme. Teniendo en cuenta lo que sucedió más temprano, ni siquiera hizo falta que él me dijera que vendría por mí, simplemente sabía que, antes de que el reloj marcara las 14:20, él enviaría un mensaje diciendo que llegará.

Y no me equivoco. Estoy saliendo por las puertas del elevador cuando, en mi mano, mi celular suena con un mensaje de Eslay. No llego a leerlo, ya que en cuanto cruzo las grandes puertas de vidrio del edificio, hacia el exterior, veo uno de los lujosos autos de Eslay bajando la velocidad, hasta estacionarse a pocos metros de mí.

Me tomo mi tiempo para caminar hasta él, no solo porque quiero hacerlo esperar, sino porque los zapatos que tengo puestos son de punta delgada, y mis pies se desacostumbraron un poco a estar tan oprimidos, después de tanto tiempo que estuve descalza por la mansión. Eslay baja del auto y extiende una mano en mi dirección. Esta vez no hay chofer, solo él, y me pregunto si es una buena idea que estemos los dos a solas; después de todo, podría volverse demasiado incómodo.

No rechazo su mano, no tengo motivos para hacerlo, y Eslay sabe que estoy molesta como para aceptar más que eso. No hay ni una sola nota, un atisbo de mueca, siquiera, que delate qué es lo que está pensando o lo que está sintiendo. Siendo honesta, me gustaría saber que lo pongo nervioso, pero en un sentido lindo, no, para nada, quiero lograr ser intimidante para él, que tenga, al menos, un poco de miedo de sus acciones a mi alrededor.

Pero es Eslay Crawford, un pakhan, probablemente el hombre más temido de todo Nueva York, y aquí estoy yo, una mujer embarazada, de metro sesenta, solo luciendo una mueca de enfado permanente en su presencia. Podría derribarlo, por supuesto, pero no creo que eso sea suficiente como para hacerlo retroceder sus pasos, o pensar bien las siguientes palabras que me dirá.

Su aroma a colonia, tan masculina, me llena y hace cerrar los ojos por un momento mientras me guía hasta la puerta del acompañante para abrírmela  y ayudarme a entrar. No he olvidado ese olor… De hecho, no puedo olvidar nada, pero su aroma se siente como una marca personal desde aquella noche. Nunca he estado con alguien que use esa colonia, y, ahora que la he vuelto a oler, solo puedo pensar en su lengua sobre mí, y sus besos.

De un Mafioso | Clan Crawford #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora