Capítulo 50

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Él sonríe, una sonrisa extraña y falsa. Sus mejillas regordetas de abultan en los pómulos, apenas dejando ver que en algún momento éstas tuvieron hoyuelos que ahora están cubiertos por grasa. Su cabello está demasiado corto, y las canas ya empezaron a aparecer, a pesar de que debe estar en sus cuarenta; una barba insípida cubre su repugnante rostro, y sus ojos brillan con alguna emoción demoníaca, seguramente recordando las mismas cosas que yo, o que Chase.

Está por dar un paso cerca de nosotros, pero Axe se interpone, evitando que se acerque más. Llevo una mano a mi vientre, y siento las manos de Chase sobre mis hombros de manera protectora. ¿Por qué él me protege a mí? Debería ser al revés, no es a mí a quien Robert golpeaba hasta el cansancio cuando éramos niños, sino a él.

Robby ríe, una sola carcajada alta, tirando su cabeza hacia atrás y sujetando su enorme barriga. Sus ojos destellan burla y molestia, ahora dirigidas a Axe, y estoy segura de que está por levantar su mano y estamparle un puñetazo, sin embargo, no lo hace, y en su lugar dice:

—¿Qué? ¿Ahora tienen guardaespaldas?

—Efectivamente, así que aléjese de la señora Crawford y el señor Collins, o me veré obligado a tomar represalias —le advierte Axe en un tono frío y demandante, y no se me pasa por alto la forma en que me llama.

—¿Te conseguiste un pez gordo, señora Crawford? —Hay hostilidad y burla en su voz, y me sorprende cuando no me afecta. Ríe sin gracia, con desprecio—. Tus padres se estarían revolcando en la tuba si pudieran ver en lo que te has convertido. En lo que se han convertido ambos.

Estrecho mis ojos hacia él—. ¿En qué nos hemos convertido? ¿Tú en que te has convertido?

—Solo veo a un fracasado que se quedó estancado en la ciudad de su infancia, que su único crecimiento ha sido por la comida, y que, seguramente, sigue viviendo de la pensión de su madre —ataca Chase, tomando un paso delante de mí para ponerse junto a Axe. La cara de Robby se pone roja, y no puedo adivinar si está apretando la mandíbula o solo nos mira con asco.

Es la misma mirada que solía darnos mientras vivimos bajo su techo; una desagradable temporada que nunca podré olvidar, no solo porque mi cerebro no me lo permite, sino porque Chase lloraba todas las noches, y yo no era la excepción. Robby nos hizo la vida miserable, y puede que él haya sido un adolescente tonto, pero nosotros éramos niños todavía. Pasar por su casa dejó marcas físicas en Chase, y psicológicas en ambos.

—Eres muy gallito ahora, para ser que solías ser una gallina. —Las mejillas de Robby se mueven con violencia al pronunciar esas palabras—. No olvides tu lugar…

—¿Por qué no te vas a la mierda, Robby? —interrumpe Chase, canalizando toda la ira que ha estado conteniendo en esas palabras. Nadie, a excepción de unas cuantas personas, están viendo la escena frente a ellos, y el tono de Chase procura que siga de la misma manera; sé que no quiere hacer un espectáculo, sobre todo porque no quiere figurar en la ciudad—. Si crees que aún tengo once años para que me intimides, entonces estás muy equivocado.

—¿Estás amenazándome?

—El señor Collins no está haciendo nada, pero si quiere lo podemos resolver entre nosotros. —Axe discretamente abre el saco de su traje, y le muestra lo que supongo que es su arma. Los ojos de Robby, como pueden, se abren con sorpresa, y termina dirigiendo su vista hacia mí.

—¿Ahora dejas a los demás que peleen por ti? ¿Clare McDaniel fue suficiente para ti?

—Vete antes de que te asesine por mi cuenta. Anhelo el saber qué se siente tomar tu vida con mis propias manos —le advierte Chase, poniendo una mano en su pecho y haciéndolo retroceder—. Y si vuelves a acercarte a nosotros, te prometo que lo haré.

De un Mafioso | Clan Crawford #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora