Capítulo 55

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No falta decir más, pactamos una hora para encontrarnos el día martes, y él sale de la habitación, dejando la puerta abierta, y entonces Eslay se asoma desde el balcón para observarme. Apaga el cigarrillo y sus pasos apresurados hasta la habitación se oyen graciosos contra el piso de madera. Ni siquiera duda en cerrar la puerta, dejando a Jaron del otro lado sin ninguna orden, y se sube al otro lado de la cama junto a mí, probando su suerte y esperando tener algún tipo de reciprocidad cuando acomoda su brazo para abrazarme.

—¿Está todo bien?

—Genial —miento de la manera más natural y convincente que puedo, dándole una pequeña sonrisa—. No te quiero presionar… —cambio de tema, una gran estrategia—. ¿Pero qué fue lo que pasó? Ya sabes, con tu madre.

Su expresión cambia de repente, y en sus ojos vuelve a haber un brillo triste. Trago grueso y me reprendo mentalmente por haber abierto mi boca. Parecía estar un poco mejor, y ahora he echado sal a la herida.

—Está bien si no…

—No fue un accidente —me interrumpe, acomodándose más abajo en la cama, y su expresión se ensombrece—. Tampoco fue su corazón. Es decir, sí fue su corazón, pero no por su enfermedad cardíaca. —Puedo ver la ira volviendo a él, la forma en que aprieta su mandíbula y mantiene la mirada perdida lo dice todo—. ¡Ella estaba bien! Sus resultados no eran los mejores, por supuesto, pero había empezado su tratamiento, esto…

—Está bien, Eslay. —Ahora soy yo quien lo interrumpe, terminando por acurrucarme a su lado, poniendo una mano tranquilizadora sobre su pecho—. ¿Sabes quién lo hizo? ¿O por qué?

Ríe amargamente mientras pasa sus brazos a mi alrededor—. No, pero lo averiguaré. Y cuando lo haga, esa persona pagará de la manera más dolorosa. No tendré misericordia alguna; si me quitan parte de mi vida, entonces arrancaré las suyas.

Su voz es tan fría al decir aquellas palabras, pero en cuanto sus ojos se bloquean en los míos, se derriten por completo y se acerca un poco más, juntando sus labios con los míos en un corto beso, para luego apoyarme contra su pecho.

—¿Y Aleksei? —pregunto para desviar la atención, y me acomodo contra él, con la cabeza justo sobre su corazón.

—Todavía no lo sabe. Se lo diré hoy. —Un quejido escapa de sus labios y su cabeza golpea ligeramente contra la cabecera de la cama—. Va a enloquecer, de verdad va a perderlo tan mal, o peor, que yo. —Otro quejido sale de sus labios, pero esta vez más fuerte. Golpeó la mesita de noche con su mano herida—. ¡Y está mi padre! Mierda, las cosas no podrían ser peores. Necesito recuperar un poco de estabilidad para continuar peleando, ¿sabes? Hay momentos en los que todo se desmorona para mí.

Lo entiendo, realmente lo hago. Ya perdí la cuenta de cuántas veces creí perder el control de mi vida, en qué momento las cosas comenzaron a salir terriblemente mal algunas veces, llevando a cosas todavía peores.

—Estaré para ti en los momentos en los que pareciera que todo se desmorona a tu alrededor —le prometo, queriendo agregar un “solo déjame ser parte”, pero no lo hago. Quiero hacer un cambio, no presionarlo para que empeore.

—¿Y si no puedes hacer nada para ayudarme? ¿Si estoy tan fuera de mí que, no lo sé, las cosas se pueden poner peor?

Levanto la mirada y digo con honestidad—. Entonces nos desmoronamos juntos. Pero no te permitiré pasarte la vida siendo autocompasivo y destructivo. Voy a estar para ti, Eslay, solo… Quiero que tú también estés para mí.

Él asiente una sola vez, como recordando mis palabras de no promesas, y suspira mientras me acomoda a su lado sin dejar de abrazarme, acomodando su mentón en mi cabeza. Pongo una mano en su pecho a la vez que lo uso de almohada. Cierro mis ojos mientras pasa sus dedos por mi cabello, disfrutando de como la piel se me eriza.

De un Mafioso | Clan Crawford #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora