Capítulo 16.5 (I)

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POV ESLAY

Llegué más temprano a la mansión, después de haber terminado mis reuniones y asuntos con rapidez. Para ser honesto, me apresuré con ello para no tener que dejar a River y O'Brian demasiado tiempo a solas, sin importar que Sergey estuviera vigilando por mí. Hice que Matt investigara bien a Cassandra, incluso más de lo que investigó a River; y aunque realmente no se le encontró ningún trapo sucio, descubrimos su asociación con River.

Inicialmente fue algo sorpresivo que ella, quien ha estado investigando casi cada uno de mis pasos para aquella columna policial, sea la misma que ha estado en la pandilla del Reino Bajo junto con River y su hermano Chase. No tenía ningún papel importante allí, fue casi como si la hubieran adoptado... Sin embargo, comenzó a investigarme por razones diferentes esta vez, y luego de leer su informe supe el porqué.

Creí que sería una buena manera de deshacerme de ella si la traía, pero luego pensé en River y en lo que ella diría, en cómo se sentiría. Y entonces solo decidí que, por ella, la dejaría vivir mientras no me molestara en el futuro, ni me involucrara en sus columnas. Dejé incluso que se quedara más tiempo porque River se veía feliz, la dejé ir porque River dijo "es hora de que vuelvas a casa", y soporté mi dolor de cabeza de oírlas a ambas, solo porque River estaba riendo. ¿Qué es lo que está pasando conmigo?

Sin embargo, en cuanto la puerta está cerrada y River me mira con sus hermosos ojos, con una chispa nueva en ellos, siento algo en mi pecho, algo que ya había sentido antes, y que sé que me vuelve débil, inútil. Entonces llego a la conclusión de que debo matar el sentimiento, alejando a River y matando sus sentimientos también. No hay otra opción.

Puedo ver que le duele la manera en que la trato justo ahora, y ella trata de herirme también. No voy a mentir, de cierta manera lo logra, pero es mejor así. No puedo ser lindo con ella, por ella, tengo que serlo porque tendremos un hijo, y el bebé tiene que ser lo único importante aquí.

-Jódete, Eslay -me dice en un tono calmado, pero puedo notar la hostilidad, ira y hasta desprecio detrás de éste. Tengo que contar hasta diez para tranquilizarme, tratando de no explotar.

Así que una vez calmado le digo-: Jódete también, River.

Y luego de eso doy un rápido vistazo a su muñeca, la cual comienza a tornarse pálida y verdosa, para seguidamente darme la vuelta y salir de la mansión. El auto no ha sido llevado a la cochera aún, así que aprovecho eso y lo tomo, ignorando las interrogativas de mis guardias; no necesitan saber acerca de mis asuntos.

Yair ha estado jodiendo demasiado últimamente, y aunque lo he tenido vigilado el suficiente tiempo el hijo de puta parece solo mover los hilos de manera externa, encargando a sus hombres hacer el trabajo sucio en todo este asunto. Pues, bien, me encargaré de ellos y me aseguraré de que llegue a los oídos de Yair; me estaciono en el bar protegido por su territorio, el cual sus hombres frecuentan más de lo que deberían, y bajo del auto, llamando la atención de algunos cuantos.

Irrelevantes. Quienes de verdad importan están dentro.

Me quito el saco mientras entro al desprolijo y ruidoso bar, mirando hacia todos lados con discreción en busca de los miembros de la Cosa Nostra, hallándolos casi sin problemas. En este lugar suelen ser los más ruidosos, temperamentales y molestos. Es como si este lugar les diera algún tipo de inmunidad para comportarse como quieran. Aunque al dueño del establecimiento no parece gustarle demasiado la idea.

Cuelgo mi saco sobre mi hombro y camino hacia la barra, sentándome junto a uno de ellos, e inmediatamente pidiendo algo para tomar. Si tengo que seguir oyendo estupideces sin poder hacer nada al respecto aún, entonces necesito un poco de alcohol en mis venas.

-Aunque no sé qué le está ocurriendo al jefe últimamente -continúa el hombre sentado junto a mí, dirigiéndose a sus colegas-. Actúa de manera torpe e impulsiva. Si continúa así llamará la atención directamente a la organización.

-Aún así, ¿crees que el jefe no puede encargarse de ello? -pregunta el otro hombre, amargamente, y bebe de su trago-. Impulsivo, sí, pero llevamos meses haciendo esto y todavía el foco no está sobre nosotros.

Río sin gracia y bajo mi trago, mirándolos-. ¿Meses?

Honestamente, tenía una sospecha de quién era el que estaba reemplazando las cosas con sucio krokodil, esa droga rancia que genera necrosis y autofagia en quien la consuma. El que lo hizo sabía muy bien como todo me terminaría afectando, y tengo a tantos descontentos conmigo que podría sospechar de cualquiera. Sin embargo, Yair ha sido especialmente molesto desde que tengo la desgracia de conocerlo.

Matt me dijo que mantenga la guerra en frío durante un tiempo; pero ha sido hace años, cuando a penas estábamos comenzando y no podíamos darnos el lujo de iniciar algo que sabíamos que perderíamos. Ahora, tengo incluso más poder del que la Cosa Nostra tenía en aquél momento, tengo a los hombres y tengo los huevos para hacerlo.

Los hombres me miran casi de pies a cabeza, y yo solo levanto mi vaso hacia ellos, burlándome un poco. Lucen algo ebrios para ser tan temprano. ¿Qué hora es? ¿20:30?

-¿Cómo están, señoritas? La siguiente ronda va por mi cuenta. -Les doy un guiño y bebo lo que queda en mi vaso.

Ambos fruncen el ceño, al parecer no reconociéndome. Uno de ellos se atreve y habla nuevamente, en un tono amenazante:

-¿Acaso no sabes quiénes somos, maldito imbécil?

-¿Y ustedes saben quién soy yo? -Me inclino un poco más hacia ellos, mirándolos seriamente mientras intentan descifrar mi identidad. Entonces veo el cambio en sus expresiones, de a uno, y sonríe un poco-. No deberían divulgar información tan importante y de manera tan ruidosa.

-Hijo de perra.

El que está junto a mí intenta darme un golpe, pero tomo su brazo y lo tuerzo hacia su espalda mientras llevo mi mano libre hacia su cabeza, golpeándosela contra el vaso en la barra, rompiéndolo de inmediato, y llamando la atención de todos en el lugar. Su compañero se pone de pie en un salto y me apunta con su arma, a lo que saco la mía con rapidez mientras sostengo con firmeza al tipo al que acabo de incrustarle un vaso en la sien.

El que sostiene el arma dispara, dándome en el brazo derecho, y antes de tirar el arma termino disparándole en la garganta. Hay silencio y una atmósfera de horror y miedo en cuando el tipo cae de rodillas, escupiendo sangre en cataratas mientras se oyen pequeños gorgoteos de su parte, desesperado y con dolor. Todos pueden verlo.

Hago caso omiso al increíble dolor en mi brazo y me concentro en el tipo contra la barra. Lo sujeto por el pelo y tiro su cabeza hacia atrás mientras me inclino hacia él, suelta un quejido, y mientras más cerca estoy, más me inunda el aroma asqueroso a hierro.

-Vivirás, no te preocupes -le digo, quitando el cristal más grande en su sien-. Ahora escucha atentamente y dile esto a tu jefe. -Lo hago asentir con la cabeza y sonrío con satisfacción-. Su tiempo de inmunidad ha finalizado; ya no importa cuánto borre sus huellas... si vuelve a meterse conmigo, entonces lo mataré sin piedad, y cada uno de ustedes.

Lo suelto con brusquedad, haciéndolo caer nuevamente sobre los cristales rotos, y tomo mi arma del piso, como si no estuviera teniendo una hemorragia justo ahora. Tomo una respiración profunda, cuelgo mi saco sobre mi hombro, y salgo del bar exactamente como entré. Solo que esta vez bajo la atenta mirada de todos los prepresentes.

De un Mafioso | Clan Crawford #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora