Orcos

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Tras una cruenta batalla, mi jefe de escuadra elfo, me lanzo unos cánticos sanadores que hicieron que mis heridas se cerraran, aunque no que dejaran de doler, en realidad me dolía hasta el extremo de mis puntiagudas orejas.

El se marchó caminando por el campo de batalla, buscando heridos a los que proporcionarles una rápida curación, mientras que yo recobraba el aliento.

Algo llamo mi atención.

Era el enorme cambia pieles que ya había llamado mi atención en otras ocasiones.

En batalla se transformaba en oso y en ocasiones entraba en berserk, y en esas ocasiones, era un tanto peligroso ponerse a su lado por si soltaba algún zarpazo extra

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En batalla se transformaba en oso y en ocasiones entraba en berserk, y en esas ocasiones, era un tanto peligroso ponerse a su lado por si soltaba algún zarpazo extra.

Ahora estaba por completo en su forma de oso y su respiración era muy rápida.

Estaba muy herido, eso era claro.

Me agache a su lado y me gruño sin saber quien era, así que extendí la mano para que me oliera y tuve que retirarla, había soltado una dentellada, así que le correspondí dándole un capón en la punta del hocico.

Estaba claro que nadie antes había cometido tal desfachatez, ya que entreabrió los ojos y me reconoció al instante

.-Dama Eatae....

.-¿Os encontráis bien? ¿Necesitáis ayuda?

.- No me toquéis, nunca he necesitado ayuda de nadie, ni la he pedido.

Ella cerró levemente los ojos acusando el golpe verbal.

Se sentó en el suelo y comenzó a tararear una melodía...
Era dulzona y adormecedora, tanto que las finas orejas del oso captaron rápidamente el hechizo sumiéndole en un ligero sueño, que unido a su capacidad de auto-regeneración le sanaron.





No hacían más que encontrarse de un campo de batalla en otro, cruzando miradas, mirando cuando pensaban que nadie le veía.

Bailando una danza extraña, consistente en avanzar y retroceder en la misma dirección.

Un día, sin razón aparente, por fin el gran oso se sentó al lado de la elfa, la miraba mientras ella oía los cuentos de muerte y batalla que se contaban junto al gran fuego del campamento.

Ambos comenzaron a hablar, intercambiando sueños, esperanzas e ideologías, que sobre todo en el gran oso estaban muy arraigadas.

Durante esas largas charlas, compartían momentos que en ocasiones se volvían muy intensos, haciendo que Eatae, se escurriera de entre los brazos del oso.

Esa situación, canso al hombre más que al oso, así que volvió sus ojos y gustos carnales en otra dirección.

Eatae, sintió que el corazón la dolía y lloraba interiormente.

Quiso alejarse para siempre, volver a la casa de su padre, pero su nueva familia no lo comprendería.

Así que cuando el oso la volvió a buscar, pinto una sonrisa en su rostro, que con la compañía intermitente de su nuevo amigo, se quedo de nuevo allí.

Un día llegaron hasta ella noticias de la muerte del guerrero.

El pulso se la paro, así que fue en busca de ese magnifico espécimen.

Estaba vivo apenas. Su respiración era lenta, pesada y lo peor, es que su poder de auto-regeneración no funcionaba.

Ella rogó, imploro y lloro durante horas sin conseguir ninguna respuesta positiva.

Así que se inclino sobre el para depositar un suave y tierno beso en los labios, que le dijera sin palabras lo que sentía por el y se marcho.

Así que se inclino sobre el para depositar un suave y tierno beso en los labios, que le dijera sin palabras lo que sentía por el y se marcho

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