Crecimiento

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El siempre había sido el más bajo de todos sus hermanos, posiblemente de toda su horda, pero eso había sido antaño.

Después de desarrollarse gracias a los entrenamientos de los guerreros, ninguno se atrevía a menospreciarle.

Eran un grupo bastante consolidado de fieros luchadores consagrados.

Todos los guerreros del grupo, eran admirados por sus congéneres por donde iban y a pesar de que no adquirían parejas fijas para evitar las flaquezas de los sentimientos, se sabían observados con deseo por las jóvenes de los poblados que visitaban.

No se arrepentía del momento en que le rogo al druida para que lo consagrara.

No había sido una tarea fácil ya que para llegar a convertirse en un gran berserker, y no ser consumido en una sola posesión, su druida lo había hecho en varias fases.

Primeramente tuvo que tomar amanita muscaria repetidas veces hasta conseguir que en vez de matarle por envenenamiento, acelerara su corazón. Después le tocó el turno al beleño negro, que era de ingesta desagradable, así que lo mezclaban con la cerveza o la hidromiel, que hacía que se atrajera de cualquier dolor y por último la belladona, que le ofuscaba el raciocinio hasta convertirlo totalmente en un guerrero lobo.

Su grupo llevaba la belladona en un colgante al cuello, ya que eran la última baza en sus batallas y solo les gustaba tomarla si era totalmente necesario, ya eran salvajes de por si, asi que evitaban imitar al clan de berserker del jabalí.

Su Druida les juntaba delante de la fogata y recitaba una oración a los dioses de la naturaleza antes de cada batalla:

Hablaré de los berserkers, los catadores de sangre,
Aquellos héroes intrépidos, ¿cómo trataban
A los que se vadean en la batalla?
Piel de lobo les llaman.
Portan escudos sangrientos.
De puntas rojas son sus lanzas cuando marchan.
Forman un grupo apretado, cerrando filas.
El príncipe, en su sabiduría, confía en ellos,
En los que cortan los escudos enemigos.
de lanzarlos a la batalla.

Y fue después de una de esas ocasiones que tras entrar en un estado de irracionalidad total y pelear hasta perder el conocimiento, no por sus heridas si no por su posesión, cuando su sed de sangre había disminuido, que despertó en una tierra extraña, rodeado de gente que no hablaba su idioma, que no vestía como él y de aspecto totalmente desconocido.

Pero esa gente, le sonreía mientras le hablaba, le ofrecían comida y bebida, así como algo de ropa, ya que el siempre luchaba totalmente desnudo.

Permaneció es un estado de alerta, observando sus comportamientos, sus movimientos y sus palabras, tardo cerca de un mes, en entender las palabras justas, para darse cuenta de que en su furia, había traspasado las líneas de lucha y había terminado interrumpiendo en un poblado, antes de perder el conocimiento.

Ellos le habían atendido hasta volverlo a la vida.

Y allí permanecía, con ese poblado llamando Slurp, luchando contra el opresor de su nueva familia y usando su cuerpo como arma cuando era necesario.

Desde que estaba allí, su vida había cambiado, sentía que a pesar de ser un guerrero, necesitaba algo más, seguramente la culpa la tenían esos ojos de color caramelo que ya había pillado más de una vez mirándolo a hurtadillas.

La había pillado recorriéndolo desde los pies hasta la cabeza, acariciándole los ángulos de su musculoso cuerpo, haciendo que su temperatura corporal subiera varios grados.

Pero no tenía ni idea de cómo acercarse hasta aquella guerrera, que era una maravillosa perfección de asesina y seda.

Cuando estaban peleando, ella se cubría con una liguera coraza de cuero marrón, ajustándose tanto que le distraía mientras que danzaba cercenando cabezas entre el enemigo. Cuando no peleaba, ella se tapaba con varias capas disimulando su cuerpo.

Así que cuando escucho el leve grito en lo alto del minarete, avanzo al tiempo que levantaba los brazos para recibirla, salvándola de al menos una rotura de extremidad.

Ella no podía dejar de mirarle entre asombrada y turbada, mientras que el caminaba impasible, subió las escaleras y empujo la puerta con el hombro, para avanzar hasta su jergón.

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