XXI - Ya no más un accidente

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En la temporada de 1814 Penélope Featherington contrajo matrimonio con Colin Bridgerton. 

La boda, como se comentó, fue producto de un accidente, porque no era la intención del señor Bridgerton pedirle siquiera un cortejo a la señorita. Ambos habían sido atrapados a solas en un salón y en tres días estaban ya parados frente al altar. 

Había sido un mal día incluso con el clima. 

La novia, atolondrada como estaba por todos los eventos de aquel fin de semana, veía por su ventana aquella mañana viendo las gotas de la lluvia golpear contra el cristal. No quería casarse obligada, aunque analizaba su panorama, tener una boda arreglada con un amigo era mejor que terminar en un matrimonio con alguien que no conocía o que sabía que la trataría mal. Colin no iba a tratarla mal. —¿Aún no te has vestido?

—Prudence. No. -Se levantó de su mueble y se quitó la bata encima del camisón mientras su hermana veía los adornos que le habían dejado a Penélope sobre su peinadora. —¿Está todo en orden? 

—Creo que sí. No, no sé. Me vine a disculpar, después de todo en unas horas serás la señora Bridgerton. -Penélope estaba buscando la ironía en sus palabras mientras Nancy la ayudaba a ajustarse el corsé para ponerse su vestido de novia. —Te vas a casar, eso es raro. Mamá dijo que mi boda con el primo Jack se canceló, y él no está. Se fue... Así que todos estos giros me ponen a pensar en que... no he sido buena contigo. 

—Prudence... 

—Vas a ser una Bridgerton. 

—Sí, y sigues siendo mi hermana. -Dijo mientras se acercaba a ella para tomar sus manos. —No tienes porque temerme ahora ¿O sí? Sigues siendo la mayor, y te quiero. Habrá alguien mejor para ti que el primo Jack. Si estuvo dispuesto a abandonarte incluso ahora luego de un compromiso no te merece entonces. 

—Eres buena... Muy buena. Si te mereces esta boda. ¿Usarás los diamantes Featherington? 

—Mamá dejó que lo hiciera. -Su hermana se quedó a ayudarla junto a Nancy a alistarse. Su vestido era bastante sencillo, de seda y recubierto de blonda, con mangas un poco abullonadas y un hermoso lazo bajo su busto. Se puso sus guantes y sus zapatillas, y aunque lucía como una novia frente al espejo no le gustaba su reflejo. 

Parecía más una niña disfrazada. 

Nancy peinó su cabello en un tocado recogido, casi tan parecido como el que usó la noche del baile Featherington solo que esta vez iba adornado con una tiara y su velo, al estar lista salió con Prudence y vio a su madre esperándolas en el salón principal. —Es hora de irnos a la iglesia, incluso con este diluvio vamos a llegar. 

"Seguro no es buen augurio que llueva en tu boda" —Me ensuciaré el vestido, yo creo que es prudente esperar a que pase la lluvia. 

—No vamos a dar motivos como para que se cancele la boda igual que la del vizconde. Así de simple. 

—Un novio siempre espera a la novia, y el señor Bridgerton no va a echarse para atrás. No es esa clase de caballero. -Dijo Penélope defendiéndolo delante de su madre. —Es un hombre bueno y leal, y será bueno y leal conmigo... Lo sé. 

Portia Featherington no cuestionó a su hija, y a la media hora se fueron en el carruaje rumbo a la iglesia. Ahí esperaba su hija de en medio, Phillippa junto a su esposo, Albion Finch. Los Bridgerton también estaban ahí, esa numerosa familia de la cuál Penélope formaría parte. Al verlos, sintió la tensión, un vacío en el estomágo al cual agradeció no haber desayunado porque seguro sería capaz de vomitar. 

Y Colin, esperando justo en el altar. Estaba muy guapo y sin embargo, se veía serio y enojado. Sus ojos lucían indiferentes y fríos y la atravesaban como cuchillos. No podía apartar la mirada de él y menos él de ella. Trató de relajarse, la boda de una chica debía ser un día feliz y lleno de dicha. Aunque no se sentía en absoluto dichosa. Fue llevada por su madre hasta el lado de Colin y ella se aferró con fuerza a su ramo de flores sintiendo los nervios mientras el arzobispo hablaba en frente de ambos. —Y así lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre. Señor Bridgerton. -Lo escuchó pronunciar sus votos, aunque se sentía como en una nube y no escuchaba nada. Repitió cuando tocó repetir pero no podía dejar de mirar al hombre con el que había soñado por largo tiempo y que ahora estaba a su lado. Juró a sí misma que sería una buena esposa, amorosa, sacrificada y muy dedicada, haría lo que fuera necesario para que él no se sintiera en una obligación. Colin la sostuvo con demasiada dureza y le quitó el guante de su mano izquiera poniéndole en el dedo un anillo que amó desde el primer instante que lo miró. Una piedra verde lo adornaba y la banda era dorada. —Yo los declaro marido y mujer. 

Bridgerton por accidente 🐝💛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora