VII - Aliados

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-¿A qué se refiere con qué no está?

Colin volvía a preguntar por Penélope pero el mayordomo le volvía a dar la misma respuesta. Vio el reloj y solo eran las ocho de la mañana. -La señora Bridgerton salió muy temprano en uno de los carruajes.

-¿Dijo a donde?

-No señor. No lo hizo. Pero aseguró que volvería para la comida de la tarde y pidió que trajeran al médico para que revisaran su herida. También mandó a pedir que se le subiera el desayuno en cuanto usted despertara.

-Deseo un baño. Preparenlo. -Y su mayordomo salió a cumplir los deseos de su señor. Colin comenzó a preguntarse a donde podía ir Penélope tan temprano. En menos de quince minutos ya todo estaba preparado y fue a sacarse todo el sudor y el sucio del viaje que ya comenzaba a molestarle. En cuanto el médico llegó limpiaron su herida y fue bastante satisfactorio para él saber que estaba progresando de buena manera.

-Necesita guardar reposo. Es imperativo que lo haga. No podrá cabalgar por una temporada, y trate de caminar lo menos posible.

-Claro, gracias por sus servicios.

Aburrido estaba y no había pasado ni media hora desde que se fue la última persona con quién habló. Pidió algunos libros para pasar el tiempo pero no era ni remotamente emocionante como cuando iba a toda velocidad sobre un caballo o subía a un barco. No había nada que pudiera hacer.
Había dado órdenes de que se le avisara cuando su esposa llegara a la casa y casi le pareció celestial la noticia cuando se la fueron a llevar. Con ayuda de un sirviente se levantó y pidió que se le llevara a donde estaba Penélope.

Y ella estaba en el estudio. Al abrir la puerta la vio concentrada escribiendo una nota y al verlo ella a él dio un largo suspiro. -¿Qué estás haciendo aquí?

-Este lugar quedó impresionante. Es precioso.

-¿Qué haces aquí? ¿Por qué viniste? Me refiero al estudio y a la casa.

-Es nuestra casa. Estamos casados.

-Gracias. Esa es una respuesta muy esclarecedora. -La vio levantarse al terminar su carta y sellarla y la puso en manos de una criada. -Que la lleven a la dirección que está escrita en el papel con urgencia.

-Si, señorita. -Colin alzó una ceja al escuchar el "señorita" y al ver a Penélope dirigirse hacia la puerta abrió los ojos con mucha más sorpresa.

-Pen...

Un maullido y ver a la gata frotarse contra sus piernas solo le provocó un espantosos espasmo. -¡Ay pequeña! Ven, ven... -Y tras llamarla la gatita fue detrás de su ama.

-¿Qué diablos es eso? -Colin miró extrañado el animal que seguía de un lado a otro a Penélope. No lo había visto cuando llegó y estaba impactado.

-Se llama Meribast. -Tomó en sus brazos a la gata siamesa y la acarició un rato mientras sonreía. -La traje hace unos meses atrás.

-¿Un gato? ¿Por qué no trajiste un perro?

-Porque... Me gustan los gatos.

-A mi no. Razones obvias, Pen. Mantén al gato alejado de mí.

-¿Lo dices por el león?

-¡¿Y por qué más iba a ser?! Felino es felino...

-Meri no es un animal salvaje, es mi amiga. -Y al oirla ronronear Penélope sonrió y eso hizo que Colin también lo hiciera. Al parecer aquella bola de pelos hacía feliz a Penélope.

"Feliz..."

"Esa era su responsabilidad".

La vio salir del estudio con su gato y caminó lentamente con su bastón para volver a su habitación. Se recostó para descansar y en cuanto estuvo a nada de tomar el sueño nuevamente vio como entraba la gata maullando para luego subir en su cama. -¿Vienes a burlarte?

Bridgerton por accidente 🐝💛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora