EPÍLOGO II - Rosas con espinas

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Se había olvidado de lo precioso que podía ser un verano en Inglaterra.

Estaba acostumbrada a ir por el mundo, yendo de un lado a otro tal como su padre lo hiciera una vez en su juventud. En cuanto a eso, ella, incluso siendo mujer, no tenía límites. Le encantaba subir a bordo del "Mermaid", la embarcación de sus tíos, los duques de Hastings, partir y volver.

Sabía que sus padres lo habían arreglado para que así fuera más segura a explorar el mundo tanto como quisiera.

Así era ella.

Y su hermana, totalmente opuesta, recordó Aghata. Jane era una dulce rosa, la señorita perfecta, y electa el diamante de la temporada pues su gracia, belleza y virtud la hacían una gema única. Ella había sido presentada pero para ser honestos, no tenía intención alguna de casarse pronto, quería un intelectual, un hombre de mente y mundo como su padre y los caballeros de Londres no paraban de decepcionarla.

Llegó a su casa vistiendo una falda gruesa, botas y un abrigo que la cubría por completo además de sus guantes de cuero, lo que vio no le sorprendió.

Después de todo era Londres en plena temporada. —Señorita Jane, luce exquisita esta mañana. -Su hermana estaba sentada en el sofá con una sonrisa divina, su vestido azul índigo resaltaba su piel y su cabello oscuro, así como sus ojos. Su padre estaba sentado fingiendo leer el periódico mientras observaba de reojo al caballero insulso que buscaba cortejar a su hermana. Dio una tosesita haciendo que todos se fijaran que ella, la indomable pelirroja de la familia Bridgerton-Featherington había llegado.

Como si no se percatara que tenía una visita, Jane se levantó de pronto mientras corría hasta donde estaba su hermana mayor. —¡AGHATA! ¡Volviste!

—Sí. Padre. Lord Gloster, mil disculpas, no sabía que estaría hoy en la casa. -Colin se levantó de su silla a ayudar a su hija mayor con un abrazo. —Me iré a mi habitación así podrán continuar con esta conversación. Padre.

—Me alegra por fin que hayas vuelto. Ve a saludar a tu madre y a los gemelos en la editorial cuando puedas, le alegrará verte.

—Sin duda. -Hizo una reverencia al salir y fue hasta su cuarto a cambiarse de ropa y a descansar un rato. Seguía siendo una dama aunque hubiera tomado otros rumbos. Se alegraba por su hermana al verla tan radiante.
Solo que ella nunca sería la hermana perfecta.

Esa era Jane y era estupenda en su papel.

***

Cuando su visita se fue y por fin se sintió libre de haber hablado toda la mañana se dirigió a su padre. —Te ves feliz.

—Sí. Rechazaste a Lord Gloster. Eso es bueno, el tipo es un fanfarrón mi "capullito de rosa". Además de que tu hermana volvió. Eso también me pone feliz. -Dijo con una sonrisa. —Mereces toda la felicidad del mundo, todos ustedes.

—Es por eso que dejaste a Aghata hacer ese tour por las islas del Mediterráneo ¿Verdad? -Lo vio asentir y sonrió. —Papá, no creo que me case con ninguno de estos caballeros y sé que al ser el diamante se espera de mí que me case en mi primera temporada. ¿Qué puedo hacer?

—Siempre vas a ser mi diamante. Los cuatro son mi vida entera y nadie va a cambiar eso. Si no quieres casarte, está bien. Tienes dieciocho años, aún eres una niña, y no estoy listo para dejarles ir todavía. Lo creas o no, me costó mucho decirle que sí a Aghata. Salir al mundo es el primer paso para que se vayan definitivamente del hogar. No quiero que ninguno de ustedes se vaya pero sé que deberán hacerlo algún día, es la ley de la vida. Yo dejé la casa de mis padres, ustedes deberán hacerlo.

Jane comprendía eso y sabía que esa era la razón por la cuál su hermana había comenzado a viajar, y aunque fuera algo esporádico. —Papá... ¿Y si no encuentro a alguien que sea como yo?

Bridgerton por accidente 🐝💛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora