XVIII - La última trampa (Parte III)

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Fue a la joyería. Vio los anillos y tomando el de su esposa para ajustar las medidas terminó por escoger uno nuevo. Escuchar lo de Cressida y recordar como había pasado todo aquella noche le hizo pensar que Penélope y él comenzaron de la peor manera posible. Ese pacto hecho ante los ojos de Dios y la iglesia no tenía ya peso en su vida. Y aunque aquel anillo era una reliquía y seguramente se lo devolvería a su esposa nuevamente, necesitaba uno que reflejara su nuevo pacto con ella. 

Y ¿Qué mejor que un rubí? —Es como la sangre, rojo intenso. Es perfecto. -Veía la pieza una y otra vez y pensó en como dársela. Había algo delicioso en ponerle una gema de rubí real a Penélope frente a Cressida, pero eso iba a ser "alborotar más la colmena". Compró la joya y la guardó antes de irse de regreso a casa. —¿Y mi esposa? 

—En su habitación. -Respondió una de las criadas y Colin agradeció la información antes de subir a su cuarto. Al abrir la puerta la vio dormida con Meribast a un lado. Se quitó la chaqueta antes de guardar en uno de sus muebles la cajita con el anillo, se quitó las botas y se acostó al lado de Penélope abrazándola. Era preciosa en sus brazos, le gustaba mucho su piel y su cabello que olía a rosas, la curva de su mentón, sus labios rosados y su nariz respingada y con algunas pecas, dieciocho pecas para ser exactos. Era perfecta, desde la punta de sus pies hasta la cabeza, sus curvas le fascinaban, sus caderas, sus muslos... Acarició suavemente su rostro con una de sus manos y sonrió. 

Había tardado demasiado en darse cuenta de lo hermosa que era Penélope. 

Siempre había sido así, y cuando sonreía su día se iluminaba. —Te amo. -Le besó la frente con cariño y cerró los ojos. —Has sido mi principio, y quiero que seas mi mitad y mi final. Nunca más, Pen... Nunca más volveré a hacerte sufrir. Prometo cuidarte siempre, y pelear contra todo aquello que quiera borrar tu felicidad. Quiero verte cumplir tus sueños y que estés en cada uno de mis sueños. Te amo porque me has dado los momentos más felices de mi vida y el impulso para seguir adelante. Yo no sabía nada del amor hasta que apareciste tú. Y agradezco que me hayas hecho caer del caballo...  -Cerró los ojos, poco a poco le fue ganando el sueño. Le diría a Penélope su plan. Ya lo había pensado, y Benedict tenía razón, había que revelar la identidad de Lady Whistledown y cuando habló con sus hermanos ellos estuvieron dispuestos a ayudar. Las cosas serían diferentes en esta ocasión, Penélope no estaría sola. 

Así durmieron un rato. Penélope fue la primera en despertar y sonrió al ver a Colin justo ahí a su lado. Su esposo era guapo, claro, ella lo sabía. Pero quizá nunca se había puesto a detallarlo hasta ese instante. Sus pestañas incluso eran perfectas. Tenía ese cabello castaño y muy parecido al de Eloise, era alto, y su cuerpo, fascinante. Sus músculos y sus brazos con las venas resaltando, su pecho. Se mordió el labio al detallarlo. Era todo un hombre con alma de niño, quiso reír al recordar los pucheros que hacía cuando no conseguía lo que quería. Cuando abrió los ojos se deleitó en su color. Verdes. Preciosos. —Señora Bridgerton, me mira de un modo muy raro. 

—¿Quieres aún tus diez minutos? -Y con una sonrisa quedó sellado el acuerdo...

***

Estaban cenando cuando Colin le dio la noticia más alocada que se hubiera podido imaginar. —Ya sé como vencer a Cressida. ¿Ella te dio un tiempo límite para darle sus exigencias dementes?

—No dio tiempo, pero imagino que lo dirá pronto ¿Le vamos a pagar? -Colin negó y Penélope quedó con mucha más intriga. —Entonces no entiendo que quieres hacer. 

—No pienso dejar que pongas una sola libra tuya en manos de esa mujer. Has trabajado mucho en ese panfleto, debes ser tú quien se lleve la gloria. Pero si ella abre su boca hará que todo se pierda, así que pensé en que debemos decirlo. Ya hemos guardado el secreto por mucho tiempo, pero... también pensé que no puedo ser yo. Tienes que ser tú. 

Bridgerton por accidente 🐝💛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora