El jefe vikingo

3. El heredero

Capítulo 3: El heredero

"El coraje que tienes dentro es más importante que lo de afuera".

Cómo ser un pirata. –Cressida Cowell

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Tener dos dragones era lo máximo.

Cada hora volaba con uno, a veces Stormfly se ponía celosa, pues ella había sido la primer dragona de Hiccup, pero ser amiga de Toothless era recompensado porque era agradable compartir un dueño, al cual ambos cuidar y proteger.

Los dragones no eran muy grandes, a lo mucho tenían unos cinco o seis años de vida, a veces se les dificultaban los giros y en el caso de Stormfly, enfocar directamente en el punto al que disparaba las púas.
Solo era cuestión de práctica.

Volar en el Furia Nocturna era otra experiencia. En un principio intentó mantener en secreto al dragón, pues nunca se había divisado uno como él, mas no fue posible porque todo Berk vio volar al pequeño niño montado en un raro dragón color negro. Hizo lo imposible, pues a pesar de vivir en relación con los reptiles, a fin de cuentas seguían con el conocimiento de que había algunas especies que eran indomables, y el Furia Nocturna era catalogado como uno de ellos.

Ese día en Berk había mucho trabajo por hacer, Stoick estaba completamente ocupado lidiando con algunos hombres sobre la repartición de terrenos para cultivo, pues las temporadas frías se acercaban y debían prepararse para el invierno, mientras tanto Valka debía guardar reposo, pues con el embarazo no se había sentido bien, por lo que se dedicó a planificar la cena de Snoggletog que se acercaba.

El pobre heredero no tenía mucho que hacer por lo que optó ir con sus dragones a ver lo que su tío Drago hacía, y la verdad es que le encantaba la manera en la que él diseñaba las armas. Era minucioso y dedicado con la elaboración. En un principio eran armas que consideró eran para combate, sin embargo, percibió algunas más para atacar dragones; "El enemigo también tendrá  dragones" le objetó el amargado y refunfuñón tío, quien no hizo mucho esfuerzo por convencerlo, ya que Hiccup creía en todo lo que sus mentores le decían.

Le gustaba cuando las afilaba y aunque Gobber, el consejero y mayordomo de su padre, también se dedicaba de vez en cuando a la herrería, era muy bueno, aceptaba que Drago tenía otro tipo de visión más estratega al elaborar armas.

En esos momentos, el hermano del rey, se mostraba claramente molesto al tener la presencia de dicho infante en su taller de diseño. Eret, había notado su actitud, por lo que le pidió a su hijo, Erte también, que entretuviera al hijo de Stoick, sin embargo, no funcionó, el castaño seguía necio en quedarse y mover todo para ver su funcionamiento.

-Pero tío, quería ver cómo haces las catapultas. –sinceró el niño en la puerta, siendo empujado por el pequeño Eret, quien era el más obediente niño.

Drago rodó los ojos con fastidio. De no ser porque había testigos, le clavaría su recién afilado arpón en el pecho.

-El taller no es un área para ustedes. Ocupas ser valiente. –insinuó el de un brazo.

Ese comentario fue una ofensa y un reto para el niño.

-Soy valiente, ya no duermo con una vela. Y le ayudo mi mamá a entrenar dragones. –defendió, orgulloso. -Además mi papá me da clases para ser un rey algún día.

Rey.
Esa palabra hacía que su sangre hirviera en codicia. Él debía ser rey.

-Perdona si no te aplaudo... me falta un brazo que me quito un maldito dragón. -  masculló si un ápice de consideración.