22. El plan

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Capítulo 22: El plan
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¡Ese es un plan terrible!
Los planes de Hipo siempre son terribles.

Cómo hablar dragones. -Cressida Cowell

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Después del momento en la herrería, Heather no encontró a Hiccup por ningún lado. Incluso llegó a cuestionarse si debía decirle sobre la decisión de Astrid.

Pensó con madurez lo que debía hacer, sin embargo no podía entrometerse con asuntos de estado, en especial porque Berserk seguían como invitados y refugiados.

Era mediodía, por lo cual se dirigió al Gran Salón para la comida. A petición del jefe éste había abierto sus puertas para que el pueblo pudiera resguardarse del creciente frío y de la hambruna que estuvo viviendo en meses anteriores.

Todos ayudaban a servir y a cocinar para colaborar con la mejora de la aldea. Ese tipo de acciones animaban a todos por igual, otorgando oportunidades de convivir y ayudar sin distinción.

-Astrid, te toca servir. –señaló Heather mientras tenía el cucharón e la mano frente al comensal, quien esperaba pacientemente su ración del día.

La rubia sacudió su cabeza para despertar después del ligero empujón que su amiga le propinó con el codo.

-Ah, sí, disculpe. –mencionó la burglar mientras servía la sopa al pequeño niño que se paraba de puntitas para alcanzar el plato. –Aquí tienes.

-Gracias, princesa. Bueno, reina de Bog Burglar. –expresó el pequeño, con emoción, yendo a su lugar para comer.

La mencionada le sonrió de vuelta.

-¿Distraída? –preguntó Heather mientras servía más platos.

-Tengo mucho qué pensar. –le recordó, nostálgicamente.

-¿Sigues con lo de la alianza?

-No es que haya dejado de pensar en eso, a decir verdad. Lo que te comenté ayer queda entre nosotros, ¿sí?

La Deranged asintió confiada.

-¿Amiga, por qué no le comentas a Hiccup? Él ayudará de seguro.

Hofferson se rio con derrota en su semblante. –Ya hablamos de eso, Heather. Además le dije incluso antes de decirte a ti y sí se ofreció, pero no puedo exigirle que me ayude mientras su isla aún no se recupera. Sólo mira. –señaló a los aldeanos mientras comían. –A penas y sobrellevaremos el invierno con las provisiones que los Kulden prestaron. Berk debe recobrar todo lo que perdió... Bog Burglar debe hacer lo mismo por su cuenta.

-No seas orgullosa, si pudiéramos, Berserk te ayudaría.

-También lo sé. Pero lamentablemente el concejo cree que debo una alianza, justo como te comenté.

La ojiverde se rindió, hablar con ella era darle topes a la pared y al parecer ese muro ganaría.

-Si esa es tu decisión, adelante, sólo piensa muy bien a quién elegirás como conyugue. Una isla es un peso muy grande para cargar con una pareja que te estorbará en lugar de ayudar. –dijo mientras servía su propio platillo, pues ya había concluido con la labor del día.

La berserker se fue a sentar a una de las mesas principales al norte del comedor. Allí ya estaban sentados su hermano, Snotlout, Karena, Eret y los fugitivos que habían llegado con Hiccup. Había sido una mañana de trabajo reconstruyendo varias estructuras, por lo que estaban hambrientos.

El jefe vikingoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora