13. La chaman

91 11 5
                                    

Capítulo 13: La chaman

"Pero a veces lo más valiente que un héroe tiene que hacer

no es luchar contra monstruos y engañar a la muerte y las brujas.

Sino enfrentar las consecuencias de sus propias acciones ".

Cómo Robar la espada de un Dragón. –Cressida Cowell

.

.

.

Desde que Drago había ascendido al poder, la posición de Gothi era inestable. Aunque el pueblo la seguía respetando por su longevidad y experiencia, además de sus profundos conocimientos curanderos, Drago no la tomaba en cuenta en su antiguo puesto como miembro activo del consejo Berkiano; por el contrario, le disminuía su rango social a un simple habitante más, no le daba importancia y la verdad era que no le interesaba en lo más mínimo, tachándola de loca por no hablar.

Sin embargo, pese a las minimizaciones del kunugi autoproclamado hacia la anciana, Gothi fungía un papel mucho más importante en Berk: daba esperanza.

Le contaba historias a los niños a través de sombras en la pared, compartía remedios al resto de las mujeres durante las múltiples enfermedades y epidemias que mermaban la población, pero sobretodo mantenía el tenue e imperceptible anhelo, animando en acciones a todo el pueblo haciéndoles creer que todo iba a estar bien.

Su papel era más importante de lo que Drago pudo imaginar, ella (además de Valka y Spileout, sin mencionar a los recién fallecidos jefes de Bog Burglar) era la única que entraba al Gran Salón y la fortaleza, filtrando valiosa información a la resistencia de Berk.

Semanas anteriores ella había predicho que el invierno que se avecinaba iba a ser de los más fríos que la isla habría pasado. Debía prepararse, así que subió a su antigua choza donde guardó, con la ayuda de algunos jinetes, la documentación más valiosa de Berk, pues Drago ordenó estrictamente que cada recuerdo de Stoick y jefes anteriores fuera calcinada, y la verdad es que casi toda fue rescatada, principalmente la de los Haddocks anteriores.

Observó con orgullo un escudo que Stoick había mandado realizar en el cumpleaños 15 de su hijo, una pintura donde estaba la familia real. Fue inevitable lagrimear un poco por imaginarse la realidad a la que estaban destinados en comparación a la que les tocó vivir.

Pero no le dio tiempo a los malos sentimientos; con su bastón como acompañante abrió uno de los compartimientos más secretos de su cabaña, de la cual sacó un cofre de madera. Un pequeño lugar donde guardaba mechones de reyes anteriores.

Era una antigua tradición que se llevaba a cabo a los siete días de nacidos, los jefes cortaban un poco de cabello de sus hijos, los amarraban con un listón y se los entregaban a la chaman en turno. Gothi había sido testigo del nacimiento de varios jefes, pero con amor recordaba la presentación de los últimos.

Un mechón pelirrojo y otro castaño, los de Stoick e Hiccup. Quizá por nostalgia olió los dos crines que sostenía. A pesar del tiempo, ella seguía siendo leal al rey y heredero.

Dejó esos tesoros, prometiéndose a sí misma que se los daría a Valka para que tuviera otro recuerdo de los hombres que más amó durante toda su vida, pues arrinconados allí no tenían valor.

Recordó la razón por la que iba a subir, así que tomó sus confiables huesos para tratar de predecir el día en que el invierno llegaría.

Al cabo de unas horas más, logró llegar uno de los acantilados de Berk. Los guardias no lo visitaban a pesar de tener vigías allí, sin embargo eso era un punto a favor de la chaman, pues era su lugar para reflexionar y para tratar de contactar a los antiguos jefes, pero sus intentos siempre eran en vano, pues tenía años que no gozaba de tal contacto.

El jefe vikingoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora