El jefe vikingo

11. La Lady Escudera (II)

Capítulo 11. La Lady Escudera (II)

"Pero no estoy realmente perdida,

porque no importa dónde estés,

siempre y cuando sepas quién eres".

Camicazi, Cómo Robar la espada de un Dragón. –Cressida Cowell

.

.

.

Días atrás en Berk...
Gracias a un par de sobornos y manipulación de horarios de guardia, Eret logró sacar de la prisión a las princesas de las islas pérdidas, al menos para tener oportunidad de saber lo que ocurría, y si era posible, evitar una tragedia.
Por su parte, Heather y Astrid tenían la oportunidad de escapar definitivamente, pero su lealtad era más grande a los suyos, así que decidieron ir al lugar de ejecución para ver la decisión de Drago. Pero ya era tarde, el juicio estaba por comenzar.
Cuando se acercaron, Jorgenson confesó su realidad.

-Mi deber es estar al lado de Drago. –comentó Snotlout, susurrando mientras llegaban a la arena, donde tendría lugar el juicio a los miembros de la resistencia. –Trataré de evitar una desgracia, pero no prometo nada.

Cuando dejó de hablar, se escurrió entre las personas para llegar a donde estaba su padre.

En la arena estaban los "criminales" que Drago estableció. Alrededor de veinticinco personas estaban en fila para esperar su sentencia, y lo más triste es que todo indicaba que sería una decapitación violenta.

-Mi padre está allí. –Astrid mencionó con dolor y preocupación al distinguirlo al final de la fila.

Los chicos temerarios no imaginaron que la situación se pondría peor.

En el momento en que Astrid y Heather detrás de una de las entradas, el horror se apoderó de Berk.

Hubo más de veinte ejecuciones, todos miembros de la resistencia.

Incendios en las pocas cosechas e incluso se le dio sacrificio a cincuenta magníficos dragones en sólo unas horas. Sin decir nada y en medio de la muerte de un Pesadilla Noctura, Drago dijo "En una semana tendrán un reina", pero seguían sin saber quién sería.
Obviamente Heather y Astrid volvieron a pensar que sería una de ellas dos, pero no era esa idea la que las atormentaba. Cuando se acabó ese juicio, era el turno de otro de mayor rango: Erick Hofferson.

La piel de gallina envolvió a Astrid justo cuando vio a su padre siendo sujetado por dos grandes guardias. En realidad esos a penas y cosquillas me harían al Hofferson, pero eran necesarios tenerlos allí como protocolo.
El pueblo entero guardo silencio.

-Erick Hofferson, jefe de la extinta isla de Bog Burglar, se le incrimina por conspiración, ejecución, maltrato, daño físico y traición a la honorable corona de Berk. –exclamó el vocal al lado del trono. –El Rey Drago ha decidido su sentencia.

Astrid se acercó cautelosa hasta el interior de la arena hasta que sus padres la vieron. Bertha estaba al lado de Valka y Gylda (cuñada de Erick, ya que su esposo, hermano del jefe burglar, Finn, había fallecido un año atrás), pero no dejaba de sentirse nerviosa. Era obvio que Drago mataría a Erick y su corazón no lo soportaría.

-Astrid hará una locura. –susurró Heather a su hermano.

-No podemos intervenir. No ahora. –advirtió el berserker, empezando a sentir lastima por el destino del Hofferson.

El pueblo guardó silencio, aunque no habían hecho ruido durante el juicio, pues el frío, la debilidad y el hambre empezaban a cobrar deuda en cada uno de ellos.