26. Los lords de la guerra

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Capítulo 26: Los lords de la guerra

"Un Jefe no debe mostrar miedo ni preocupación... Un Jefe es un líder primero y un hombre después".

Cómo robar la espada de un dragón. -Cressida Cowell

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A media mañana del siguiente día, Sotma cumplió diligentemente con la ordenanza que le pidió el rey.

Les llevó bebidas calientes, huevo, algo de carne, un par de manzanas, queso de yak recién preparado, granos, miel, pan salado y dulce... un mini festín que los reyes disfrutaron en la privacidad e intimidad de su habitación justo antes de alistarse para el día.
Con amor se dieron de comer uno al otro, haciéndose mimos, e incluso cosquillas que terminaban en besos intensos acompañados de caricias apasionadas y algo de comida desparramada de migajas en la cama.

Si en algún punto de sus vidas, alguien les preguntaba qué era la felicidad, fácilmente y sin dudarlo dirían que lo fue esa noche y esa preciosa mañana.

Intentaron postergar el momento de salir, pero tenían otro asunto: El regalo de mañana. Una vieja tradición que había en la cultura vikinga acerca de regalarle a la esposa en cuestión un obsequio como agradecimiento por haberle otorgado al esposo su virginidad. Era un momento de suma importancia para cualquier matrimonio, pero para uno tribal era aun mayor.

-Cuando salgamos nos vamos a enfrentar a varias burlas y críticas por lo de anoche. –atribuyó Hiccup mientras se abrochaba su traje de vuelo.

-Son las consecuencias por "no durar en la cama" –bromeó Astrid, mientras le ayudaba con la capa de jefe que portaba, quien ya estaba vestida y había recogido su cabello en dos largas trenzas, respetando también las tradiciones, aspectos que habían hablado previamente.

-Ey, ¿en serio tienes quejas? –preguntó con preocupación, dándose la vuelta para tenerla de frente.

La reina rodeó su cuello con sus manos y le dio un lento y delicado beso mientras él colocaba las manos en la estrecha cintura.

-Ninguna. –susurró sobre los labios. -¿Qué hay de ti?

-Nunca había sido tan feliz. –correspondió, estrechándola.

Justo antes de besarse, escucharon que tocaban a la puerta con titubeo.
Resoplaron, era inevitable.

-Buenos días... ¿están despiertos?

-¿Se puede pasar?

Las voces de Valka y Gobber se escucharon detrás de la puerta de la habitación, impacientes.

Los reyes se miraron, aun era algo temprano, por otra parte, sabían que esos momentos de privacidad se iban a mermar en cuanto abrieran la puerta.

-Tal vez quieran corroborar lo de la prueba de la consumación, la verdadera consumación. –dedujo Astrid, señalando con la mirada las sábanas manchadas ahora sí por su sangre.

Hiccup le pidió permiso con la mirada, ella asintió con calma, su noche había terminado.

-Adelante. –permitió el rey, separándose muy poco de ella.

El jefe vikingoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora