24. El compromiso

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Capítulo 24: El compromiso
"Estoy aquí contigo. Eres un niño después de todo. -Ella remarcó reaignada. -Necesitas a una chica que ayude a cuidarte en esta aventura".
Camicazi, Cómo robar la joya de un dragón. -Creasida Cowell
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Verse de frente sólo causó un revuelco de sentimientos.

Ambos se buscaban para evitar locuras del otro.

Caer en picada sólo aumentó la adrenalina mezclada con el alivio por encontrarse y la preocupación por no haberlo hecho antes. El frío rozaba sus mejillas expuestas y el aire sólo empeoraba todo al disminuir las bajas temperaturas.

-¡En qué estabas pensando! –se reclamaron juntos, tratando de darse las manos para alcanzarse y lograr estabilizar.

Los dragones descendieron rápidamente por ellos, sin embargo Hiccup abrió las alas de su traje de vuelo, ella lo rodeó con sus brazos y ambos lograron maniobrar hasta que Toothless los alcanzó para que el jefe pudiera retomar su lugar como guía de vuelo.
Las maniobras fueron firmes y rápidas, y los dragones, aún más.

-¿Estás bien? –preguntó Hiccup mientras alcanzaba el pedal con su pierna prostética. Manteniendo la estabilidad de su dragón después de tanto ajetreo.

La rubia resopló, asintiendo después. Aunque era buena jinete, admitía que le faltaba práctica durante esos cinco años en los que casi ni vio a la Nadder. Logró moverse hasta que Stormfly se posicionó cerca, la burglar se montó en ella de un sólo brinco lleno de gracia y elegancia, consiguiendo estar frente a frente al jefe de nuevo.
Durante esa mirada el tiempo dejó de correr.
Por ese momento no fueron reyes.
No tenían responsabilidades.
Ni siquiera tenían un pasado.
Sólo el presente. El maravilloso presente que esperaban compartir ambos, aunque fuera distanciados.

-¿Qué haces aquí? –preguntó molesta Astrid, temerosa de que confirmara la respuesta que los gemelos dieron previamente.

Hiccup se quitó su casco y logró enfocarla gracias a la luz de la luna. Hiccup se dio cuenta que en todo ese recorrido no llegó a planear las palabras adecuadas para decirle. Sé removió su cabello tratando de ganar tiempo con eso y después resopló. Extrañó cuándo reclamó el trono, era y fue más sencillo que hablar de ese tema.

-Vine a detenerte. –confesó. –Astrid, sé que deseas que Bog Burglar vuelva a renacer, pero... te aseguro que no lo lograrás con una alianza con los Magmalos. –habló apresuradamente.

-¿De qué alianza hablas? –cuestionó la rubia. -¿Cómo te enteraste?

El castaño se llevó las manos a la cabeza, al parecer era cierto lo que sospechaba.

-Entonces es cierto, ibas con Aeren a aceptar su propuesta. –se concientizó.

La rubia no entendió a lo que se refería.

-¿Qué dices? ¡Vine a detenerte! Hiccup, no puedes escapar sólo por la presión del trono. Sé que deseas ser un buen líder, que quieres ser tan admirado como Stoick, pero nunca pasará. Lo que sí sé es que el espíritu hooligan está en cada latido de tu corazón.

Hiccup se perdió en sus ojos, en esa determinación y fuerza con la que peleaba por una isla que no era suya. Sólo confirmó de nuevo lo que ya sabía, que deseaba tenerla en Berk, y verla todos los días, aunque no pudiera abrazarla. Se conformaría con mirarla de lejos.

-Tú eres el rey. No puedes abdicar, por eso he venido por ti. –se acercó a él hasta tomarlo de las manos.

Ese ruego desesperado lo asustó demasiado. ¿Ella pensaba eso de él? ¿Se la pasaba dudando de las promesas que hicieron? ¿Dudaba de él?

El jefe vikingoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora