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Aemond.

No podía decir que no quería venganza porque realmente la quería, soñaba con ello cada noche , desde que perdió su ojo, y aún que dijo que era un precioso justo , no podía evitar pensar en desquitarse con el responsable de esa perdida.

Lo pensó por mucho tiempo, en cada entrenamiento que tenía sacaba ese enojó , sus golpes era fuertes y determinados, solo podía pensar en una sola cosa. Lucerys Velaryon, su sobrino , detestaba el hecho de que su medía hermana se hubiera ido de la capital , porque al hacerlo había alejado la oportunidad de cobrar venganza.

Eso no quería decir que con el paso de los años no hubiera vuelto a ver a Lucerys, lo hizo unas cuantas veces, la más reciente había sido en la boda de sus hermanos. Pensó en lo mucho que había crecido y en lo bien que se veía. Sin duda el fuerte Velaryon había crecido.

Pasaron un par de años para que se volvieran a ver , su moribundo padre seguía de necio con la idea de hacer que ambas familias se llevarán bien. Era absurdo si se lo preguntaban a el, porque para empezar deberían de ser una sola familia, pero no lo eran , había una clara enemistad entre ambas mujeres y sus familias, así que era absurdo tratar de mejorar las cosas a estás alturas.

Se sentó casi enfrente de el menor, podía ver lo platicar con su prometida, se veía muy tranquilo, tal vez porque al rededor de el estaban sus primas, su hermano y su madre. Se sintió seguro y tal vez por eso el menor se atrevió a verlo, pudo ver algo de miedo pero también la sonrisa maliciosa en su rostro y el sabía porque. Acaban de poner el cerdo en la mesa , justo enfrente de el, vaya broma de la vida, el por supuesto no le vio la gracia. Y su rostro tan sereno y serio no expreso absolutamente nada y Lucerys dejó de sonreír.

El estaba a favor de que su hermano fue coronado como Rey, no es que Aegon se lo mereciera, porque claramente no, era cobarde , débil y no era el indicado, pero esas eran las reglas. Le daba igual la decisión de su padre y que su media hermana fuera la heredera al trono. Llegado el momento haría lo que debía hacerse para ayudar a su madre. Pero todo pensamiento fue cortado de su mente en cuanto vio al joven delante de el, se veía perdido y no lo culpa todo había cambiado desde la última vez que estuvo ahí. Se acercó por atrás tan sigiloso como pudo , Lucerys estaba de espalda viendo una habitación, parecía dudar de si era la suya o no.

- Perdido sobrino.- su voz sonó más áspera y profunda de lo que pensó. Vio a Lucerys temblar y dar la vuelta. Lo vio y podía jurar que incluso se veía algo pálido.- Supongo que no esperabas verme.

- Creí que ya dormías.- miró por los pasillos y nada, estaba solo y en oscuridad salvo por algunas cuantas velas. No había nadie cerca, entonces centró su mirada en el pecho del más alto- Es algo noche , yo salí a caminar.

- No me interesa .- lo vio apretar la mandíbula.- Disfrutaste la cena.

- Eso si te interesa.- en un acto de enojo , levantó la vista y lo vio al rostro. Vio a Aemond sonreír.

Así que el pequeño príncipe no se dejaba molestar , interesante.- No realmente, pero supongo que te gusto mi brindis, lo estuve planeando todo el día.

- Si me disculpas ya es noche y tengo que ir a descansar.- intento alejarse del mas alto , pero no dio ni dos pasos cuando sintió al mayor agarrar su muñeca y empujarlo contra la puerta detrás de el, quedó aprisionado entre la puerta y la fuerte presencia de Aemond.

Lucerys.

Trajo saliva, maldición, no podía verlo a los ojos, simplemente vía el pecho del mayor subir y bajar , su respiración delataba su enojo o nerviosismo. Esperaba que fuera lo último porque si era sincero consigo mismo nunca podría ganarle en una batalla cuerpo a cuerpo, no cuando el mayor era más alto y fuerte. Lo vio inclinarse un poco , sintió su aliento caliente en su cuello y trago grueso, se quedó sumamente quieto esperaba un golpe, cualquier cosa menos eso. No era tonto sabía que Aemond aún le guardaba rencor por lo sucedido hace unos años por su ojo , incluso esperaba algo más violento pero no eso.

No sabía que pensar al respecto y todo pensamiento dejo su mente cuando unos labios fríos se posaron en su piel, el toque no duró mucho , simplemente fue un roce , uno pequeño pero muy significativo. El mayor soltó su muñeca y se alejó de él , lo vio por unos momentos. Le dió una mirada que el no supo como interpretar, cuando finalmente se alejó pudo respirar, no se había dado cuenta de lo tenso que había estado.

Paso su mano por el lugar donde Aemond lo había besado, eso había sido inesperado, no negaría que cuando lo vio esa misma tarde entrenar con Ser Criston Cole, quedó brevemente hechizado por sus ágiles movimiento, el quedar sin un ojo no lo había detenido a seguir entrenando, al contrario era realmente bueno. Y aún que le resultaba atractivo nunca pensó que algo como eso pasaría.

Al día siguiente volvieron a casa sin saber todo lo que estaba por suceder, su abuelo murió y su tío Aegon había sido nombrado Rey , usurpando la corona de su madre.

La princesa Rhaenys había avisado sobre lo sucedido y todo se puso en marcha, era hora de moverse. Su madre lo envío a Bastion de tormentas, debía llevar un mensaje pero al llegar ahí vio a su tío , ya era tarde . Lord Baretheon quería que se casará con una de sus hijas, pero el dijo que no. El ya estaba comprometido, vio como Aemond se ponía rígido.

- Es verdad el joven príncipe está comprometido, el no le es de utilidad.- sonaba enojado.- Ahora que estamos lejos de casa parece que este es un buen momento para cobrar nuestra deuda.

Eso lo puso nervioso y temió por su vida, con dificultad salió de ese lugar. Llegó a Arrax, trato de tranquilizarlo, la tormenta había estallado, y el joven dragón estaba nervioso. Volaron lejos de Bastion de tormentas, creyó haber dejado atrás a Aemond, pero sentía que algo no iba bien. Por más que buscaba no lo encontraba, pensó que era su miedo nublando sus pensamientos, pero entonces escucho la risa de Aemond y lo vio , Vhagar, tan grande como lo recordaba.

La persecución inicio y por más que quiso calmar a Arrax no pudo , notó al instante que el mayor solo quería jugar con el , espantarlo pero la tormenta y el miedo hizo a Arrax atacar , escucho a Aemond intentar detener a Vhagar pero era imposible, ni el podía controlar a su dragón. Lo llevo a las afueras de la tormenta, por un momento pensó que se había alejado lo suficiente, pero entonces escucho el grito de su tío.

- ¡No no te detengas, sigue! ¡VHAGAR NO! ¡NO!...- Fue lo último que escucho antes de cerrar los ojos.

Aemond.

Volteó al instante, se negaba creer que eso acababa de pasar , no podía ser , el no quería que eso pasará, tal vez si, bueno quería venganza pero era solo eso , no planeaba hacerle algo a Lucerys , realmente no... Que había hecho, maldición que había hecho. Ya no había vuelta atrás, apartó la vista del cuerpo de Arrax . Tenía que ir a la capital, accidente o no , acababa de iniciar algo aún mayor , una guerra tal vez.

Entre más se alegaba no dejaba de pensar en aquella noche , esa en dónde pudo haber evitado todo esto, si tan solo le hubiera dicho lo mucho que le gustaba.

Escritos sobre Lucerys y Aemond.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora