Danza de dos dragones II

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Le arrebató un ojo , un pequeño niño , alguien menor que él lo humilló y le arrebató algo importante y preciado; su ojo. Nunca valoro realmente el hecho de tener una buena vista, observar el mundo cotidiano, sin embargo después de aquella pelea su vida cambio , todo fue muy diferente y tuvo que aprender muchas cosas y adaptarse a la vista de un solo ojo.

Había jurado que en cuanto volviera a ver a su pequeño sobrino lo haría pagar. El bastardo sufriría por aquello que le arrebató, había conseguido un Dragón y no solo eso , si no que su Dragona era la más grande y temible, el precio suponía era justo al menos eso pensó aquel día del accidente, pero su mamá tenía razón.

Lucerys Velaryon era un bastardo, no podía hacer ese tipo de cosas y salir como si nada. No podía dejar las cosas así, no dejaría que los hijos de sus hermana hicieran las cosas sin consecuencias.

Pero entonces lo vio, lo vio ingresar con esa presencia, elegancia la cuál había olvidado. Solía hacerlo con sus sobrinos, todos ellos eran después de todo Príncipes . Y Lucerys realmente parecía uno, tenía esa sonrisa angelical , encantadora pero llena de picardía con la cual saludaba a todo mundo.

Le molestaba que el chico brillará tanto, sus hermanos también lo hacían, pero a el sólo le molestaba el segundo hijo, recordó su odió y sus deseos de hacerlo pagar por todo.

Así que el segundo día movió todas sus piezas , tenía que hacerlo si quería hacerlo pagar, no había dejado de verlo y le gustaba saber que su presencia intimidaba al bastardo, aquello lo llenaba de orgullo. Se sentía bien consigo mismo y esperaba poder hacerle mucho daño.

Sabía que Lucerys estaba en la biblioteca así que mandó a llamar a los guardias que cuidaban el pasillo de la habitación de su sobrino, tal vez su hermana y su familia eran importantes pero en todos esos años en la fortaleza a los únicos que realmente los capaz doradas le debían total obediencia era a él y a su familia.

Les ordenó despegar el pasillo, pudo ver la duda en ellos pero no sé negaron. Eso fue lo primero que notó, ahora que Daemon estaba de vuelta muchos de los guardias podían cambiar de lealtad.

Esperó en un pequeño rincón y espero hasta que Lucerys estuviera de vuelta, no esperó demasiado ya que lo vio ingresar al pasillo, se veía bien su cabello revuelto, sus ojos enfocados en aquel libro.

Lo vio dar la vuelta y entonces salió de su escondite, el libro cayó al suelo y fue el único ruido. Su sobrino no grito lo cual le extrañó, claro vio la confusión en su rostro y después el reconocimiento.

Pensó que daría pelea pero no fue así, lo empujó hasta la puerta y lo observó por unos segundos. Pudo notar sus hermosos ojos, sus facciones habían cambiado y ahora hasta podía decir que era digno hijo de su hermana; Lucerys era una delicia a la vista.

Aquello le enfureció, no podía pensar de esa manera del bastardo, abrió la puerta y lo empujó. Lo vio caer al suelo y el pequeño seguía sin gritar, lo vio retroceder un poco cerró la puerta y avanzó un poco.

- ¿Asustado Strong?- quería ver qué tan valiente era.

- ¿Vas a... matarme?- pudo notar un poco del miedo en su voz, pero podía ver que estaba decidido a no darle pelea.

Interesante el pequeño no le daría el placer de verlo suplicar , bien sonrió ante aquel descubrimiento.

- No , haré algo peor que eso- la verdad es que lo estaba pensando demasiado y no podía dejar de admirar al bastardo, tenía un hermoso rostro, una gran figura, sus piernas tan fuertes y su trasero. Sin duda quería experimentar el placer de tocarlo.

Pudo ver la confusión en su rostro, parecía muy desconcertado. Eso lo hizo sonreír aún más.

- ¿Que me harás?.

Que no le haría más bien, los guardias no volverían hasta el amanecer y el tenía toda la noche para hacerle cualquier cosa.

-¿No tienes miedo bastardo?.

Quería provocarlo un poco , quería ver en rostro aquella mirada de suficiencia y orgullo, la cual le había visto en día anterior. Vio la molestia reflejada en esos bonitos ojos y le fascinó.

- Ahí está, ese es el Lucerys que recuerdo, aquél que con esa misma mirada me arrebato el ojo- se quitó el parche. No solía quitarse lo tan seguido ya que le molestaba que otros lo vieran , simplemente era incómodo porque después de un tiempo sólo veían la hermosa piedra y aquello sí que le disgustaba. Pero por alguna razón quiso que su sobrino viera lo que le había provocado.

Un jadeó involuntario salió de los labios de Lucerys y aquello atrapó su atención. Vio con suma atención al joven, ese sonido fue música para sus oídos.

- ¿Sin palabras? Parece que te he dejado mudó.

- Yo... Lo lamento - Sabía que lo decía en serio. Por alguna razón le creía.

- Lo sé - y estaba siendo sincero.

- ¿Aemond que...?- Ya no pudo controlarse más, se acercó a él y cortó toda distancia entre ellos , le dió un beso cargado de deseo uno que lo tomo por sorpresa tanto a él como a su sobrino. Sin embargo le correspondió y eso solo lo incitó a continuar.

 Sin embargo le correspondió y eso solo lo incitó a continuar

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Escritos sobre Lucerys y Aemond.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora