Avanzó lentamente por el castillo aquél en donde vio por última vez a Lucerys Velaryon antes de matarlo. No había nadie cerca, todo mundo se había ido desde que esa criatura atormentaba el lugar, el ruido de la fuerte marea era lo único que se escuchaba, había dejado que Vhagar se fuera de ahí , después de todo no podía hacer mucho con ella , la anciana dragona le temía a aquella criatura.A lo lejos distinguió la figura de su sobrino , era como si el tiempo se hubiera detenido ya que el joven príncipe seguía igual a la última vez que lo vio.
Pero había algo diferente, su mirada, esos ojos eran fríos e inexpresivos , no sabía que esperar así que sujeto con firmeza la espada que llevaba con él.
— Bastardo — su voz salió profunda y con demasiado rencor, se había culpado por lo que hizo , por como se había dejado llevar por sus emociones y como gracias a estas había matado a Lucerys. Pero ahora que lo veía frente a él , sentía la irá recorrer su cuerpo, lo creyó muerto y no era así.
— Aemond — la voz de Lucerys era fría , distante y muy diferente a como la recordaba.
— Estás vivo, ¿Como?.
— Magia.
No es que no creyera en la magia, porque era un hecho que su poder era real , pero regresar a alguien de la muerte, ¿Era eso posible?. Tenía dudas y muchas preguntas.
— Es imposible.
— No lo es cuando hay magia de por medio.
— ¿Y que es lo que quieres?, ¿Venganza?— era lo lógico, había hecho algo malo y era totalmente razonable que su sobrino quisiera vengarse.
— Si, eso quiero, te atormentaré así como tus acciones atormentaron a mí familia.
— Eso ya lo veremos, no hay manera de que tú puedas causarme miedo.
— ¿No?— la burla en su tono de voz lo hizo enojar.
— Tu no puedes lastimarme.
— Yo no — lo vio observar al exterior, justo a la puerta que se encontraba detrás de él y el rugido que escuchó lo estremeció por completo — Pero BlackFear si.
El rugido de la bestia de tres cabezas hizo retumbar el castillo causándole así un gran miedo. Quedó quieto observando como Lucerys caminaba directamente hacía él.
— Seré tú mayor tormento — y justo frente a él, el pequeño príncipe desapareció sin más. Dejándolo al fin para poder respirar y liberar el aire de sus pulmones.
...
No me olvido de mis historias pendientes, tardo pero de que las término las termino.