—La marea lo golpeó tan fuerte, tan duro que el miedo lo controló por completo, tragó tanta agua que creyó que se ahogaría en segundos sin embargo desde que la fría agua invadió su cuerpo y sistema se había negado a abrir los ojos, no quería ver la oscuridad del mar .
Sabía por sus abuelos y su padre que el en agua también habitan criaturas feroces y peligrosas, que las mareas fuertes eran el menor de los problemas estando en las profundas y tormentosas aguas, sabía que su dragón había muerto y él había sobrevivido de milagro, quiso abrir los ojos pero quería desaparecer y morir , ya no podía sentir a su dragón , la caída y el agua en su sistema de seguro lo matarían pronto.
Sin embargo un movimiento brusco a su alrededor lo hicieron abrir los ojos de inmediato, el miedo se apoderó de él, dejo de moverse y su sangre se helo por completo.
Quedó estático en su lugar no podía ver nada, la oscuridad invadía todo a su alrededor ni un rayo de sol , pero aún pesé a la oscuridad pudo observar esos ojos amarillos, seis pares de ojos lo observaban podía distinguir los un poco , no eran lo que esperaba encontrar pero debió creer el las leyendas que su abuelo le contaba.
Después de todo en el océano te encuentras a todo tipo de criaturas , claro que nunca creyó encontrarse con ellos, no sabía que eran pero humanos claramente no eran y es que podía ver sus ojos y sus rostros, un poco de sus torsos , pero no podía ver sus pies.
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"Quiero mi venganza"— le dijo al mayor — ”si me lo dan yo seré suyo "
"¿Lo prometes? "— el de en medio preguntó.
"Lo prometo "
" Te ayudaremos joven dragón "— el menor fue el último en hablar, después de eso salieron de la cueva y lo llevaron al lugar donde murió, con la esperanza de encontrar a Aemond.
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Se quedó en castillo unos días , esperando por el bastardo, pesé a las insistencias de su madre , él no podía regresar . Pesé a que a los nuevos dragones de su sobrino le daban miedo el tenía curiosidad, después de todo el no creció con un dragón reclamar a Vhagar fue lo más maravilloso de su vida y saber que Lucerys creció con uno y ahora había sido capaz de vincularse con otros le daba mucha curiosidad.
Vio ingresar al joven , creyó que era su imaginación pero ahí estaba, no lo había escuchado entrar pero suponía que había aparecido simplemente.
— ¿Que es lo que quieres?, ¿Me matarás?— estaba ansioso por saber.
— No , en realidad quiero algo más , yo obtendré justicia divina.
— No creí que ustedes quisieran venganza, los hijos perfectos y príncipes correctos de mi hermana. Debo decir que no lo esperaba. Sin embargo no me rendiré fácilmente.
— No esperaba que lo hicieras, pero te daré a elegir, ¿Te quedas en este castillo hasta tu último aliento a vienes conmigo?.
Aquello lo confundió, no entendía que es lo que Lucerys quería pero su imprudencia lo obligó a hablar.
—¿Ir contigo?.
— Tu castigo será mi placer.
El viento se volvió helado, era como si de pronto el invierno estuviera ahí y en un instante detrás de sus sobrinos tres hombres aparecieron, se quedó quieto y sin saber que hacer o decir , esos hombres tenían ojos amarillos y su piel era pálida, tan pálida que daba la apariencia de estar enfermos pero no lo estaban.
Eran altos, de cabellos negro y largo, llevaban ropa como de piratas pero aún con ése aspecto, sus ojos parecían los de un depredador. No dejaban de observarlo y le generaban una sensación que no le gustaba para nada.
— Y el placer de ellos.
Fue lo último que dijo Lucerys antes de desaparecer y dejarlo con aquellos tres misteriosos hombres .