• Capítulo 1 |Mi comienzo|

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Las piernas me ardían de tanto correr, mi respiración era entrecortada y mi corazón latía cada vez más rápido de lo normal. Los caminantes cada vez estaban más cerca y mis piernas no daban para más.
Caí al suelo de rodillas, un quejido salió de mis labios, mis muslos estaban duros, los golpee con ambas manos y giré mi vista hacia atrás; la horda cada vez estaba más cerca.
Mis oídos se agudizaron para poder sentir el grito de una mujer a muy pocos metros de mi. Tomé una bocanada de aire y volví a correr hacia la dirección de aquellos gritos, al acercarme, una mujer de cabellos castaños se encontraba encima de una piedra, mientras tres caminantes la querían alcanzar, tomé mi arma que consistía en una ballesta de color blanco; me la había regalado mi padre para mi cumpleaños quince. Le dispare a cada uno en la cabeza y tomé la mano delgada de aquella mujer con remera rayada.

— Vámonos. — le tomé la mano más fuerte y comenzamos a correr en dirección a un edificio que parecía que había sido un centro comercial.

Entramos juntas y cerramos la puerta principal con unos barrotes de hierro que estaban apoyados a un costado. Nos tomamos las manos nuevamente y subimos a la segunda planta por las escaleras mecánicas que se encontraban estáticas y llenas de restos de caminantes.
El gruñido de uno detrás de nosotros me hizo poner alerta, pero mi nueva compañera que era una total desconocida le clavó una pequeña cuchilla que llevaba en sus delgadas manos, acabando con éste.
El lugar estaba desolado, la noche estaba por caer y lo único que se escuchaban eran los caminantes de afuera y nuestras respiraciones agitadas.
Me giré y la miré, ella limpió el sudor de su frente con su muñeca desnuda.

— Lori. — habló mientras estiraba su mano para así poder estrecharla junto a la mía.

— Moon, un gusto. — hablé mientras se la recibía con media sonrisa.

— ¿Estás sola? — me preguntó tomando asiento en un sillón de cuero rasgado que se encontraba en una tienda de zapatos.

— Así es. — respondí. — ¿Tú? — pregunté con cierta curiosidad.

— Ahora sí, se olvidaron de mí. — dijo con la mirada gacha. — Estoy junto a un grupo, en el campamento improvisado para los rescatistas, jamás llegaron. — contó con la voz triste.

Fruncí mi ceño, jamás había oído de un campamento. Tampoco hubo rescatistas, ni bomberos, ni helicópteros, no se sabía nada de nadie. Tragué saliva.

— ¿Cuántos son? — pregunté curiosa por su pequeño grupo.

— Unos quince, ¿tal vez? — dijo algo indecisa, asentí. — Podrías venir. — dijo con una bella sonrisa. Negué. — ¿Por qué no? — preguntó con desconcierto.

Estaba acostumbrada a estar sola desde que todo ésto comenzó. ¿Cuándo fue? Hará dos meses o más. No tenía padres, tampoco hermanos, ni mucho menos novio. Ayer habría cumplido diecinueve años.

— Me gusta estar sola. — respondí amablemente. — ¿Tienes hijos? — pregunté.

— Eres buena con la ballesta, le caerías bien a uno de los nuestros, también usa ésa cosa. — dijo divertida. — Si, tengo un hijo, tiene diez años y es el sol que alumbra todos mis días. — contó con una sonrisa.

— ¿No te da miedo que algo le pase mientras tú estás aquí? — pregunté un poco preocupada. Ella negó, su sonrisa jamás se iba.

— Lo siento, Moon. Soy una maleducada... — dijo mientras se levantaba y se acercaba a mí, fruncí mi ceño sin entender a lo que se refería. Tomó mis manos y volvió a sonreír. — Gracias por salvarme la vida, te debo una. — a éso se refería, logró hacerme sonreír.

— No te preocupes, supongo que otra persona haría lo mismo. — dije y sonreí.

Oímos unos disparos, el cielo se tornaba cada vez más negra, la noche cayó y estábamos encerradas, los caminantes aún seguían en la puerta, pero eran pocos. Tal vez juntas podíamos terminar con ésos que quedaban.
Nos pusimos de acuerdo y salimos a enfretarlos.

Luego de llenarnos de sangre, tripas y sesos por todo nuestro cuerpo. Íbamos tomadas de las manos, sin soltarnos, ni separarnos para nada; no la quería lejos, la protegería para que llegara con bien al campamento junto a su pequeño hijo.

— Es por aquí. — dijo mientras recordaba el camino. Asentí y seguimos caminando entre la tierra, los arbustos y los árboles altos.

— ¿Crees que tu hijo esté bien? — pregunté con la voz entrecortada. Paramos unos minutos para poder tomar agua que saqué de mi mochila, luego de tomar, se la pasé a ella.

— Sí, confío que Shane lo cuida. — respondió con una sonrisa, para luego cerrar la botella y entregármela.

— ¿Shane? ¿Tu esposo? — pregunté curiosa. Ella sonrió un tanto melancólica.

— No, es el mejor amigo de mi esposo. Él nos salvó cuándo todo ésto pasó. — contó. — Mi esposo murió al comienzo. — dijo mientras su rostro cambiaba para estar triste. Asentí.

Seguimos nuestro viaje hacia el campamento; ya que nos quedaba muy poco para llegar.
Luego de unos minutos, a lo lejos se veían unas luces de faroles, una fogata y bastante gente. Sonreí, hacía mucho no veía a personas. Vi a Lori y ésta con una sonrisa corrió hacia su campamento, yo iba alerta detrás de ella para cubrirle la espalda.
Nos acercamos, pero antes de que Lori entrara al campamento, la tiré del cuello de su remera hacia mi cuerpo, ella sin entender nada me miró con desconfianza. Le hice una seña de silencio con mi dedo y señalé sus piernas, guió su vista hacia abajo, encontrándose con unas sogas con latas; era para avisar si entraban caminantes, pondría en alertas a todos los del campamento si las llegaba a tocar. Giré mi vista hacia atrás de mí y pude ver a cinco caminantes acercarse a nosotras con hambre de nuestra piel. Saqué mi ballesta de atrás de mi espalda y comencé a disparar acabando con todos. Lori sonrió.

Narrador omnisciente.

Lori se acercó al grupo con una sonrisa. El pequeño niño se le abalanzó con un abrazo, todos habían estado preocupados por ella.

— Cuándo me perdí, estuve a punto de morir. — contó mientras todas las miradas estaban en ella. — Pero gracias a ella, estoy viva. — dijo mientras se giraba, encontrándose con la nada misma.

— ¿Gracias a quién? — preguntó Shane extrañado, mientras todos miraban hacia aquella dirección.

— Moon. Juro que ella estaba detrás de mí. — dijo la castaña mientras los nervios se apoderaban de su cuerpo. Estaba quedando cómo una mentirosa y loca.

Desde arriba de la copa del árbol que se encontraba encima del grupo, largó una pequeña risita silenciosa para que nadie la oyera. Suspiró.

— Ésta noche será larga. — suspiró para acomodarse en aquél árbol para dormir.

ᴍʏ ᴍᴏᴏɴ [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora