• Capítulo 28 |Santuario|

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Es increíble cómo tu vida puede cambiar en cuestión de segundos.
Un día estás bien, con tus amigos, preparando la cena de bienvenida para personas nuevas de la comunidad y al otro día, estás aquí. En un santuario, con personas que no conoces y junto a un tipo que ni siquiera te llama por tu nombre.

Éso mismo estaba pasando ahora.

Un año había pasado de aquella horrible noche. La noche en la que Negan, había asesinado a dos de nuestros hombres.

Abraham y Siddiq.

Cierro mis ojos llenos de lágrimas y no puedo evitar cómo su bate de béisbol, era golpeado con fuerza en ambas cabezas, haciendo que sus cesos volaran en dirección nuestra.

Jamás olvidaré la mirada de Daryl encima de mí, aquella noche en la que me ofrecí venir junto a Negan, para evitar más muertes.

Él me quería, le hacía recordar a Lucille.

Mi hermana cuándo escapó de casa, era porque no quería vivir bajo la sombra de mi padre. Desde que él ganó nuestra custodia, quería protegernos de todo mal.
Él conocía los peligros del mundo y la mayoría de veces, no salíamos porque él no nos daba autorización.
Lucille había sido mi hermana gemela, pero en carácter; eramos demasiado diferentes. Yo siempre fui la niña tierna, la que tenía miedo a la oscuridad y no podía dormir sin su beso de buenas noches. En cambio,mi hermana; siempre fue más rebelde, quería ir contra las reglas y siempre me protegía cómo una hermana mayor, aunque no lo fuera.

Papá enfermó y ella escapó de casa. Negan me contó que él la encontró vagando por las calles del centro junto a su esposa y decidieron darle hospedaje. Pasaron éstos años muy cercanos, hasta que ella enfermó.

Cáncer.

Murió a los  diez meses de detectarlo y pasó gran parte del apocalipsis, haciendo sesiones de quimioterapia junto a él y su esposa; en su casa.
Tiempo después, su amada mujer murió a manos de los caminantes.

Mi cabeza intentó procesar cada palabra que él había dicho, pero era difícil creerle.

Últimamente los meses aquí, eran más tranquilos e intentaban incluirme al grupo, pero siempre me negué.

También encontré a mis mejores amigas. Ámber y Sherry. Eran esposas de Negan, tenía un arén, creyéndose uno de los grandes reyes.

Ridículo.

Dwight se acercó a dónde yo estaba y encendió un cigarrillo. Ambos mirábamos atentos a los movimientos de Simon junto a los caminantes que colocaba sobre un tejido de alambre.

Lo miré y él hizo lo mismo.

— ¿Me das uno? — pregunté seriamente y él lo dudó por unos segundos, hasta por fin entregarlo.

— ¿No le hará mal al bebé? — preguntó y yo me levanté de hombros sin importancia.

Me dio de su cigarro, para así encender el mío. Inhalé aquél humo que parecía que mis pulmones andaban necesitando y cerré mis ojos.
Pude sentir un leve pinchazo en mi cuello, aquella bandana de color rojo hacía que me causara picazón, la estiré con enojo a punto de sacarla.

— No, no, no. — se oyó aquella voz que tanto detestaba.

Ahí se encontraba su figura, en frente de mí y de Dwight, ambos nos miraba con cierta forma burlesca y luego se acercó a mí, para quitarme el cigarrillo de mis labios, para luego lanzarlo desde las alturas en la que nos encontrábamos los tres.

— No debes de fumar. — susurro muy cerca de mí. Giré mi vista a aquél chico rubio que simplemente tenía su cabeza gacha. — La niña está llorando, seguro se cagó en los pantalones. — informó. — Cuídala y prepárate para irnos a Hilltop, debemos buscar nuestras cosas.

"Nuestras cosas". Claro que no lo eran. Negan se encargaba de quitarle todo lo que las comunidades buscaban por mes para sobrevivir. Y era un completo hijo de puta.

Hice un pequeño y breve golpe de puño con Dwight, recibiendo así una mirada amenazante por parte de Negan y me marché de ahí.

Comencé a caminar por aquellos pasillos vacíos y tristes del santuario, para ir directo a mi habitación.

Suspiré antes de tocar el pomo de la puerta, podía sentirla llorar con tono desesperado y aquello hacía que mi corazón se quebrara en miles de pedazos.

Giré el picaporte y abrí lentamente, dejándome ver a Sherry sostenerla entre sus brazos, mientras intentaba cantarle, para lograr calmarla, con actos desesperantes y fallidos.

Ella al verme, me sonrió, intenté hacer lo mismo. Me acerqué a ella y la pelirroja me entregó a la niña de apenas dos meses. La tomé y mágicamente, se calló.

— Te daré tu espacio. — dijo, sabiendo que era la hora de amamantar, pero antes de que se fuera, la tomé de su brazo que estaba completamente magullado por quemaduras.

— Quédate conmigo, por favor. — fue más una súplica y ell asintió.

— Claro que sí. — respondió, sus ojos parecían tan cansados cómo los míos.

Nos sentamos ambas en la cama y cómo todos los días. Sherry me ayudó con mi pecho y el agarre de la pequeña que no tenía ningún nombre aún.
Al tener un buen agarre de mi pecho, ambas sonreímos victoriosas.

— Es hermosa. — comentó con su voz delicada.

La miré. Era la niña más hermosa que pudiese existir en éste mundo. Su cabello era tan claro, que podría confundirse con su tono de piel. Un tono tan precioso y delicado.
Ahora mismo se encontraba con un conjunto de color rosado, lo había buscado Negan, personalmente junto a Simon. Sus manos eran tan pequeñas, que parecía que si la apretabas demasiado, se romperían.

— Es igual a su padre. — respondí.

Claramente era una Dixon.
Sus facciones eran tan perfectas cómo las de su padre y claramente aún no había abierto los ojos, pero anhelaba que fueran iguales a los de él.

— Siempre estaré para las dos. — habló, mientras colocaba una de sus manos encima de la mía. La miré con una sonrisa, no era para nada fingida, era tan sincera cómo sus palabras.


El día en que me enteré que estaba embarazada, los nervios se habían apoderado intensamente de mí.
Tenía tanto miedo del lugar en el que me había metido y la vida que le daría a mi futura hija.
Ámber me había ayudado con un té con yerbas, para poder terminar con mi embarazo prematuro, pero fue lo peor que pude hacer.
Él médico del santuario me atendió y buscó la manera de que pudiera seguir con mi embarazo a término.
Negan se decepcionó conmigo y me importaba una mierda, pero juró jamás hacerme daño por el amor que le había tomado a Lucille. Y mucho menos a mi hija, quién la cuidaría cómo si fuera suya.

El tiempo pasaba y el grupo de Alexandria jamás vino. Ni siquiera preguntaron por mí. Hacía ya un año de lo ocurrido y mi mente no podía soltar aquella imagen en la que Daryl, por primera vez en mucho tiempo, largaba lágrimas pidiendo que no me fuera.

Pero ya era tarde.

Me sacrifiqué y todo para que ellos estuvieran bien.

Uno de los términos del contrato de Negan, era que yo me quedaría con él en su grupo, a cambio de que no le quitaría ni una sola bala a los de Alexandria, aunque si tenía una que otra visita, para poder saber cómo estaban.

Ninguno preguntó por mí o éso era lo que Negan me repetía todos los días.

ᴍʏ ᴍᴏᴏɴ [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora