• Capítulo 37 |Horda|

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El día había caído. El clima era totalmente distinto al de anoche, estaba haciendo muchísimo calor y en el camino, la manta de Sun, se había caído al barro que había dejado la lluvia de anoche.

Daryl caminaba a paso apresurado adelante de nosotros con su ballesta en alto, mientras Eugene caminaba detrás de él con su cuchillo en alto y yo detrás de ambos con mi arma sin silenciador junto a la niña en mis brazos.

Sunshine se encontraba totalmente dormida, ni siquiera sabía si era normal que durmiera tanto en el día y en la noche igual. Estaba hecha un bollo en mis brazos, mi única mano libre la sostenía de su trasero con pañal y un body con piernas libres, dejándolas ver desnudas y regordetas.
Su cabello estaba más crecido, era rubio y agradecía al cielo que tenga los ojos preciosos de Daryl, que muy rara vez lo sabe tener Merle.

Estábamos muy cerca de la comunidad de OceanSide, que quedaba a un lado de una playa. Daryl dijo que una amiga de él, llamada Connie y su hermana, la habrían encontrado y que ahí, ahora estaba Tara luego de la muerte de Denise, su pareja. Que fue asesinada por Dwight.
Era una comunidad de bajos recursos, pero que tendrían lo necesario para tenernos un par de día, hasta constatar que Negan esté muerto.

Lo deseaba con toda mi vida. Quería que aquél tipo estuviera muerto, pero sin verlo sufrir. No quería tener sentimiemtos buenos hacia él. Negan había sido el hijo de puta más grande de la historia, peor que Philip y Gareth al mismo tiempo.
Aunque haya hecho todo lo posible para que viviéramos bien, mi hija y yo, jamás le perdonaría haber matado a gente muy importante para mí.

Una capa de sudor se colocaba en mi frente, la cuál limpié con la mano que sostenía mi arma. Suspiré, estaba muy cansada de caminar, no comimos nada hoy y Sunshine toma demasiada leche, siento que además de quitarme éso, me quita demasiada energía.

— ¿Estás bien? — preguntó Eugene, ya que me había apoyado en su espalda para no dejarme caer. Asentí.

Pero su pregunta habría captado la atención de mi ballestero y se giró a nuestra dirección para acercarse rápidamente.

— ¿Qué pasa? — preguntó Daryl, mientras me tomaba de ambos brazos. Sunshine comenzó a quejarse.

— Está agotada, la niña la consume. — respondió Eugene, mientras me movía a un costado para poder sentarme en alguna de las rocas cerca.

Daryl aún seguía mirándome, yo sólo podía tomar mi cabeza. Sentía que me dolía demasiado, junto a mi columna, haciendo que mi estómago se revolviera, quería vomitar, pero no vaciaría mi estómago con la poca comida que tenía en ella.

Sunshine comenzó a llorar, mientras Daryl me la quitaba de los brazos y comenzaba a moverla, mi amigo Eugene me dio agua y me la acabé en segundos.

— Ven, debe tener hambre. — dije haciendo una seña para que se acercara y me la diera. Así lo hizo.

Junto a la mirada de ambos hombres, no me importó, saqué mi pecho bastante inflamado, que hasta podía sentir cómo me escurría leche del otro pezón, se lo metí a la boca y ella desesperada lo tomó. Cerré mis ojos y suspiré. Miré a ambos. Daryl tenía su vista clavada fijamente en mí y Eugene miraba el árbol de al lado. Causándome gracia.



Luego de varios minutos de descanso y haberle quitado los gases, se volvió a dormir. Un ruido un tanto extraño, hizo que todos quedaramos en silencio, era un sonido de golpeteo contra la tierra, que cada vez se hacía más presente entre nosotros.

Hasta que en un momento a otro, al lado de nosotros, se encontraba una hermosa yegua de color negro, que parecía y se había escapado de algún lado o posiblemente de un grupo de caminantes.

Daryl logró calmarla y finalmente decidieron entre todos que Sunshine y yo fuéramos encima de ella en el viaje hasta la comunidad. Aunque hubiese preferido que Eugene con mi hija estuvieran aquí, ya que eran los más vulnerables.




Seguíamos nuestro camino en silencio, la yegua parecía adorable y muy tranquila, de algo había escapado de éso estaba muy segura, por cómo se había comportado anteriormente.

Daryl dijo que faltaban unos cinco kilómetros más y estaríamos en OceanSide en unas horas. Eugene estaba cansado y claramente hambriento, todos lo estábamos; excepto Suni.

Alguno que otro sonido se hizo presente.

Era un caminante.

Daryl lo mató, pero otro tomó de los hombros a Eugene y yo desde encima de la yegua, lancé mi cuchillo, ya que al parecer, otro caminante llegó y Daryl lo acabó. El animal comenzaba a alterarse y tenía miedo que nos tirara a ambas. Decidí bajarme.

Al lado del caballo apareció otro más y le quité de las manos de Eugene la cuchilla, para correr hasta el muerto y acabar con él.

Mis ojos comenzaban a fallar, la vista se me era nublada y no podía ver con exactitud que tenía a mi lado o dónde estaba el ballestero.

Lo que sí sabía, era que debía proteger a mi pequeña hija y asi lo haría.

Los caminantes comenzaban a acercarse aún más y opté por subirme al caballo de nuevo con mi hija en brazos.
Daryl remataba con su ballesta y Eugene comenzaba a tomarle sentido al remate de caminantes. Dejando al miedo a un costado, no tuve más que perder, que tomar mi arma y comenzar a disparar.
Sé que estábamos en peligro y probablemente vendrían más caminantes, pero mi ballesta había quedado en el santuario de Negan, la había perdido para siempre.

Daryl y Eugene habían quedado fuera del círculo que empezaban a hacer los caminantes. El ballestero no podía ocultar su rostro de preocupación, pero ya era demasiado tarde.

Mi fiel arma disparaba sin cesar, mientras que más caminantes nos acorralaban.

— ¡No! ¡No! — gritaba Daryl, mientras la yegua gritaba y mis ojos se llenaban de lágrimas.

El cuerpo del animal comenzaba a desvanecerse entre el cuerpo de los caminantes y los gritos de mi hija, por el bullicio que hacían los muertos, no estaban ayudando en nada.

— ¡Nos tenemos que ir! ¡Vámonos! — pude escuchar por lo último a un Eugene preocupado, hacia Daryl.

Fui más rápida y uno de los caminantes a mi lado, estaba ya rematado, tomé de la sangre de su cabeza y manché a mi hija y mis hombros. Ésto sería suficiente. Caí de pie a un lado de la hermosa animal recién comida y le metí mi pecho dentro de la boca a mi hija, para evitar que siguiera llorando y atrayendo más caminantes.

Pero todo fue en vano.

ᴍʏ ᴍᴏᴏɴ [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora