• Capítulo 12 |Te quiero|

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Ahora mismo nos encontrábamos caminando por las oscuras calles cerca del bosque. Los pies me dolían y podía ver las caras largas del grupo, todos estábamos cansados. Judith no dejaba de llorar y éso nos traía contras; los caminantes son muy sensibles y al primer balbuceo de la pequeña, somos encontrados por ellos. El grupo se ha mantenido unido y más fuerte, son dos días que no hemos dormido, al menos yo no.

— Es momento de que busquemos aunque sea una maldita cabaña. — murmuró Daryl viendo hacia el cielo nublado. Parecía que pronto se largaría una gran lluvia.

Me separé lentamente del grupo, mientras me adentraba más al bosque. Lo único que podía encontrar; eran, sangre, pedazos de cerebros, caminantes y árboles. No había nada que nos pudiera servir por aquí, al menos que fueramos a otra ciudad, pero estamos demasiados cansados para seguir el camino. Lo mejor era adentrarnos a los coches y pasar la noche ahí.

Algunos ruidos hicieron que me sobresaltara, eran pasos, ni muy lentos, ni muy rápidos, me acerqué lentamente de dónde provenían y ahí se encontraban T-Dog y una niña. Suspiré de alivio, los habíamos perdidos en el Santuario de Terminus. Ellos me vieron con una gran sonrisa, lo cuál correspondí.

— Dios, que alegría. — se acercó a mí el hombre robusto y me envolvió en sus brazos, yo hice lo mismo junto a él y a la pequeña. — ¿Sabes algo de los demás? — preguntó y yo asentí. Volvimos los tres juntos hacia el grupo, haciendo que la pequeña rubia corriera a abrazar a su hermana mayor. Todos se emocionaron a ver a T-Dog de vuelta en el grupo y lo envolvieron en un cálido abrazo familiar. Daryl y yo veíamos la escena un poco apartados de ellos.

— ¿Me ayudas a buscar una casa? — pregunto mientras lo miro, él gira su vista hacia mí y no responde por varios segundos, hasta que asiente.

Emprendimos viaje en silencio por la carretera y ver si algún auto nos serviría.
El camino era silencioso y no porque me diera vergüenza hablar con él, simplemente porque no hacía falta hablar para poder entendernos o que me sintiera cómoda junto a él. Por alguna extraña razón, sentía que éramos muy parecidos. Lori tenía razón.

Merle. Mi querido Merle, nunca se ha ido de mi mente, aunque intento hacer cosas para poder despejarla. Lo extrañaba horrores, sentía que era cómo un hermano para mí o un padre. Él en todo el tiempo que estuvimos juntos, me ha cuidado para decirme que " yo era la única que merecía estar viva para encontrar al grupo y ponerlos a salvo". Y lo hice, — dónde quieras que estés, drogadicto de mierda.

— Espero que ésta mierda, funcione. — habló Daryl mientras se adentraba a un auto.

Había estado tan sumida en mis pensamientos que no me había dado cuenta en el momento que llegamos a un cementerio de autos y chatarra.

Y cómo Daryl había dicho, la mierda funcionó, sonrió. Comencé a caminar lentamente por el lugar mientras hacía guardia de que ningún caminante se acercara a nosotros.

Entre los árboles, pude sentir un quejido y el quebrar de pequeñas ramas. Coloqué mi ballesta en posición de disparar, pero antes miré detrás mío a Daryl, que se encontraba mirándome fijamente. Le hice una seña de que iría hacia adentro del bosque y él tomó su ballesta y me acompañó a mi lado silenciosamente.

Cuándo estuvimos en posición, nos adentramos. Los quejidos seguían y parecía ser un hombre, no un caminantes. Caminamos más rápido y ahí lo vimos.

Su piel estaba pálida, su ropa llena de suciedad y sangre, estaba recostado encima de un tronco en el suelo. Su rostro era demasiado delgado, seguro no comía hacía mucho tiempo. Los caminantes comenzaron a acercarse y junto a Daryl empezamos una guerra de tiros con flecha hacia ellos.
Al terminar, corrí cerca de Merle y lo abracé, él hizo lo mismo.

— Te encontré. — dije en un susurro en su cuello. Y pude sentir cómo mis ojos picaban, quería llorar.

— Hola, nena. — dijo apenas. — Hola, hermanito. — terminó de decir para luego sonreír.

Me reincorporé en lo que estaba pasando. Ahora mismo se encontraba Merle en frente de mí y le habían mordido el brazo.

Tomé mi remera que mostraba mi cintura, la recorté de más, dejando a la vista mi estómago, me acerqué a su brazo y le hice un torniquete en éste; para evitar la circulación de la infección.

— ¿Cuándo te mordieron? — pregunté con miedo. No quería perder a Merle.

— Segundos antes de que llegaran. — respondió mientras miraba lo que hacía.

— Bien. — hablé. — Daryl, intenta prender un poco de fuego así quemas ésto. — le entregué una cuchilla de carnicero que llevaba dentro de mi mochila.

Daryl no perdió el tiempo y comenzó. Yo tomé el machete de Rick que llevaba conmigo por si se acababan las flechas. Merle sabía lo que haría y no se inmutaba para nada. Suspiré, no quería hacerlo. Vi a mi costado y pude ver al menor de los Dixon sosteniendo  en el fuego la cuchilla ancha de color rojo vivo, por el calor.

— Estíralo. — ordené a Merle y éste lo hizo rápidamente, separándolo de su cuerpo. — Bien, muerde tu ropa y no grites. — éste asintió.

Largué todo el aire que tenía en mis pulmones y lo hice. Levanté el machete por encima de mi cabeza y las piernas me temblaban cómo la mierda. Hice que cayera con todas mis fuerzas encima de su brazo y su miembro se separó de su cuerpo. Sonreí, pero Merle simplemente gritaba dentro de los trapos. Daryl se acercó rápidamente a su hermano y colocó la cuchilla caliente en el corte para poder cauterizar. Merle no sintió nada más, ya que se había desmayado por el dolor, pero vimos que dejó de sangrar.
Saqué de mi mochila algunas vendas limpias que Hershel siempre traía con él y se lo coloqué en su brazo cortado.

— Bien. Uno de los autos anduvo, ¿no? Podríamos llevarlo ahí. — dije y él asintió sin más para luego tomar a su hermano en brazos cómo una bolsa de papas y llevarlo hasta el auto que encontramos.



El cura que había encontrado Rick junto al grupo, nos dio hospedaje en una pequeña capilla en el bosque, estaba acompañado de una chica llamada Tara, que ella había sido quién lo mantuvo con vida todo éste tiempo a su compañero.

Ahora mismo nos encontrábamos recostados en el suelo de alfombra roja y sosteníamos botellas de agua. Era todo lo que podíamos consumir, ya que no encontrábamos comida.

Merle habría despertado dos veces y luego se desmayaba por los dolores. Lamentablemente no teníamos antibióticos para tratarlo, pero Hershel puso toda su voluntad en curarle y cambiarle el vendaje las veces que eran necesarias.

Me coloqué de pie y caminé hacia afuera. Todo estaba oscuro y lo único que alumbraba el bosque, era la luz de la luna. Ahí afuera estaba Daryl, sólo y  con un cigarrillo en sus labios, mientras miraba aquella luna brillante.

— Él estará bien. — hablé en un tono suave. Él se giró hacia dónde yo estaba y asintió.

— Vi que se llevan muy bien. — habló en un tono. ¿Celoso? Sonreí de lado. — Pareciera que te considera más hermana que a mí. — terminó para quitarse el cigarrillo de sus labios y larga el humo. Yo se lo quité de entre los dedos y lo fumé. Me miró.

— Lo quiero. — respondí y él no dejó de mirarme.

Sus ojos eran tan perfectos. Aquél color turquesa que no dejaban de mirarme con dulzura.
Sé que detrás de aquella máscara de "hombre rudo", se encontraba el ser más hermoso del mundo.

Podría vivir una vida entera viendo aquellos ojos preciosos.

— Y a ti también. — terminé de decir. Su ceño pasó de estar fruncido a estar relajado y éso hizo que sonriera. Ambos suspiramos al mismo tiempo.

— Él también te quiere, se le nota. — respondió mientras volvía su vista a la hermosa luna que se encontraba encima de nosotros. — Y yo también. — terminó de decirme para luego darme una rápida mirada e irse adentro.

ᴍʏ ᴍᴏᴏɴ [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora