• Capítulo 27 |Lucille|

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Mis ojos se abrieron por el resplandor del sol, golpearme el rostro. Los abrí lentamente para poder caer en cuenta que me encontraba completamente desnuda, bajo unas sábanas.

Recordé lo que había pasado la noche anterior.

Había tenido mi primera vez con Daryl Dixon y no me arrepentía en lo absoluto.

Aunque mi estómago dolió al no verlo a mi lado y la desesperación comenzó a apoderarse de mí.

Ya era de día y mientras me encontraba colocándome la ropa de ayer, podía sentir algunos ruidos en la casa.

Al terminar de vestirme, corrí hasta la sala y mi corazón comenzó a latir nuevamente con normalidad, simplemente al verlo en frente de mí, sin su chaleco de alas y vestido de camisa negra y pantalón, preparando; lo que creía que era el desayuno.

— No quería despertarte, estabas muy cansada. — informó y pude sentir cómo mis mejillas ardían. Él sonrió y me colocó un plato con unas frutas.

— Gracias. — agradecí, mientras empezaba a comer. — Me duelen un poco las piernas, son las suturas. — aclaré, mientras él me observaba apoyado en el marco de la puerta de la cocina.

— Si, seguro son las suturas. — repitió un tanto divertido, yo simplemente traté de ignorar el comentario en doble sentido.

Un comentario que hacía recordar a Merle, sonreí.

— Debemos de volver a Alexandria. — habló y yo asentí al terminar el plato.

Recogimos nuestras pertenencias y comenzamos a caminar lentamente en el bosque.
Seguía siendo invierno, aunque no se sentía demasiado el frío, aún necesitábamos estar un poco abrigados.

Daryl se negó a buscar a Abraham y Rosita. Los daba cómo perdidos y probablemente hayan buscado la manera de volver a la comunidad.
No muy convencida, acepté en volver a Alexandria.

El viaje había sido demasiado silencioso, pero no era para nada incómodo. Me encanta pasar el tiempo junto a su presencia y opino que él también con la mía.

Ahora mismo nos encontrábamos en frente de aquellas rejas de la comunidad, que eran abiertas por Sasha.

Las miradas del grupo estaban en nosotros.
Eran miradas tristes, dando por hecho la pérdida de la vida de nuestros compañeros en la búsqueda.

— Los perdimos. Escucharon un ruido y decidieron ir ambos. No volvieron. — explicó Daryl antes que yo dijera una palabras.

— ¿Ustedes están bien? — preguntó seriamente Rick y ambos asentimos.

Comencé mi camino silencioso por toda la comunidad hasta llegar a mi casa. Quería darme un buen baño relajante con agua caliente.

Al llegar, noté a Carl junto a Judith en la sala de casa. Los sillones eran bastantes grandes y cómodos, estaban completamente dormidos.
Me acerqué a ellos con una sonrisa y les besé la cabeza a cada uno.

Al terminar de ducharme, miré mi rostro en frente de aquél espejo que decoraba el gran baño.
Un flash de mí siendo adolescente me transportó a cuándo vivía con papá.
Mirándome en el mismo espejo, mientras mi rostro se encontraba con los mismo cortes de cuándo vivía con mamá y su nuevo esposo. Cerré mis ojos al sentir aquél escalofrío recorrerme por todo el cuerpo.

Volví a la realidad y ahora era otra. Un tipo estuvo a punto de matarme y volví a manchar mis manos con sangre ajena, pero había sido por mi propio bien. Fue en defensa propia.

Salí del baño y busqué lo que me pondría hoy. Mi turno había acabado y debía de volver a la normalidad.

Unos jeans y una blusa a tiras estaba bien. Debajo de la cama encontré mis botas y me las coloqué.
Recogí mi cabello en un moño y salí de la habitación, ahí seguían los dos niños, a pesar de que Carl ya tenía quince años, me seguía pareciendo un niño cómo cuándo estaba en el campamento.

ᴍʏ ᴍᴏᴏɴ [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora