• Capítulo 39 |Lo mataré|

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▪《Daryl Dixon》▪

Ahora mismo me encontraba encima de la nueva torre de madera que habíamos construido. Mi guardia había empezado ayer a la tarde, posiblemente sea el mediodía. Rick junto al grupo restante que nos quedaba, intentaban convencerme de que descansara. Pero mi esperanza de que ella viniera, seguía intacta. Las palabras de Merle sobre la fe, habían hecho cierto eco en mí. No la perdería, algo dentro de mí, me decía que ellas aún seguían con vida. Aunque pareciera imposible por cómo las había visto la última vez, mi negación de haberlas perdido, seguían en pie.

El sonido de la madera chillar, hicieron que llamara mi atención, era ella. Connie. Subiendo por las finas escaleras improvisadas con cierto esfuerzo, haciendo que me acercara para poder ayudarla.

Volví a mi lugar, para ver aquél campo con el césped alto, estaba nublado, pero aún hacía calor.

Connie tocó mi hombro y me hizo una seña.

"¿Podemos hablar?" — preguntó con una enorme sonrisa.

Aún me era imposible pensar, en cómo sonreía tanto a pesar de todo. ¿Y cómo no hacerlo? Si jamás había perdido a alguien tan importante, no sabía defenderse y siempre era cuidada y custodiada por su hermana con su grupo. Asentí seriamente.

"¿De qué quieres hablar?" — pregunté, mientras hacía las señas correspondientes para que me entendiera.

Había sido bastante fácil aprender su lenguaje de seña, aunque me costaba ciertas palabras. Pero con la ayuda de su hermana, hice lo más básico.

"¿Qué pasó allá afuera?" — preguntó.

No sabía cómo responder que el amor de mi vida junto a la que podía ser la razón de mi única existencia, habían muerto o éso creí en su momento.

— Antes de ayer, encontré a mi novia y me enteré que tenía una hija. Ni siquiera es mi novia, carajo... — pude responder apenas, estaba enojado. Ella leyó mis labios.

El brillo de sus ojos, con el cuál me veía seguido. Desapareció y asintió apenas.

Posiblemente la decepcioné. Si, había demostrado en éste año, que comenzaba a gustarme aquella mujer de cabellos oscuros y ojos del mismo color, pero no se comparaban con los de Moon. No era mi novio, ni pareja, era la madre de mi hija y comencé a amarla, desde que decidió ayudarme a buscar a mi hermano. Cuándo volvió por mí en la prisión y ahora lo hizo de nuevo, a pesar de toda la mierda que vivió con aquél tipo.

"¿La amas?" — preguntó un poco decepcionada.

Tardé unos segundos. Por supuesto que la amaba, pero no quería romper el corazón de Connie. Ella por más que no hablaba y me era diferente, y difícil comunicarme con ella, también la quería. No cómo a Moon, pero la quería. Asentí sin pensarlo más. Ella copió el gesto, para luego sonreírme.

"Felicidades por tu hija. Espero y encuentres a ambas con vida." — respondió y yo asentí.

Minutos después, ella bajó del lugar. Pero mis ojos se encontraron con la mejor escena del mundo.

A lo lejos, sus piernas delgadas, su rostro manchado y su típica mochila, venían corriendo de una horda de unos diez caminantes tal vez.

Mi corazón latía rápidamente y sentía que mis pulmones exigían más oxígeno. Era un poco obvio, ya que había dejado de respirar apenas la vi. Comencé a bajar por aquellas escaleras y corrí hasta el gran portón. Rick, junto al padre Gabriel y Carl me miraron atentos, comencé a abrir la reja y todos corrieron hacia mí. Para poder ver aquella mujer correr en nuestra dirección. Entró y cerramos.

Sus ojos estaban llenos de lágrimas. Sólo llevaba su mochila y mis ojos copiaron su acción, mi mente se había puesto en blanco, ella cayó de rodillas en el frío suelo y comenzó a llorar. Sus manos estaban vacías y el cuerpo de mi hija eran inexistentes en éste momento.

Me acerqué rápidamente a ella.

— ¡¿Y Suni?! — vociferé y ella me abrazó rápidamente, lo cuál correspondí.

Pude notar a Merle caminar lentamente hacia nosotros, prestando atención a todo lo que pasaba.

— ¡Negan se la llevó. Me la quitó, está vivo, el hijo de perra está vivo! — gritó desesperada entre mis brazos.

Aquellas palabras me habían dejado el sabor amargo más grande de toda mi vida. Sentir su nombre me revolvía el estómago, todo mi enojo se acumulaba hasta poder tenerlo frente de mí nuevamente y juraba por Dios, si éste realmente existía, en que lo mataría, lo mataría con mis propias manos.

— Juro que la encontraré y a él lo mataré. — sentencié.

Mi hija y Moon habían sobrevivido a la horda de caminantes. Ahora mismo la más pequeña se encontraba en peligro entre las manos de un infeliz hijo de puta.
Juro que no se salvaría.

No ésta vez.

ᴍʏ ᴍᴏᴏɴ [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora