• Capítulo 29|Hilltop|

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Al terminar de hacer dormir a la niña, la dejé recostada en aquella cuna de madera impecable. Era hermosa y fue Dwight quién la había buscado en la ciudad junto a más hombres.

— Me ducharé y luego me iré. ¿Podrás cuidarla hasta que yo vuelva? — pregunté, mientras buscaba mi ropa nueva en el gran mueble de madera.

— Si, no te preocupes. — respondió con aquella sonrisa que tanto la caracterizaba.

Caminé hasta el cuarto de baño y me adentré a éste. Comencé a desvestirme en frente del gran espejo que adornaba aquella pared de azulejos blancos y miré mi reflejo.

Mis ojos tenían un tono gris, debajo de éstos contenían un cierto color oscuro, dejándose notar así; aquellas ojeras de no dormir en varias noches.
Mis brazos estaban más regordetos, tenía caderas grandes y mis senos eran el doble de antes.
Quité la chaqueta negra, junto a la remera blanca. Dejándose ver; una faja post parto. Suspiré al ver mi vientre al quitarme aquello. La piel que se encontraba bajo mi ombligo estaba magullado por el estiramiento. Mis ojos comenzaron a picar del simple hecho de verme.

Ni siquiera podía recordar el nacimiento de mi hija, porque la mayor parte de ésta, la pasé cedada.
Había tenido tantas complicaciones, que debieron hacerme una cesárea.

Aquella marca en mi vientre bajo, hizo que votara algunas lágrimas.

Daryl no sabía de la existencia de su hija, ni siquiera sabía su nombre y probablemente jamás la conocería.

Mi corazón estaba roto y no sabía cómo seguir con mi vida, luego de todo ésto.

No obtuve cartas, mucho menos una visita. Jamás volví a Alexandria y posiblemente nunca lo haga.

Dejé de mirar mi triste y deteriorado cuerpo, para poder darme aquella ducha que mis músculos tanto anhelaban.
El agua de la lluvia artificial comenzó a caer por encima de mí, para poder recorrerme por completo. Lo bueno de éste santuario, era que tenían lindos baños y agua caliente aún.






Luego de varios minutos de disfrutar de la ducha, salí para terminar de alistarme.

Las prendas de vestir que me daba Negan, eran horrendas. Prácticamente me obligaba a vestirme igual que él.

Pantalones negros apretados, remera blanca y chaqueta negra, para terminar luego con una bandana de color roja en mi cuello, que la mayoría de veces; me la quitaba porque era realmente molesta.




Terminé en atarme el cabello en una coleta y salí del cuarto de baño. Sherry se encontraba plácidamente dormida en la que actualmente era  mi cama.

Ella siempre me agradecía las veces que no quería acostarse con Negan, en que yo la llamara para que me ayudara con la bebé.
Negan creía que la niña era sagrada y siempre sus ojos se iluminaban de tan sólo verla dormir.

A veces resultaba ser un tipo muy extraño.

Coloqué una manta por encima de mi amiga y salí de la habitación, no sin antes, echarle una última mirada a mi hija.

Comencé mi camino hacia la habitación de Negan y en la puerta, se encontraban Simon, junto a Dwight. Ambos me miraron e hicieron una seña, para luego abrirme la puerta.

Entré y ahí se encontraba él, terminando de colocarse su chaqueta, igual que la mía.

Sus ojos se iluminaron al verme y sonrió. Aquella típica sonrisa que parecía tan burlesca.

— Estás preciosa. — halagó y yo simplemente asentí.

Terminó de vestirse y salimos entre los cuatro hacia fuera de la habitación, para luego salir del santuario. Todos los hombres de Negan al vernos, comenzaron a arrodillarse. Mi estómago dolió de tan sólo verlos.

ᴍʏ ᴍᴏᴏɴ [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora