• Capítulo 36 |Una Dixon|

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Mis ojos se abrieron y lo primero que apareció en mi campo de visión fue al que sentía que era el amor de mi vida.
Comencé a escupir todo el agua que tenía mi cuerpo y comencé a vomitar, haciendo que Daryl me colocara de costado. Largando así, todo lo que había comido ése día en el santuario.

— ¿Estás bien? — preguntó con tono preocupado, mientras sostenía mi cabello mojado con ambas manos. Asentí.

Pero luego recordé lo último que había podido ver debajo de aquella agua sucia. El caminante mordiendo mi pie. Miré rápidamente aquella zona y mi bota ya no estaba, sólo mi calcetín mojado.

— Tranquila, sólo te llevó el calzado. — dijo suavemente. Lo abracé y él correspondió. — Tengo ardillas para comer, vámonos. — terminó de decir,  para ayudarme a ponerme de pie.

Comenzamos a caminar fuera de la estación subterránea y la lluvia parecía no querer parar.

Él me tomó de la mano y corrimos por todo el bosque. Ya que algunos caminantes estaban al acecho de nosotros.

Dirigía a Daryl con mis pasos, en dónde estaba la cabaña y ahí a lo lejos pudimos divisarla. Corrimos rápidamente, uno que otro caminante aparecía y fácilmente terminábamos con ellos.

Al llegar, tocamos la puerta suavemente. Pude sentir cómo Daryl estaba tenso, posiblemente era porque estábamos a centímetros de nuestra pequeña hija. Eugene se asomó por una de las ventanas y abrió rápidamente la puerta. Nos adentramos.

Nuestro amigo Eugene, se encontraba con la niña en brazos y un biberón, dándole de comer. Daryl los miró.

— ¿Lloró? — pregunté quitándome la remera completamente mojada, junto a mis pantalones, estaba frío y podría enfermar, ambos hombres me miraban atentos, pero Dixon miró a Eugene, causando que éste último desviara su vista de mí. Él asintió.

Busqué en mi bolso ropa más abrigada y seca, para poder cambiarme.

— Tengo ropa para tí, Dixon. — dijo el hombre que tenía a mi hija en brazos. Yo se la quité y él también buscó en su bolso.

Daryl no dejaba de vernos, a mí, ni mucho menos a Suni, que se prendió de mi pecho cómo una garrapata. Tomé asiento en el pequeño sofá de la cabaña y cubrí el cuerpo de la niña.

El ballestero no dijo ni una sola palabra y se marchó de la sala con la ropa que le había ofrecido Eugene. Éste último me miró cómplice. Suspiré para luego mirar a mi hija tomando de mi pecho.

A los pocos minutos salió con el cabello húmedo y ropa seca. Se acercó lentamente a nosotros y tomó asiento en el sofá dónde yo me encontraba, nos miró, para luego asentirle a Eugene en forma de agradecimiento por su gesto.

La niña paró de comer y la coloqué en mi pecho boca abajo para quitarle los gases. Tenía la mirada atenta del ballestero en nosotras. Sé que muy en el fondo, moría por tomarla en brazos. Lo miré.

— Mira, amor. — dije levantando a la bebé por la parte de sus axilas, era tan pequeña, que comenzó a hacerse cómo un ovillo de lana. — Aquí está papi. — pude decir en confianza, para luego acercarla a Daryl, éste rápidamente se posicionó para cargarla.

Aquellos ojos hermosos que me habían enamorado, estaban brillando por el simple hecho de verle el rostro a la bebé. Sus manos temblaban con nerviosismo y la cargó, para dejarla en su pecho, que subía y bajaba rápidamente. Ésos ojos turquesa, comenzaban a llenarse de una capa de agua, haciendo que una, no, sino varias lágrimas cayeran por su hermoso rostro. Los cerró al sentir el tacto de Suni en su cuello, y con una de sus manos, la posó en el pequeño trasero de la niña y la otra para su cabecita, su labio tembló y comenzó a llorar, causando que yo hiciera lo mismo.

— Hola, cariño.. Aquí estoy. — comenzó a hablar suavemente, ya que Suni había comenzado a quejarse. — Aquí está papá, siempre estuvo aquí. — aquellas palabras hacían que mi corazón se estrujara.

Dios, que bendecida había sido. Sabía en el fondo, que algo bueno había hecho en mi vida, para obtener a un Daryl Dixon, que probablemente, muchas mujeres desearían tenerlo.
Un papá que se emocionaba por tener a su pequeña en brazos, haciendo que ambos corazones latieran al mismo ritmo. Causando así, un lazo; que nunca en la vida se rompería. Estaba segura de éso, lo estaba al cien por ciento.

Cuándo estuve a punto de morir en las vias del tren. Ésta había sido una de las imágenes que se habían posado en mi mente.
Una en la que iba a desear toda mi vida ver si no moría. Y aquí estoy, presenciando uno de los mejores reencuentros de la historia de mi vida.

Daryl se calmó y la niña también, haciendo que durmiera plácidamente en sus brazos. Abrió los ojos y me miró, para luego con una de sus manos, cruzarla por mis hombros y atraerme hacia ellos.

Eugene nos miraba con lágrimas en los ojos y asentía, todos estábamos felices.

Pero algo, muy dentro de mí, sabía que las felicidades en éste nuevo mundo, no duraban tanto tiempo.

La niña en sus brazos eructó dormida, para luego largarse un gas, que causó la risa de los tres. Probablemente éste era la primera vez de Eugene viendo a Daryl de ésta manera.

— Definitivamente es una Dixon. — dijo entre risas el cazador, haciendo que riéramos los tres nuevamente.

Estaba en casa, claramente ya lo estaba.

ᴍʏ ᴍᴏᴏɴ [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora