• Capítulo 30 |Día del quemadero|

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La noche había caído y mis ojos comenzaban a cerrarse del sueño que invadía mi cuerpo. La niña aún seguía prendida de mi pecho y parecía que no tenía ni la más mínima gana de dormir.
Sus pequeños ojos fueron abiertos y mi pecho se infló al verlos, aquél color precioso se había apoderado de sus iris y en mi cuerpo, no cabía más felicidad de la que tenía.

Ella soltó mi pecho y sonrió al verme. Yo hice exactamente lo mismo.

La puerta sonó y volví a darle leche a mi bebé.

— Adelante. — di órden de que pudieran entrar y la puerta se abrió lentamente.

El cuerpo de Negan se adentró a la habitación y aquella angustia en mi pecho de tan sólo verlo, volvía.

Simplemente cuándo estaba cerca de él y a solas, mi mente volvía aquella fatídica noche en la que mis amigos morían.

A pesar de que él me trataba diferente, yo no podía sentir ni la más mínima consideración o sentimiento de cariño hacia él.

Era realmente un monstruo.

— ¿Qué es lo que quieres? — pregunté tapando a la niña con la cobija de color blanco suave.

— Quería ver cómo se encontraban ambas. — preguntó con aquella voz diferente.

Una voz que sonaba a paz y amabilidad.

No le creía una mierda.

— Estamos bien. — respondí a secas, mientras la observaba.

Mis ojos ni siquiera querían verlo. No podían.

— Lucille..

— ¡Déjame de llamarme así! — vociferé molesta. Mi tono de voz hizo que la niña soltara su agarre en mí y diera su primer grito de llanto.

— Asustas a...

— ¡Deja de hablar! — ordené para subirme la camiseta y acurrucar a la niña en mis brazos, mientras me ponía de pie.

El silencio reinó la habitación. Cerré mis ojos para intentar calmar mis impulsos de querer golpearle el rostro. Sostuve fuertemente a la bebé en mis brazos y lo miré.

— Aunque sea su viva imagen, yo no soy ella, Negan. — hablé con un tono tan aspero y doloroso. — Ella está muerta. — terminé de decir más calmada.

La niña detuvo su llanto y él simplemente me miró un tanto triste o era lo que quería que creyera.

— Sólo... Sólo quiero que estés bien aquí, te sientas cómoda, yo... Yo hago lo mejor par...

— No. — hablé. — Jamás me sentiré cómoda con el asesino de mis amigos. — respondí. — Si acepté venir contigo, fue por un trato. No obtendrás nada más de mí. — comencé a decir y pude notar sus ojos brillosos. Tenían una gran capa de lágrimas rodearle los ojos. — No te quiero, no te querré, ni tampoco quisiera que estuvieras en la vida de mi hija. Me jodiste la existencia y jodiste la tranquilidad de mi pueblo. Nunca te perdonaré. — terminé de decir y pude ver cómo se rompía en llanto en frente de mí.

Aquella reacción, algo dentro de mí causó un cierto sentimiento.
Tenía rabia, rencor y tristeza dentro de mi corazón. No quería verme vulnerable en frente de él.
No quería tener sentimientos de compasión en él.
Negan merecía todo lo contrario de éso.

La niña volvió a llorar y Negan comenzó a acercarse más a mí, mientras las lágrimas le invadían el rostro.

— Quiero cargarla, por favor. — fue más un pedido de súplica y simplemente lo dejé.

ᴍʏ ᴍᴏᴏɴ [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora