• Capítulo 4 |No te creo nada|

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Mi respiración era entrecortada, estaba asustada, si. Mi tobillo comenzó a doler más de lo normal, los cuerpos de los tres caminantes encima de mí y sus intestinos hacían que me dieran ganas de vomitar. 

Cuando Rick, Daryl y Merle se fueron de la ciudad en la camioneta, rematé a tres caminantes que utilicé para luego tirarme al suelo acostada, intenté mancharme lo mejor que pude con sus pestes y así lo hice, el olfato de aquellas cosas se alteraron y buscaban por todas partes dónde yo me encontraba. Cómo pude me coloqué de pie con un caminante delante de mi cómo escudo y comencé a caminar lentamente, éstos seguían mis pasos, suspiré. Estaba a salvo porque yo tenía un Dios aparte. 

Cuando estuve en una distancia bastante considerable, dejé caer aquél caminante a mi costado y comencé a correr cómo pude con mi tobillo herido. Al cabo de unos minutos, cerca de dónde Rick había estado con sus armas, encontré su sombrero de Sheriff, lo tomé en mis manos y me lo coloqué en la cabeza, algún día cuando lo volviera a ver, se lo devolvería. 



Habían pasado tres semanas que no supe nada de aquél campamento ni de su gente. Volví por el mismo camino que habíamos hecho, pero éste campamento estaba minado de caminantes, haciéndome volver a la carretera. Debería de buscar una casa o algún río que hubiera agua, debía bañarme; ya pasaron tres semanas que no me daba una maldita ducha. Dios, extrañaba éso. 

Mientras caminaba pude divisar a lo lejos una pequeña cabaña entre los árboles; haciéndome integrarme más al gran bosque de las orillas de la carretera. En el camino de la ciudad hasta aquí, había encontrado algunas balas, comida, y flechas para mi ballesta, habría tenido Suerte o ayuda de Dios. Cualquiera opción estaba bien.                                                                                                           Al llegar a la casa, toqué la puerta dos veces para llamar la atención de algún caminante si es que ahí dentro se encontraban algunos. Nada pasó. Abrí lentamente la puerta y aquél olor a humedad inundó mis fosas nasales. El olor a tristeza, abandono y todo lo triste que podrías imaginarte, era ésta casa abandonada. Subí las escaleras lentamente con mi ballesta en alto, mi corazón latía más rápido de lo que debía y mi boca generaba más saliva de lo debido por los nervios que mi cuerpo sentía. Estaba asustada, sí.                                                                                                       Mis ojos estaban envueltos en lágrimas al haber visto aquella escena triste, mi corazón se había roto por completo. La habitación del matrimonio estaba lleno de polvo y humedad, sus cuerpos estaban recostados en las camas con un disparo en su cabeza, se habían suicidado. Y en la otra habitación, el del hijo del matrimonio. Aquella escena había sido devastadora.  Aquél cachorro que no podría diferenciar su edad ya que era carne seca y huesos con un disparo en la cabeza junto al pequeño que estaba igual que el animal. Simplemente era un niño, un niño que de seguro se preocupaba por las notas que recibía en la escuela, que jugaba con sus compañeros en los recesos y hacía los mandados. Todo era tan triste. Era una de las escenas más escalofriantes que pude haber visto en todo éste año de búsqueda. 

Me sequé las lágrimas que había largado por aquél encuentro repentino, debería de acostumbrarme, todo ésto ahora era normal en éste mundo de mierda. Me acerqué a la perilla del baño del lavabo y salía agua completamente limpia, agradecí en mis adentros, comencé a desvestirme, cerré la puerta del baño y abrí la ducha, el agua caliente no era una opción aquí, era fría o no era nada. 



Mi espalda dolía y mi tobillo de igual manera. Mi cuerpo se encontraba recostado en el viejo sofá de aquella cabaña vieja, mi cabello mojado se colaba por mi rostro y tiré mi cabeza hacia atrás, intentando relajarme, pero parece que fue de más; ya que caí en un profundo sueño. 

ᴍʏ ᴍᴏᴏɴ [Daryl Dixon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora