Caleb.

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Terminaba de comer mi plato de pasta mientras escuchaba a mi mamá hablar de fondo y asentía con la cabeza a todo lo que decía, aunque no le estaba prestando atención.

Honestamente tenía la cabeza en el plato de pasta y en el hecho de que en dos días, Alyssa vendría a conocer a mi familia.

- Caleb te estoy hablando - dice Miriam apoyando sus manos a cada lado de su cadera y mirándome mal.

- Y yo te estoy escuchando - respondo con el bocado de pasta a mitad de camino.

- ¿Que acabo de decirte? - pero al ver que no respondí, empezó a resoplar - En esta casa nadie me escucha, tus hermanas vienen y solo hablan de trabajo y trabajo, entonces yo quiero hablar del comité que está organizando Greta y....¡Préstame atención, soy tu madre!

- Mama, relájate, ellas vendrán un día antes a ayudarte a hacer galletas como todos los años y yo vendré a sentarme aquí a comerlas para que, cómo todos los años, me griten todas - le digo levantándome - Ya es una tradición.

- Espero que no ignores a tu novia cuando ella te esté hablando, porque estarás en muchos problemas - dijo dándome la espalda.

Pero la cosa es que no hay nada que distraiga mi atención de esa chica, simplemente porque no quiero tener mi atención en otra cosa que no sea ella.

- ¿Y cómo es ella? - preguntó por enésima vez - Porque eso de que la conociste en una comisaría hijo, no me convence - la veo hacer una mueca y sonrío.

- Te va a gustar - le aseguro.

- ¿Pero a ti te gusta? - pregunta mirándole de reojo.

- Bueno, es la primera chica en mucho tiempo que traigo a casa, si eso no te dice nada entonces deberías ir a un médico, estás un poco lenta ultima... ¡Auch!

- ¡Soy tú madre Caleb, respétame! - me grita mientras yo paso mi mano por mi nuca.

- Mama, no puedes pegarle a Caleb hasta que nosotras lleguemos - se queja Sofía entrando a la cocina.

- La chica de Caleb si vendrá.

Y eso fue suficiente para que ellas entraran en una conversación donde yo no planeaba meterme, así que en silencio me levante y estaba por salir al patio trasero cuando recibí una llamada.

- ¿Hola?

- Chico del 911, tengo cinco minutos para decirte esto, estoy en la comisaría y eres la única persona cerca de mi que puede venir a sacarme porque Bastian tenia porno puesto por el Bluetooth y Berta lo escucho y nos demando y ahora estamos todos presos, todos.

Fruncí el ceño y ladee la cabeza.

- ¿Caleb? ¿Estás ahí? - pregunta pero no me deja responder - Si me quitas el teléfono te juro que te lo pego por la cabeza tan fuerte que te saldrá un chichón que no te lo podrás quitar ni con sal y mantequilla.

- Señorita, ya terminaron sus cinco minutos - dice una voz de fondo.

- Escucha amigo, tienes a nueve personas encerradas que no han tirado este lugar abajo porque están tomándose un respiro, quieres lidiar conmigo, créeme, no con ellos.

- Un minuto más.

- ¿Alyssa? ¿Cómo demonios terminaste en la cárcel de nuevo?

- Escucha chico del 911, con gusto puedo ponerme a contarte todo mi historial legal pero lo cierto es que un minuto es muy poco tiempo, ¿Podrías venir? Margarita vendrá hasta después de salir de su sesión de spa así que eso es como para el año dos mil cataplus.

Maldita sea, ¿Cómo demonios se metían en estos rollos?

Suspire y sonreí solo un poco negando con la cabeza.

911, ¿Cuál es su emergencia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora