Alyssa.

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Estábamos en la playa al fin, luego de pasar miles de playas y otras miles de horas viajando, Elena iba molesta porque había perdido sus lentes pero estoy segura de que ni siquiera los agarro antes de salir.

De paso habían roto una de las sillas así que mamá era más monstruo que persona, al parecer, a papá ponerle un palito le pareció la idea más segura mientras la silla aguantara su peso.

De modo que las señoras están sentadas bajo las sombrillas con sus sombreros gigantes, lo que no entiendo, no necesitan un sombrero enorme si estás debajo de una sombrilla.

Mamá maldecía por lo bajo y le mandaba a papá una mirada malévola que seguramente le provocó a él unos buenos calambres.

Los señores por otro lado están jugando a ver quien llega más lejos en la playa, será interesante verlos tratar de volver de regreso.

Hace mucho sol así que esta perfecto para broncearme, Elena se hará cargo de sus hijos.

Hijos a los que veo a través de mis lentes en la orilla de la playa todos juntos, lo que sea que estén planeando no me interesa.

No me importa, no son mi responsabilidad hoy, no voy a hacerles caso, así que en vez de mirarlos me acuesto en la esterilla boca abajo.

- Alyssa - es mamá pero la ignoro - Alyssa te estoy hablando.

- Estoy ignorándote.

- Alyssa no seas irrespetuosa - levante la vista para ver a margarita sonriendo mientras veía fijamente a alguien - Hay un chico muy apuesto viéndote el trasero, es muy apuesto, si.

- ¿El chico o mi trasero? - Margarita nunca iba a cambiar.

Pero la curiosidad me puede más, a ver, se que tengo un trasero lindo, redondeado y levantado, estas cosas me suben el autoestima, no me culpen.

Bajo un poco mis lentes y veo a un chico moreno con el hombro tatuado, está acompañado de dos chicos más pero estos son rubios, y...

Y acaba de girarse, mi mamá ahoga un suspiro.

- Madre del amor hermoso - digo en voz alta.

- Yo lo usaría como tabla de surf - dice margarita.

- Oh dios, mordería esos hombros como si fueran chocolate - dijo Elena y escuchamos todas un carraspeo.

- No se si has notado que tu esposo está al lado tuyo.

- Pues tápate los oídos, por dios.

- Viene hacia acá - habla mi madre nerviosamente - Alyssa actúa normal, viene hacia acá, ay dios, Alyssa contrólate.

La miré incrédula y me reí, devolví mis lentes a su lugar y cerré los ojos de nuevo.

- Parece que estás por tener un orgasmo, relájate - le dijo margarita, todos nos reímos.

Siento a alguien detenerse al lado de mi esterilla y se que es él, sin embargo antes de que suba la mirada, veo a los cinco individuos que no van a joderme el día corriendo hacia un extremo de la playa mientras se ríen.

- Elena, tal vez deberías estar más pendiente de tus hijos en vez de lo que vas a morder como si fuera chocolate - le digo pero parece no escucharme.

- Si es chocolate o no, no lo sé, pero definitivamente algo esta derritiéndose.

Arrugue la nariz, por el amor de Dios, parecen arpías en celo.

- Si hubiera sabido que la marea traería tan hermosos personajes hubiera venido a esta playa con anterioridad - dijo margarita.

- ¿Haces abdominales? - preguntó mi madre - ¿Puedo tocarlos? Ella es mi hija Alyssa - me señaló - Hija, levántate.

- Solo venimos a preguntar si no vieron una pelota volar hacia acá - oh su voz, su voz, se me erizó la piel y traté de no moverme.

- No tenemos conocimiento de si las pelotas vuelan, pero contigo estoy segura de que todo lo hace.

- Mama por dios - dijo entre dientes tratando de no reírme.

- Alyssa hace mucho que no vuela, ¿quieres invitarla un rato?

¿Estaba tratando de conseguirme un...? Definitivamente no quiero saber la respuesta a eso.

- Eso definitivamente no salió de tu boca - le digo mirándola.

- No creo que a Alyssa le interese conocernos - dijo otra voz, esta vez un poco risueña.

- Están interrumpiendo mi bronceado - les digo girándome y apoyándome n mis codos ante tres pares de ojos que no fueron nada disimulados - No me agrada la gente que interrumpe mi bronceado.

- Alyssa por favor, no seas grosera, deja que estos hermosos sirenos te lleven a pasear un rato.

Oh, ella no dijo eso, esa palabra ni siquiera existe.

- Puedo volar por mi misma, gracias.

- Ah, que bien, porque yo si quiero volar con ustedes - dijo margarita levantándose - Muchachos, volar se siente mejor cuando el ave ya tiene experiencia.

- Señora, solo queremos nuestra pelota.

- Yo creo que tienes dos que deben ser geniales.

- Margarita, por favor.

Esto no podía estar pasándome a mi, me sacaba a los engendros del demonio de encima y me quedaba con dos señoras con las hormonas alborotadas porque Elena los está mirando como una psicopata.

Mi padre y los demás venían de regreso tratando de lucir increíbles al salir de la playa, sin embargo olvidaron que donde la ola rompe, siempre hay un desnivel y mi padre fue el primero en caer, desearía tener una foto de eso, en menos de tres segundos lo único que vimos fueron sus patas de pollo.

Era una escena encantadora, mi cuñado trato de ayudarlo pero una ola le golpeó el trasero y lo hizo caer encima de mi padre.

- Ah, esto es genial - dije riéndome, empecé a grabar.

- Ay dios santo, Ernesto, se ahoga mi marido - dijo mi mamá levantando sus manos - Quítate muchacho, se me ahoga el hombre, ¡Ernesto! ¡Ernesto mi amor, aguanta! ¡Ya voy, no te mueras!

- Ay mi pobre cuñado, saldrá de ahí como Flaunder - dijo Margarita y yo me reí más - Elena, no sabía que dejabas que tus hijos se subieran a esos juegos tan peligrosos, ser una mamá moderna esta bien.

Mis alarmas se activaron y cuando a los encuentro, veo a Bastian con violeta montados a unos de esos juegos donde siempre sales volando.

Y Bastian no sabe nadar.

911, ¿Cuál es su emergencia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora