12. Chapoteo

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Jefferson

Cuatro años atrás

Si alguien me hubiera dicho meses atrás que estaría mirando partidos de tenis un jueves por la tarde en lugar de las entrevistas de pílotos de la fórmula uno, definitivamente me hubiera reído.

Apagué el televisor para poder despejar un poco mi mente y procesar lo que aprendí ese día. Llevaba una semana mirando partidos de tenis, documentales, y películas, para informarme más sobre el tema y no ir cada tarde como sin saber nada.

Aunque me gustaba que Alice me explicara. Cuando lo hacía sus ojos tomaban un brillo particular, se notaba que amaba lo que hacía.

Una semana se había añadido al calendario desde que me invitó por primera vez. Se me había hecho parte de mi rutina ir a sus entrenamientos. Iba a clases por la mañana, volvía a casa, almorzaba, me preparaba y le dedicaba el resto del tiempo a ella.

No solíamos hacer nada más que charlar un poco en sus quince minutos de descanso y el camino de regreso a su casa. La dejaba cerca de la entrada y me quedaba esperando a que entrase para después irme a la mía.

Habíamos decidido que era mejor mantenerlo en secreto.

Le di de comer a Max, mi pez, y me rocié perfume en ciertas áreas del cuerpo antes de ponerme la chaqueta de cuero negro.

Amaba el negro, era mi color favorito.

Me di un último vistazo en el espejo, pasé una mano por mi cabello para acomodar los mechones rebeldes y se aseguré de tener mi billetera, mi teléfono y mis llaves dentro de mis bolsillos.

Abrí la puerta de mi habitación y choqué con algo, o alguien más bien. Me recuperé del impacto y fruncí el ceño al ver a Owen de pie tallándose la cíen.

—¿Qué haces aquí? —inquirí.

—Vine a buscarte, ya que no respondes nuestras llamadas—ingresó a mi habitación, observó a su alrededor y luego se giró para mirarme—. Es jueves y Lucas tiene casa libre. Invitaron a algunas chicas.

—Bueno, que se diviertan—me hice a un lado, esperando a que entendiera el mensaje—. No puedo ir.

—¿Por qué no? ¿Tienes mejores planes para pasar el rato con nosotros? —se cruzó los brazos.

Owen siempre hacía todo por obtener las respuestas que quería. Pero conmigo chocaba contra un muro.

—Sí—no mentía.

—¿Vas a follar? —arqueó una ceja.

Este maldito idiota siempre pensaba con la polla.

—¿Por qué asumes que se trata sobre eso?

—Porque si no es así entonces no es un mejor plan.

—Para mí lo es, y si eres tan amable—señalé el pasillo—. Tengo que irme, no puedo llegar tarde.

—Entonces iré contigo.

—Qué.

—Lucas me dijo que si o si regresara contigo ya que has estado muy perdido estos días—se encogió de hombros—, así que como no irás con nosotros, pues te acompañaré a donde sea que vayas.

Exasperé. Tenía que estar bromeando. Revisé la hora en el reloj en mi muñeca. Faltaban treinta minutos para que el entrenamiento de Alice diera inicio.

—Joder, bien—pase una mano por mi rostro.

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TOMEMOS UN PASEO © [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora